Ácidos grasos EPA, DHA, GLA de omega-3 y omega-6
Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 son ácidos grasos polinsaturados (AGP).
Introducción
Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 son ácidos grasos polinsaturados (AGP). Estos consisten en ácidos grasos omega-3 (ácido alfa-linolénico [ALA], ácido eicosapentaenoico [EPA], ácido docosahexaenoico [DHA]) y ácidos grasos (omega-6 ácido linoleico, ácido araquidónico [AA], ácido gamma-linolénico [GLA] y ácido dihomo-gammalinolénico [DGLA]). Los omega-3 y 6 son componentes esencialesde la doble capa fosfolipídica de las membranas celulares. Los AGP (ácidos grasos polinsaturados) determinan la fluidez de la membrana y la actividad celular; por otro lado, son un requisito para los procesos normales de transducción de señales y participan en las acciones de las enzimas y receptores unidos a la membrana. Los omega-3 y -6 son, entre otras cosas, materias primas que sirven para la producción de eicosanoides, los cuales son de importancia para la regulación de las reacciones inflamatorias. Los AGP cumplen una función importante en diferentes enfermedades inflamatorias de las articulaciones, la piel, las vías respiratorias, el intestino y el sistema nervioso central, especialmente en la regulación de las respuestas inflamatorias. En el tejido nervioso, el DHA y el EPA también generan (neuro)protectinas y resolvinas que contrarrestan el dolor (inflamatorio).
Por otro lado, los ácidos grasos omega-3 protegen contra las enfermedades cardiovasculares y cumplen una función en el desarrollo cerebral pre y postnatal, la depresión, la neurodegeneración y los problemas neurocognitivos.
El ácido graso omega-6 GLA es un ácido graso omega-6 que, a diferencia del ácido graso omega-6 AA, desempeña una función antiinflamatoria similar a la de los ácidos grasos omega-3. El GLA, por sus propiedades antiinflamatorias y porque favorece el equilibrio de la humedad en la piel, se utiliza a menudo para tratar trastornos cutáneos.
Sistema de funcionamiento
Los ácidos grasos omega-3 y omega-6 son ácidos grasos polinsaturados (en adelante AGP). Se dividen en:
Ácidos grasos omega-3 Ácido alfalinolénico (ALA, 18:3n-3) Ácido eicosapentaenoico (EPA, 20:5n-3) Ácido docosahexaenoico (DHA, 22:6n-3)
Ácidos grasos omega-6 Ácido linoleico (LA18:2n-6) Ácido araquidónico (AA, 20:4n-6), Ácido gamma-linolénico (GLA, 18:3n-6) y Ácido dihomo-gammalinoleico (DGLA, 20:3n-6).
En un primer momento se creía que solo los precursores ALA y LA eran esenciales para el ser humano, pero actualmente los demás AGP también suelen considerarse nutrientes esenciales. Los seres humanos disponen de enzimas (desaturasas, elongasas) que pueden metabolizar estos precursores, pero un gran número de estudios han demostrado que las conversiones de ALA en EPA y DHA, y también de LA en GLA, son muy ineficientes en los seres humanos. Del ALA, entre el 0,2 y el 8 % se convierte en EPA, y solo entre el 0 y el 4 % en DHA [1, 2]. La conversión se ve obstaculizada, entre otras cosas, por la inhibición de la enzima por los ácidos grasos omega-6, la falta de cofactores y el alcohol. Esta complicada conversión plantea la cuestión de si el consumo de ALA conduce a un aumento suficiente de los niveles de EPA y DHA. Los ácidos grasos omega-3 se consideran nutricionalmente esenciales, por lo que dependemos de fuentes exógenas [3], sobre todo del pescado azul y el marisco.
Los ácidos grasos de cadena baja, entre los que se incluyen el DHA, el EPA y el AA, son componentes importantes de las membranas neuronales; además, el EPA y el DHA influyen en la inflamación y la salud cardiovascular[4].
La mayor concentración de DHA en nuestro organismo se encuentra en el cerebro, el sistema nervioso y la retina, donde se incorpora a las membranas celulares e intracelulares (fosfolípidos), las sinapsis, los fotorreceptores y la vaina de mielina que rodea los nervios[5]. Los ácidos grasos son de gran importancia para la transmisión de señales, por lo que ingerir suficiente DHA es crucial para una construcción y un funcionamiento adecuados del sistema nervioso (central). El DHA, en particular, es esencial para el desarrollo neurológico y visual adecuado del feto y de los niños de edad temprana[4, 6].
La pérdida de DHA de las membranas no solo está asociada con un deterioro de la fluidez de las membranas sinápticas, sino también con una disminución de las enzimas antioxidantes, los agentes reductores de la proteína amiloide y el crecimiento nervioso del hipocampo, así como una mayor oxidación de las membranas lípidas, daño isquémico, pérdida de sinapsis y formación de amiloide [5].
Una ingesta insuficiente de DHA (y EPA) a largo plazo aumenta la probabilidad de sufrir trastornos del desarrollo durante la infancia, así como TDAH, depresión, esquizofrenia, deterioro cognitivo y síndrome metabólico [4, 6, 7].
Regulador de la inflamación
La reseolémica es un mecanismo evolutivo que se encarga de restablecer el equilibrio homeostático tras una lesión, inflamación o infección. Un equilibrio alterado de omega-3 y omega-6 trastocala resoleómica natural. El interruptor de eicosanoides desempeña un papel importante en este ámbito. Los eicosanoides de los ácidos grasos omega-6 se encargan de iniciar la inflamación y, por tanto, son proinflamatorios. Para frenar la inflamación y promover la curación, el cuerpo cambia a eicosanoides de omega-3 con el fin de detener el proceso inflamatorio. Cuando no se dispone de suficiente omega-3, el cuerpo es incapaz de detener la inflamación, por lo que se produce una inflamación crónica (de bajo grado)[8].
Tanto los ácidos grasos omega-3 como los omega-6 son precursores de los eicosanoides, incluidas las prostaglandinas, agentes de señalización local que regulan los procesos fisiológicos. Las lipoxinas, resolvinas, protectinas y maresinas también cumplen una función importante en la regulación de diversos aspectos de la respuesta inflamatoria. Estos eicosanoides derivados del EPA (tipos 3 y 5), antagonistas de los eicosanoides (tipos 2 y 4) procedentes del AA, evitan la inflamación excesiva, la trombosis y la vasoconstricción[9–13].
No solo el omega-3 cumple una función en este sentido: la suplementación del ácido graso omega-6 ácido gamma linolénico (GLA) conduce asimismo a un aumento de los inhibidores naturales de los leucotrienos en las células inflamatorias[14, 15]. El GLA se transforma en la forma activa en nuestro organismo
El ácido dihomogamma linolénico (DGLA), compite con el AA por la COX y la LOX (ambas enzimas eicosanoides) e inhibe la liberación de AA de las membranas celulares. De este modo, el GLA refuerza los efectos antiinflamatorios de los ácidos grasos omega-3[16–18].
La composición de los ácidos grasos de la membrana celular determina el tipo de eicosanoides que se producen durante los procesos inflamatorios. Cuando esta composición se encuentra en equilibrio, la respuesta inflamatoria se desarrolla de forma óptima. Cuando predomina el AA en la membrana en caso de inflamación, puede que se produzca un exceso de eicosanoides proinflamatorios, como la prostaglandina E2 (PGE2). Cuando los niveles de EPA, DHA y DGLA alcanzan en nivel deseado, el equilibrio entre los eicosanoides inflamatorios y los eicosanoides antiinflamatorios se restablece y la respuesta inflamatoria, la presión arterial y la coagulación de la sangre vuelven a estar mejor reguladas.
Inmunomoduladores
Además de intervenir en los procesos inflamatorios mediante el metabolismo de los eicosanoides, los ácidos grasos esenciales GLA, EPA y DHA pueden asimismo influir directamente en el el sistema inmunitario y las respuestas inflamatorias. Los ácidos grasos inhiben, por ejemplo, la producción de citoquinas inflamatorias a través de, entre otros factores, el NF-?B (factor nuclear ?B) y el TNFa (factor de necrosis tumoral alfa). Los ácidos grasos son inmunomoduladores a causa de estos efectos[12, 19].
Antioxidantes
Los ácidos grasos omega-3 poseen propiedades antioxidantes, probablemente sea mediante los mecanismos antiinflamatorios que conducen a la reducción de la producción de EOR (especies de oxígeno reactivo) y al aumento de la producción de enzimas antioxidantes[20].
El aceite de krill también posee propiedades antioxidantes, debido en parte a la alta biodisponibilidad de los antioxidantes que tiene presentes de forma natural. Los antioxidantes más importantes que hay son la cantaxantina y la astaxantina. La astaxantina es el principal pigmento rojo de los animales marinos. Es la que da al salmón y a las gambas, entre otros, ese característico color rosado. La astaxantina protege los ácidos grasos de la membrana celular de la radicalización y también inhibe la producción de diversas sustancias proinflamatorias como la iNOS (óxido nítrico sintasa inducible), la PGE2 y el TNFa. La astaxantina puede atravesar la barrera hematoencefálica y, además, podría ser un importante antioxidante en el tejido cerebral[21].
Cardiovascular
Ante todo, los ácidos grasos omega-3 ejercen como antiinflamatorios, reduciendo así el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. De hecho, la inflamación de las células endoteliales arteriales es uno de los factores de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares[22].
Además, los ácidos grasos omega-3 reducen la rigidez arterial y el estrechamiento de los vasos[22]. El óxido nítrico (NO) es un factor de suma importancia para la constricción/relajación vascular. Los ácidos grasos omega-3 pueden estimular la síntesis de NO, afectando así a la vasoconstricción[2]. Por otro lado, la administración de suplementos de omega-3 ralentiza la frecuencia cardíaca y la presión arterial, que son factores que aumentan el riesgo de morbilidad y mortalidad en las enfermedades cardiovasculares[23, 24]. Este efecto se debe seguramente a factores indirectos como la repercusión en la síntesis de NO y a la modulación directa de la electrofisiología cardíaca. Asimismo, la eficacia cardíaca parece aumentar con la toma de omega-3 por la reducción de la resistencia vascular sistémica y un mejor llenado diastólico[2].
Gracias a su efecto sobre el metabolismo de los ácidos grasos, los ácidos grasos omega-3 tienen un efecto protector contra la arteriosclerosis[22]. Los suplementos de omega-3 disminuyen los niveles de triglicéridos y colesterol[25]. Los mecanismos que participan en este proceso son: el aumento del metabolismo de los ácidos grasos en el hígado y en las células grasas, además de la reducción de la producción de novo de triglicéridos por parte de los ácidos grasos omega-3[2].
Producción y suministro de ácidos grasos omega-3 y omega-6
El organismo es incapaz por sí mismo de producir ácidos grasos omega-3 y omega-6, por ello también se les denomina ácidos grasos esenciales, ya que tienen que estar presentes en la alimentación.
Marco evolutivo
Al remontamos a nuestras raíces evolutivas podemos observar que cuando nuestros antepasados se trasladaron de la sabana africana a la proximidad de mares, ríos y lagos (ecosistema tierra-agua) se produjo un crecimiento del cerebro[26]. Nuestros cerebros tenían un gran potencial de crecimiento que floreció gracias a la presencia de ácidos grasos de pescado omega-3 y nutrientes específicos para el cerebro. El ácido graso omega-3 DHA, en particular, parece haber cumplido una función fundamental en el desarrollo del cerebro humano. Las algas, los pescados, los mariscos y las plantas acuáticas y costeras son fuentes ricas de DHA. Obtenga más información sobre ello en el siguiente artículo: 'Metabolismo cerebral óptimo: antecedentes evolutivos'
Fuentes alimentarias de ácidos grasos
Mediante una dieta occidental, obtenemos (más que) suficiente LA de los aceites y grasas vegetales y AA de la carne, mientras que el consumo de ALA del aceite de linaza, el aceite de canola y otras fuentes vegetales y de EPA y DHA de los alimentos marinos, los pescados grasos y las algas, no lo es tanto. El GLA se encuentra de forma natural en las fracciones de ácidos grasos de algunos aceites de semillas vegetales, tales como el aceite de onagra, el aceite de borraja, el aceite de grosella negra y el aceite de semillas de cáñamo[16].
La dieta mediterránea contiene una buena concentración de ácidos grasos para obtener una proporción de omega-6 y omega-3 beneficiosa[27]. Una proporción más alta y desfavorable de ácidos grasos omega-6 y omega-3 en los alimentos favorece la inflamación, entre otras cosas, y se ha asociado a muchas enfermedades crónicas relacionadas con la inflamación, como la artritis reumatoide y la enfermedad de Crohn[28, 29]. Los suplementos pueden servir de ayuda para conseguir esta proporción óptima.
Metabolismo
El metabolismo de los ácidos grasos omega-3 es dependiente de otros nutrientes, sobre todo de los ácidos grasos omega-6, ya que compiten por las mismas enzimas y sistemas de transporte. La delta-6-desaturasa (D6D) es la enzima que regula tanto la conversión de LA en DGLA como la conversión de ALA en (eventualmente) EPA. La D6D es la enzima limitadora de la velocidad que tiene una mayor afinidad por el ALA que por el ácido linoleico. No obstante, la competencia de sustratos (competencia entre los ácidos grasos omega-3 y omega-6 por la misma enzima) y algunos otros factores causan una menor conversión de ALA en EPA y DHA[30, 31].
Disponibilidad biológica
En los fosfolípidos de omega-3 del krill, el DHA/ EPA está unido principalmente a la fosfatidilcolina. La forma de fosfolípidos del krill se corresponde a la forma propia del organismo y, por lo cual, dispone de una mejor biodisponibilidad que la forma de triglicéridos del aceite de pescado[32]. Esto es muy importante para la creación, función y protección de nuestras membranas celulares en general, y de las células nerviosas y cerebrales en particular.
En los fosfolípidos, los ácidos grasos esenciales, la colina y un grupo fosfato están unidos a una molécula de glicerol. Esta molécula tiene una cabeza hidrofílica y una cola hidrofóbica (formada por dos moléculas de ácidos grasos). En el organismo, los fosfolípidos se sitúan, por tanto, con sus colas entre sí, formando una doble capa: la membrana celular. Todas las membranas de todas las células del cuerpo, aunque también las membranas de varios orgánulos de la célula, como las mitocondrias, los liposomas y el retículo endoplásmico, están formadas por fosfolípidos.
Por su estructura especial (el lado liposoluble y el hidrosoluble) los fosfolípidos forman emulsiones en una solución de forma fácil. Esto hace que la absorción de los ácidos grasos del aceite de krill en el tracto intestinal se consiga con más facilidad[33]. Gracias a la estructura de los fosfolípidos, estos ácidos grasos también se incorporan más fácilmente a la membrana celular y a las membranas de los orgánulos[34]. Además, el cerebro solo puede absorber la forma de lisofosfatidilcolina (la forma fosfolipídica) del DHA, no el ácido graso en sí [35].
Déficit
En las dietas occidentales, la relación entre los ácidos grasos omega-6 y los omega-3 es de aproximadamente 16:1; mientras que lo deseable es una relación de entre 1:1 y 5:1 [3, 36]. La dieta occidental se caracteriza por un alto consumo de carne y un bajo consumo de pescado, pescado de piscifactoría y ácidos grasos omega-6 añadidos a productos procesados [37].
Ingesta de ácidos grasos en los Países Bajos
El Consejo de Salud de los Países Bajos recomienda que los adultos consuman 200 miligramos al día de ácidos grasos omega-3 procedentes del pescado (ácidos grasos de pescado). Esta recomendación puede cumplirse comiendo una ración de pescado a la semana, preferiblemente graso, como arenque o salmón.
La Encuesta sobre el Consumo de Alimentos 2007-2010 muestra que la ingesta de ácidos grasos de pescado por parte de los hombres (19-69 años) es una media de 75-133 mg de ácidos grasos al día. La ingesta de las mujeres es comparable, a saber, de entre 76 y 133 mg al día. Esto incluye los suplementos y sigue estando muy por debajo de la cantidad diaria recomendada.
Vegetarianos y veganos
Las fuentes vegetales ricas en ALA, parte del menú vegetariano o vegano, son insuficientes para satisfacer las necesidades de omega-3, debido a la ineficiente conversión corporal del ALA en EPA y DHA. El ALA contribuye poco al DHA circulante cuando se añade a una dieta rica en LA [38].
DHA
En los Países Bajos, la ingesta media de DHA procedente de la dieta (aproximadamente 85 mg al día en adultos) es insuficiente para cubrir las necesidades de DHA, especialmente en situaciones en las que estas aumentan, como durante el embarazo, la primera infancia y la niñez [39], en ancianos[40] y en caso de enfermedades asociadas al estrés oxidativo [41].
Proporción de ácidos grasos
Las necesidades de ácidos grasos (omega-3) aumentan con una ingesta más elevada del ácido graso omega-6 AA. La delta-6-desaturasa se ve inhibida por diversos factores dietéticos, como el consumo de ácidos grasos trans, grasas saturadas y alcohol, además de por deficiencias de zinc, magnesio, vitamina C, vitamina B3 y/o vitamina B6. Algunos factores ambientales, como el estrés y el tabaquismo, inhiben la conversión; ciertos factores metabólicos, como la resistencia a la insulina, la hipertensión y el uso de medicamentos, también influyen. Esto aumenta las necesidades de EPA, DHA y GLA [16, 42].
Suplementación
Dado el cambio en la proporción de ácidos grasos omega-3 y omega-6 en la dieta occidental actual, la suplementación de los ácidos grasos esenciales puede ser la respuesta.
Ácidos grasos omega-3
El DHA es el ácido graso más complejo de todos los ácidos grasos omega-3 porque tiene el mayor número de dobles enlaces y la cadena de ácidos grasos más larga. Tanto la conversión de ALA a EPA como la vía de EPA a DHA son muy ineficientes. Sin embargo, la conversión de DHA en EPA se produce fácilmente: tiene lugar según lo necesita el organismo. Por lo tanto, en algunos casos se prefiere la suplementación directa con DHA porque es más eficaz que la suplementación con EPA. Dependiendo de la aplicación, se puede utilizar aceite de krill rico en EPA, DHA o fosfolípidos [6, 40].
Forma
El EPA y el DHA se encuentran en el pescado en forma de triglicéridos. Esta es la forma natural que ha estado presente en la dieta humana durante millones de años y que el cuerpo humano puede procesar muy bien. En circunstancias normales, la forma de triglicéridos es la óptima para la suplementación. La forma fosfolipídica se absorbe aún mejor, y eso hace que el krill sea la forma idónea para la suplementación.
La forma sintética alternativa de los ácidos grasos, ésteres etílicos, aparece ahora en suplementos. La forma ha quedado obsoleta, aunque se ha adaptado para ajustar la relación/concentración de EPA y DHA y así evitar el olor típico del aceite de pescado. Hoy en día existen otras técnicas, mejores, para adquirir estas propiedades en las que se mantiene la forma natural de los ácidos grasos [43]. Además, la forma de éster etílico tiene una menor biodisponibilidad que la forma natural de triglicéridos [43–45].
Fuentes de los suplementos de ácidos grasos omega-3
Algas
En nuestro ecosistema, las algas y otros fitoplancton son los principales productores de EPA y DHA. Las investigaciones confirman que los efectos beneficiosos del omega-3 procedente de las algas son comparables a los del aceite de pescado [46]. El fitoplancton está en la base de la cadena alimentaria marina. Esto hace que, a diferencia del pescado, apenas se contamine. Las algas pueden considerarse una fuente vegetal muy pura de EPA y DHA. Dado su origen vegetal, el aceite de algas es apto para vegetarianos y veganos. Incluso las personas que no comen pescado y las que tienen alergia al mismo pueden alcanzar un nivel adecuado de omega-3 consumiendo algas o tomando suplementos que contengan aceite de algas.
Krill
El krill (crustáceos parecidos a las gambas) ocupa un lugar bajo en la cadena alimentaria, por lo que es una fuente relativamente pura de ácidos grasos omega-3. El EPA y el DHA del krill están incorporados en fosfolípidos, como la fosfatidilcolina, la fosfatidilserina, el fosfatidilinositol y la fosfatidiletanolamina. Los fosfolípidos del cuerpo humano forman parte de la membrana celular que protege todas las estructuras celulares. Son el medio en el que funcionan los receptores, las proteínas de transporte, los canales iónicos y otras proteínas celulares importantes.
El aceite de krill se produce a partir de krill. El krill se pesca en las aguas polares que rodean la Antártida. Al situarse en la parte inferior de la cadena alimentaria, contiene un bajo contenido de metales pesados, BPC y otros contaminantes. El aceite de krill contiene naturalmente altas concentraciones de astaxantina, un antioxidante natural. Las importantes propiedades antioxidantes de este aceite contribuyen a su estabilidad [21].
Pescado
Los pescados grasos, como la caballa, la trucha, el salmón, el arenque, el bonito del norte y las sardinas, no producen sus propios EPA y DHA, sino que los obtienen del fitoplancton marino [47, 48].
El pescado es una fuente de alimento muy importante para el ser humano, con un alto valor nutricional en términos de grasa, así como de proteínas, vitaminas liposolubles y minerales como potasio, calcio, magnesio, fósforo, zinc, selenio y cobre [49]. El pescado de piscifactoría suele contener una peor relación omega-3/omega-6 que el pescado salvaje [50]. El tipo de pescado más consumido en los Países Bajos es el arenque, seguido del bacalao, el abadejo y el salmón [51].
Calidad de los suplementos de aceite de krill y aceite de pescado
Es preferible elegir un producto con ecoetiqueta MSC, que certifica que el producto es de origen salvaje, además de trazable y sostenible. Esta etiqueta solo puede aparecer en mariscos y productos a base de marisco cuya materia prima haya sido capturada en la naturaleza de manera sostenible, con un daño colateral mínimo para otras especies de peces. (MSC.org). Además, es importante que el aceite esté purificado para eliminar contaminantes (metales pesados, dioxinas, BPC) y que contenga suficientes antioxidantes (tocoferoles mixtos) para limitar su oxidación [52–54].
Los productos de omega-3 son, debido a sus numerosos ácidos grasos insaturados, sensibles a la influencia del oxígeno, la luz y la oxidación. Esto es un dato importante a tener en cuenta durante su fabricación, almacenamiento y envasado. El valor Totox (valor de oxidación total) es un término utilizado para los productos de omega-3 que indica qué grado de oxidación (ranciedad) tiene un producto. El valor Totox indica la frescura y la calidad del aceite de pescado. Cuanto más bajo sea el valor Totox, mejor, porque se ha producido menos oxidación. En la práctica, los productos con un valor Totox más alto (por tanto: peor) se reconocen por su "olor a pescado" y, en aceites que se beben, por su mal sabor. Tomar productos con un alto valor Totox también puede provocar reflujo con olor a pescado.
Indicaciones
Los ácidos grasos, y en particular, el equilibrio adecuado de los mismos, es importante a lo largo de toda la vida. El equilibrio adecuado de ácidos grasos es importante a lo largo de toda la vida para mantener la flexibilidad adecuada de las membranas, prevenir trastornos inflamatorios y mantener la salud cardiovascular [4]. Por tanto, el pescado azul es una parte importante de una dieta sana y variada. Sin embargo, a veces es difícil conseguir un equilibrio favorable de ácidos grasos, por lo que los suplementos pueden ser la solución. Los ácidos grasos son buenos para el corazón y contribuyen al mantenimiento de:
- Niveles normales de triglicéridos en la sangre,
- Función cerebral normal,
- Visión normal,
- Presión arterial normal,
- Trastornos cardiovasculares.
Una ingesta saludable de ácidos grasos omega-6 y omega-3, entre otros, es una parte importante de la prevención nutricional y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares [55]. Tomar un suplemento de omega-3 parece ser una forma eficaz de mejorar la salud cardiovascular a largo plazo, especialmente para los grupos de alto riesgo, como quienes no comen pescado regularmente y los que tienen niveles elevados de triglicéridos [56].
Se ha comprobado que unos niveles más altos de omega-3, medidos en los fosfolípidos de los glóbulos rojos, el plasma o el tejido adiposo, están estrechamente correlacionados con una menor incidencia de enfermedades coronarias mortales [57]. Los valores más altos de DGLA también se asocian a una menor incidencia de ECV agudas, entre otras enfermedades. Aquí también nos fijamos principalmente en los ratios: un ratio DGLA/AA desfavorable predice la mortalidad de los pacientes con ECV[58].
Los ácidos grasos omega-3 pueden proteger el corazón al hacer frente a los factores determinantes de las enfermedades cardíacas. Un equilibrio más adecuado de ácidos grasos puede, por ejemplo, inhibir la aterosclerosis, mejorar la función endotelial, reducir la rigidez arterial, disminuir la presión arterial, la frecuencia cardíaca y el riesgo de arritmias, y reducir el riesgo de sufrir trombosis, fibrilación auricular e infarto de miocardio[2, 59].
El colesterol alto aumenta el riesgo de sufrir enfermedades coronarias[60]. Cuando el nivel de colesterol total en la sangre disminuye un 1 %, se produce una disminución del 2 al 3 % en la mortalidad por enfermedad coronaria[61, 62]. Los ácidos grasos omega-3 pueden llegar a reducir los niveles de colesterol[25].
En un metaanálisis la ingesta de 1,7 gramos de DHA, obtenido de las algas, fue relacionada con una disminución del 15 % en los niveles de triglicéridos, un aumento del 5 % en el colesterol HDL y una disminución del 8 % en el colesterol LDL, teniendo todos estos efectos un efecto beneficioso en el curso de la CVZ (Instituto de Salud de los Países Bajos)[63].
En un estudio de intervención en pacientes con infarto de miocardio reciente, algunos de los cuales habían sido sometidos a revascularización, el número de paros cardíacos y la mortalidad disminuyeron en el grupo que recibió suplementos de omega-3 en comparación con el grupo de placebo[64].
La AmericanHeartAssociation (AHA) recomienda la ingesta de omega-3 para reducir la mortalidad y las hospitalizaciones en pacientes con enfermedades cardiovasculares. La dosificación recomendada es de 1 gramo de EPA y DHA total al día. Por otro lado, la AHA recomienda una dosificación de 2-4 gramos de EPA+DHA en personas con hipertrigliceridemia. Se han observado resultados positivos incluso en pacientes que ya recibían una terapia médica optimizada, con una dosificación más alta (4 g/día) de omega-3 tras haber sufrido un ataque al corazón o un trasplante de corazón[65, 66].
Desarrollo neuronal y neurodegeneración
Los estudios epidemiológicos muestran que los niveles bajos de omega-3 se corresponden con una mayor prevalencia y gravedad de los trastornos neuropsiquiátricos, con lo que los estudios de intervención con suplementos de omega-3 han demostrado resultados positivos en los trastornos neuropsiquiátricos[67]. Además, el flujo sanguíneo al cerebro puede verse afectado por la obesidad, las enfermedades cerebrovasculares, la hipertensión o la diabetes mellitus de tipo 2, con todas las consecuencias que conllevan. Los ácidos grasos poliinsaturados contribuyen a prevenir todo esto[4].
Desarrollo cerebral
El déficit de omega-3 durante el desarrollo fetal y edad temprana del niño pueden provocar efectos adversos en el desarrollo cerebral y neurológico[68].
Un déficit de ácidos grasos insaturados de cadena larga durante el desarrollo neuronal puede provocar enfermedades graves como la esquizofrenia y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). La suplementación perinatal con ácidos grasos insaturados de cadena larga puede mejorar el desarrollo neural y, por tanto, la cognición y la integración sensoriomotora[4]. El desarrollo neurológico se ve afectado de forma beneficiosa por el suministro perinatal de DHA. Los niveles más altos de DHA en la sangre del cordón umbilical tienen una buena repercusión en la puntuación de optimización neurológica en niños con más de cinco años[69]. (Escolano-Margarit,2011)
Trastornos del comportamiento
Los niños con TDAH tienen concentraciones más bajas de omega-3 en sangre[70–72]. Los niños sanos en edad escolar (7-9 años) con niveles bajos de DHA en sangre, en comparación con los niños con niveles más altos de DHA en sangre, tienen más dificultades a la hora de leer y menos memoria operativa; además, son más inestables emocionalmente y muestran más problemas de comportamiento. El estudio realizado en el Reino Unido que demuestra esto, indica que un nivel bajo de DHA también tiene efectos significativos sobre el pensamiento y el comportamiento en escolares sanos sin problemas manifiestos de aprendizaje y comportamiento, como el TDAH y la dislexia. Por otro lado, se detectó una correlación positiva entre la biodisponibilidad del omega-3 y la prevención y el tratamiento de la dislexia, la dispraxia, el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)[70].
Múltiples estudios de intervención aleatorizados y controlados con placebo informan de los efectos positivos que tienen los suplementos de omega-3 en los problemas de comportamiento, incluido el TDAH[71, 73, 74]. Los suplementos de omega-3 también reducen la agresividad reactiva y el comportamiento antisocial en los niños[75, 76].
Declive cognitivo (relacionado con la edad)
Los niveles de DHA y EPA disminuyen con la edad y se ha comprobado que estos se encuentran en bajos niveles en pacientes con Alzheimer[77, 78]. También se ha detectado que el DHA y el EPA en la sangre son bajos en personas que padecen demencia[79]. No parece que sea una coincidencia: el consumo frecuente de pescado ralentiza el deterioro cognitivo [80, 81]y disminuye el riesgo de desarrollar afecciones como la demencia, entre las que se encuentra el Alzheimer[5]
Es probable que los procesos oxidativos e inflamatorios y el daño isquémico, que el omega-3 puede ayudar a prevenir, dañen nuestras células neuronales. Además, el DHA estimula la producción de sinapsis, la cual se reduce en muchos trastornos cognitivos. Los ácidos grasos omega-3 son capaces de prevenir el deterioro cognitivo al estimular la formación de sinapsis[82].
Los estudios informan de los efectos beneficiosos que tiene una ingesta de 1 a 2 gramos de omega-3 al día sobre los resultados cognitivos y la calidad de vida en pacientes con la enfermedad de Alzheimer, especialmente en una etapa temprana, y en el deterioro cognitivo leve[83–86]. Cuando los ácidos grasos omega-3 se utilizan para la prevención de la enfermedad de Alzheimer, se observan resultados más importantes cuando la suplementación o el consumo de pescado se inicia a una edad temprana que cuando se inicia a una edad más avanzada o posterior a la aparición de la enfermedad de Alzheimer.
Además de en el Alzheimer, también se han encontrado resultados positivos de la suplementación con ácidos grasos en pacientes de Parkinson. En la enfermedad de Parkinson, es de esperar que los efectos del omega-3 se deban a sus efectos neuroprotectores sobre el estrés oxidativo y la neuroinflamación. Los niveles de PCR (nivel de inflamación, proteína C reactiva) e iNOS (óxido nítrico) disminuyen cuando se ingiere omega-3, a la vez que aumentan los niveles de BDNF (brain-derivedneurotrophicfactor, factor neurotrófico derivado del cerebro), las concentraciones de glutatión, la capacidad antioxidante y la transducción de señales dopaminérgicas[67].
En estudios observacionales, una mayor ingesta de ácidos grasos omega-3 ha conllevado a una menor prevalencia de Parkinson[87–89]. La suplementación con omega-3 mejora los síntomas del Parkinson[90].
Trastornos psiquiátricos u otros trastornos mentales
Cuando hay infecciones, los factores inflamatorios provocan inflamación, activación inmunitaria, diferenciación y muerte celular. Cuando la infección se cura, estos factores inflamatorios desaparecen de los tejidos sanos. Los factores inflamatorios provocan en el cerebro cambios metabólicos y de comportamiento, como el aumento de la termorregulación (fiebre) y el llamado comportamiento de enfermedad. El comportamiento de enfermedad se caracteriza por el aislamiento, la disminución del apetito y la movilidad. Este comportamiento de la enfermedad sirve para potenciar la recuperación y está causado por citoquinas proinflamatorias en el cerebro. Cada vez existen más indicaciones de que en los trastornos psicológicos crónicos hay factores proinflamatorios en el cerebro que inducen un comportamiento enfermizo innecesario. La presencia de citoquinas proinflamatorias en el cerebro provoca asimismo daño oxidativo, muerte de células neuronales y neurodegradación. Los ácidos grasos omega-3 pueden cumplir una función importante en este sentido, debido a su papel modulador en la inflamación y las funciones celulares [17].
Por ejemplo, los ácidos grasos esenciales, en particular el AA y el DHA, parecen ser en promedio menos abundantes en los glóbulos rojos de los pacientes con esquizofrenia. Los trastornos de la homeostasis de los ácidos grasos en la membrana cortical constituyen un posible aspecto patológico de la esquizofrenia[67].
Se ha detectado una correlación positiva entre la suplementación con omega-3 y la prevención y el tratamiento del trastorno depresivo y bipolar, la esquizofrenia y el autismo; además, también se han obtenido resultados prometedores en el trastorno límite de la personalidad[6].
Ensayos clínicos aleatorizados y controlados con placebo muestran resultados positivos de los suplementos de omega-3 en la esquizofrenia[91–93]. En un estudio realizado a pacientes con esquizofrenia, el grupo de omega-3 experimentó una mayor reducción que el grupo de placebo en la intensidad de los síntomas y se observó una mejora en el nivel de funcionamiento. Este efecto se pudo notar tras seis meses de suplementación con ácidos grasos omega-3[94]. Por otro lado, un estudio demuestra que la suplementación con ácidos grasos disminuye la necesidad de medicación[95].
En el caso de los jóvenes con mayor riesgo de sufrir trastornos psicóticos, puede ser un método de prevención eficaz. La ingesta de omega-3 reduce eficazmente la evolución de los trastornos psicóticos.[96].
Las dosificaciones terapéuticas en los trastornos mentales y psiquiátricos pueden ser de hasta 3 gramos de ácidos grasos omega-3 al día.
Enfermedades inflamatorias crónicas y enfermedades autoinmunes
Las enfermedades inflamatorias crónicas pueden tratarse con ácidos grasos omega-3 debido a su efecto inmunomodulador. Cuando se trata de una inflamación crónica, puede emplearse de forma terapéutica una dosificación de hasta 3 gramos de ácidos grasos omega-3. El ácido graso omega-6 AGL (ácido gama-linolénico) también cumple una función importante en la reducción de la inflamación en diversas afecciones.
Articulaciones
Un tratamiento dietético con mejillones mejoró la salud general, la actividad de la enfermedad, la fatiga y el grado de dolor en pacientes con artritis reumatoide. Esto fue causado seguramente (en parte) por los ácidos grasos omega-3[97]. Los ácidos grasos omega-3 tienen, como se comenta en el capítulo "mecanismo de acción/función", una función antiinflamatoria e inmunomoduladora, lo que le proporciona un efecto positivo en las enfermedades inflamatorias, como el reumatismo. Un estudio, por ejemplo, muestra un efecto positivo significativo sobre la rigidez matutina y el dolor de las articulaciones mediante la administración de suplementos de pescado y aceite de pescado en la artritis reumatoide[98]. Cuando se utilizó aceite de pescado, el uso de AINEs disminuyó significativamente en múltiples estudios[97, 98].
Por otro lado, la suplementación con GLA mejora la actividad de la enfermedad reumática, parecido a lo que ocurre con la suplementación con ácidos grasos omega-3[99, 100].
Además del efecto antiinflamatorio de los ácidos grasos omega-3, la función de los ácidos grasos que ejerce sobre la artritis reumatoide parece ser más amplia. Los estudios de cultivos celulares indican que el omega-3 reduce la expresión de ADAMTS-4 y 5. Estas son las enzimas más importantes que degradan el cartílago. Asimismo, la expresión de MMP-3 y 13 (metaloproteinasas de matriz), factores conocidos en la artritis, se redujo con la adición de omega-3 [101].
Sistema nervioso
En el caso de la esclerosis múltiple (EM), se produce una degradación de la capa aislante (desmielinización) de los nervios mediante reacciones autoinmunes, y la capa aislante (vaina de mielina) de los nervios se ve comprometida, con lo que se reduce la función nerviosa [102]. Es posible que el aumento de los marcadores inflamatorios y el daño oxidativo sean mecanismos subyacentes a la EM progresiva. En la mitad de los pacientes con EM se detectan depresión y otros trastornos psicológicos. Además, la MS puede provocar una desregulación de la insulina. La suplementación con omega-3 puede contribuir a reducir los problemas psicológicos y mejorar la regulación de insulina. Además, la suplementación con omega-3 puede tener un efecto positivo en la EM mediante la regulación de citoquinas y la modulación inmunológica [103].
Los estudios muestran que la EM está relacionada con una escasez de ácidos grasos esenciales en las membranas de los eritrocitos y en los lípidos plasmáticos.
La suplementación con ácidos grasos omega-3 (500 mg DHA + 106 mg EPA) durante 12 semanas en 30 pacientes, en combinación con vitamina D3 (1250 µg dos veces por semana), produjo una reducción significativa de la puntuación de discapacidad en comparación con el placebo [103]. Un estudio más pequeño, de 2 años de duración, concluyó que la suplementación con ácidos grasos omega-3 (0,9 g/día) y vitaminas produjo una reducción significativa de la puntuación de discapacidad y, además, sugirió que en combinación con el asesoramiento nutricional, podría mejorar el resultado clínico en pacientes con EM diagnosticada recientemente [104].
Piel
Los ácidos grasos omega-3 juegan un papel importante en el mantenimiento y equilibrio inmunológico de la piel. Pueden ayudar a curar muchas dermatosis mediante todo tipo de mecanismos. La inhibición de los eicosanoides proinflamatorios desempeña una papel relevante en este respecto. La inhibición de un exceso de citoquinas proinflamatorias, como la TNFa, la IFN-? y la IL-12, también influye en el mantenimiento de la salud cutánea. Más específicamente, los omega-3 influyen en la maduración y diferenciación del estrato córneo, la capa superior de la piel, al igual que en el mantenimiento de la barrera natural, entre otras cosas, mediante la formación y secreción de cuerpos lamelares. Los cuerpos lamelares se secretan por los queratinocitos de la capa dérmica y forman una membrana lipídica que funciona como barrera de agua para mantener la función de barrera de la piel [105].
El efecto de la suplementación con GLA se está estudiando para el tratamiento de la dermatitis atópica. Unos jóvenes recibieron una dosis de 88 mg de GLA dos veces al día, lo que supuso una reducción de los síntomas de dermatitis [106]. La diferencia entre la suplementación con omega-3 y GLA fue estudiada por Jung [107]. La medida tuvo una eficacia comparable a la del grupo de placebo. La suplementación diaria con 2 g de EPA y DHA o con 400 mg de GLA reduce el acné inflamatorio y no inflamatorio [107].
Intestinos
Teniendo en cuenta el efecto regulador de la inflamación de los ácidos grasos, es probable que los ácidos grasos omega-3 tengan un efecto positivo en las enfermedades inflamatorias del intestino.
Un estudio de cohorte observacional muestra que la prevalencia de colitis ulcerosa es menor en pacientes que consumen muchos ácidos grasos omega-3 [108]. Los ácidos grasos omega-3, por tanto, podrían tener un efecto positivo en las enfermedades inflamatorias del intestino.
Vías respiratorias
La proporción de ácidos grasos omega-3 y omega-6 influye en la secreción de citoquinas en las células alveolares humanas [109]. Un consumo de ácidos grasos desequilibrado provoca un aumento en la cantidad de enfermedades inflamatorias, entre ellas, por ejemplo, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (COPD, por sus siglas en inglés) [3]. Se calcula que el efecto de una alimentación poco saludable en la función pulmonar es similar al del tabaquismo crónico [110].
Los niveles de ácidos grasos en adultos muestran que las personas con asma tienen un nivel más bajo de ácidos grasos omega-3 en las células sanguíneas [111]. Además, la ingesta desequilibrada de ácidos grasos omega-3 respecto a omega-6 en niños provoca una mayor incidencia y gravedad del asma (en interiores) [112].
Una investigación in vitro mostró que, al sustituir el suministro de omega-6 por omega-3, disminuyó considerablemente la secreción de citoquinas proinflamatorias (TNF-a, IL-6 e IL-8) en las células alveolares. Con una proporción de omega-3 a omega-6 de entre 1:1 y 1:2 se reducen las citoquinas proinflamatorias. Con una proporción de entre 1:4 y 1:7 aumentan las citoquinas proinflamatorias [109]. En los pulmones, los metabolitos de omega-3 actúan como vasodilatadores y broncodilatadores y, como se ha descrito previamente, los ácidos grasos poseen importantes propiedades antiinflamatorias. Además, los metabolitos de omega-3 resolvina y protectina eliminan los mediadores inflamatorios y fomentan la curación [113].
Obesidad, síndrome metabólico, diabetes de tipo 2
En la actualidad, la obesidad, la resistencia a la insulina, la diabetes y otros problemas de salud se encuentran entre las principales causas de mortalidad en los países desarrollados. Además de la falta de ejercicio, el consumo de alimentos precocinados y, por lo cual, de grasas saturadas, influye mucho en ello [114]. La resistencia a la insulina se asocia con una acumulación de grasa activa a nivel fisiológico, en particular en la cavidad abdominal. En estudios con animales, la suplementación con omega-3 provocó una mejora en la sensibilidad a la insulina y una menor concentración de los lípidos biológicamente activos ceramida y diacilgliceroles, que inhiben la vía de señalización de la insulina. Además, es posible que los ácidos grasos omega-3 afecten a la expresión y secreción de adipocitoquinas, que, entre otras cosas, desempeñan una función importante en la sensación de saciedad y la sensibilidad a la insulina [115].
En estudios de intervención humana, la suplementación con ácidos grasos omega-3 por sí sola parece insuficiente para fomentar la pérdida de peso, y es crucial realizar un cambio en el estilo de vida. Los ácidos grasos omega-3, no obstante, sí que tienen un efecto terapéutico en las complicaciones relacionadas con la obesidad, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares [116].
Síndrome premenstrual, dismenorrea y mastalgia
Es posible que un metabolismo anormal de los ácidos grasos esté implicado en el síndrome premenstrual (SPM) [117]. Parece que los ácidos grasos omega-3 no solo pueden reducir los síntomas psicológicos del SPM, como la depresión, el nerviosismo, la ansiedad y la falta de concentración, sino también los síntomas somáticos, entre otros la hinchazón, el dolor de cabeza y la sensibilidad de los pechos [118].
Durante un ensayo clínico aleatorizado (ECA) con 2 gramos de aceite de krill o aceite de pescado diarios, ambos grupos experimentaron una mejora en el peso, el dolor abdominal y la hinchazón. Solo el grupo que tomó aceite de krill experimentó mejoras significativas en la sensibilidad de los pechos, el estrés, la irritabilidad, la depresión, la sensación de debilidad, las molestias en las articulaciones y la hinchazón. Además, declararon que su estado de alerta, su energía y su bienestar mejoraron. Asimismo, el grupo de krill utilizó menos analgésicos en el periodo perimenstrual [117].
De manera suplementaria, se podría utilizar GLA para tratar los síntomas del SPM. Un estudio mostró una mejora significativa de la duración y severidad del SPM, así como una reducción de la irritación, mediante la suplementación con GLA [119].
Menopausia (entre otros, sofocos)
Durante 8 semanas, 120 mujeres de entre 40 y 55 años con sofocos tomaron o bien EPA (en forma de ésteres etílicos) o un placebo. La cantidad y gravedad de los sofocos se redujo en el grupo experimental [120]. Aparte de los sofocos, a menudo también se experimentan problemas psicológicos y síntomas depresivos durante la menopausia. Los estudios sugieren que el omega-3 puede ayudar a aliviar la depresión. 120 mujeres de mediana edad con problemas de salud mental entre moderados y graves recibieron ésteres etílicos de EPA + DHA o placebo durante 8 semanas. Las mujeres con problemas de salud mental leves se beneficiaron de la medida [121].
Fertilidad
En un estudio con 100 mujeres, se descubrió que los resultados de la inseminación artificial mejoraron con un mayor nivel sérico de omega-3. Un mayor consumo de ácidos grasos omega-3 puede ser beneficioso para aquellas mujeres que se sometan a un tratamiento de fertilidad [122].
Enfermedad del hígado graso no alcohólico
Hasta la fecha, todavía no existe ningún tratamiento claro para la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA). En una extensa revisión de estudios en animales, Masterton [123]muestra que la suplementación con omega-3 puede combatir la enfermedad del hígado graso. Los ratones obesos por deficiencia de leptina, al igual que los seres humanos con obesidad, tienen una mayor lipogénesis hepática, que provoca una grave acumulación de grasa en el hígado. Los ácidos grasos poliinsaturados reducen los síntomas relacionados con la obesidad en animales, como la acumulación de grasa en el hígado y la resistencia a la insulina, probablemente mediante la regulación de los genes metabólicos [124].
En un ECA con niños, los niños con EHGNA recibieron 250 y 500 mg de DHA/día durante medio año, lo que ocasionó una reducción significativa de la acumulación de grasa en el hígado y mejoró la sensibilidad a la insulina [125]. En caso de sobrepeso, un aumento de la alanina aminotransferasa (ALT) sin otras enfermedades hepáticas crónicas indica la presencia de EHGNA. El tratamiento con ácidos grasos omega-3 reduce los niveles de ALT tras 12 meses. Además, la acumulación de grasa en el hígado parece reducirse incluso después de 24 meses [126].
En un estudio con 20 niños con EHGNA que recibieron suplementos con 250 mg de DHA durante 18 meses, se constató, entre otras cosas, una mejora en los parámetros histopatológicos y en los macrófagos inflamatorios del hígado. El DHA, por ejemplo, mejora la supervivencia de los hepatocitos y modula la activación de las células progenitoras hepáticas, así como la inflamación mediante la polarización de macrófagos. Esto es el resultado de la interacción del DHA con elGPR120(receptor 120 acoplado a la proteína G)yNF-?B[127].
Anemia de células falciformes
La anemia de células falciformes se debe a un defecto en el gen de la hemoglobina. Esto hace que los glóbulos rojos tengan forma de hoz, por lo que son más propensos a provocar oclusión vascular. Además, los glóbulos rojos tienen una vida más corta, con lo que puede surgir antes una deficiencia (anemia). La cantidad de ácidos grasos omega-3 (DHA y EPA) es considerablemente inferior en pacientes con anemia de células falciformes. Esto aumenta con la edad y está correlacionado (en niños) con un incremento en los niveles plasmáticos del biomarcador inflamatorio de enfermedades cardiovasculares hs-PCR [128].
La agregación de células sanguíneas, la adhesión al endotelio vascular y la inflamación cumplen una función fundamental en la oclusión de los vasos sanguíneos en esta enfermedad[129]. Los ácidos grasos omega-3 antiagregantes, antiadhesivos, antiinflamatorios y vasodilatadores, y su relación con los ácidos grasos omega-6, podrían influir en la anemia de células falciformes por su función como precursores de los mediadores antiinflamatorios, analgésicos y prorresolutivos generados por estos ácidos grasos en el lugar de la inflamación[128].
Muchos de estos procesos inflamatorios que se han podido documentar en la anemia falciforme pueden ser contrarrestados por el EPA y el DHA. Existe la posibilidad de que la administración de suplementos pueda reducir el dolor en la anemia de células falciformes[128, 129].
Degeneración macular asociada a la edad
Estudios observacionales demuestran que una dieta rica en ácidos grasos omega-3 y aceite de oliva reduce el riesgo de degeneración macular asociada con la edad (DMAE)[130, 131]. El DHA está presente en los fotorreceptores y contribuye a la diferenciación, mantenimiento y protección de las células, así como a la función de la retina. La oxidación del DHA en el fotorreceptor parece tener relación con la DMAE[132, 133]. La DMAE se puede caracterizar por la inflamación; los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA tienen propiedades antiinflamatorias, por lo que pueden cumplir una función importante para prevenir la DMAE[134]. El papel antioxidante y antiinflamatorio de los ácidos grasos omega-3 en la DMAE puede ser apoyado por ejemplo, por el zinc y la vitamina C (AREDS. 2001) Por último, el omega-3 aumenta la densidad del pigmento macular, que tiene una función neuroprotectora contra el estrés oxidativo y la inflamación[135].
Curación de heridas
"Resoleomics" el mecanismo por el cual la cicatrización de la herida se inicia (mediante el "interruptor" de eicosanoides) y se detiene a tiempo. Esto puede funcionar únicamente si se tiene el nivel de los ácidos grasos en equilibrio[8].
La cicatrización de las heridas pasa por cuatro fases, empezando por la hemostasia, en la que los vasos sanguíneos se contraen y la sangre se coagula. El segundo paso es la fase inflamatoria, en la que las células inmunitarias se infiltran en la herida, incluyendo a los
leucocitos polimorfonucleares (PMN). El tercer paso es la fase de proliferación, en la que se forma nuevo tejido, seguida de la fase de remodelación y maduración de tejidos, tras la cual se completa el proceso de cicatrización de la herida[136]. En el caso de las úlceras, por ejemplo, en las que el proceso de cicatrización de la herida no avanza adecuadamente y la herida permanece estancada en la fase inflamatoria, la herida se llena de PMN. Estas células inmunitarias pueden segregar cantidades excesivas de proteasas, como la metaloproteinasa-8 de la matriz y la elastasa de los neutrófilos, lo que provoca la destrucción de los tejidos y una inflamación persistente[137]. El omega-3 pudo reducir las respuestas inflamatorias y la migración de PMN a través del endotelio en modelos inflamatorios[11].
Periodontitis crónica
Si se combina con la aspirina, el omega-3 puede conllevar una reducción satisfactoria de la gingivitis y de la profundidad de sondaje, así como una mejora de la fijación tras el injerto dental. El fluido crevicular gingival mostró una modulación de la expresión de IL-1ß y IL-10. La expresión de IL -1ß contribuye posiblemente al proceso de curación tras la terapia periodontal a través de la estimulación de la liberación de la metaloproteasa de la matriz (MMP) y la proliferación de fibroblastos y mediante la síntesis tanto de colágeno como de colagenasa. Por otro lado, puede que active los osteoclastos y estimule la síntesis de prostaglandina E2, que mejora la resorción ósea. La expresión de IL-10 antiinflamatoria actúa como inmunorreguladora, entre otras funciones, a través de la supresión de las citoquinas proinflamatorias y la estimulación de los antagonistas del receptor de la expresión de IL-1 (IL-1ra)[138].
Osteoporosis (prevención)
En un estudio de intervención de un año de duración en mujeres posmenopáusicas en el que se administró un suplemento de EPA, se pudo observar una mejora de la densidad ósea en comparación con el grupo de placebo[139]. Al parecer, hacer ejercicio también tiene un efecto sinérgico para mantener la densidad ósea y contrarrestar la inflamación. En un estudio en el que se combinó la suplementación con omega-3 y un programa de ejercicio, los marcadores de inflamación TNFa y PGE2 se redujeron y la densidad mineral ósea mejoró[140].
Dolor cervical crónico inespecífico y lumbalgia
Los AINE se recetan sobre todo para el dolor cervical crónico inespecífico y la lumbalgia. No obstante, esto puede conllevar graves complicaciones. El omega-3 puede reducir el dolor, posiblemente por sus efectos antiinflamatorios. En un estudio, 125 pacientes que tomaron 1200-2400 mg de EPA + DHA al día durante 3 meses, respondieron a un cuestionario sobre el dolor. Se llegó a la conclusión que, al igual que en estudios anteriores, el EPA y el DHA conducían a una reducción del dolor similar a la de los AINE, pero con menos efectos secundarios[141].
Contraindicaciones
No existe ninguna contraindicación conocida para el uso de ácidos grasos. No se recomienda tomar aceite de krill si se tiene alergia al marisco.
Dosis
El Gezondheidsraad (Consejo de Salud de los Países Bajos) recomienda que los adultos tomen 200 miligramos al día de ácidos grasos omega 3 que provengan del pescado. No obstante, para mantener la proporción correcta de ácidos grasos, se recomienda una dosis diaria de mantenimiento de 250-500 mg de omega-3 (EPA + DHA).
La dosis terapéutica ideal de ácidos grasos omega-3 por día varía según la afección que se padezca, dependiendo de los resultados que se quiera obtener. En los estudios resumidos anteriormente, las dosis de EPA y DHA se encontraban en un rango de 1-7 g/día. Por lo general, los ácidos grasos esenciales necesitan tiempo para demostrar su eficacia. Los ácidos grasos omega-3 muestran sus efectos en un plazo que va de 4 semanas a unos 4 meses. En el caso del aceite de krill, la dosificación suele ser menor que la del aceite de pescado porque la biodisponibilidad del aceite de krill es mayor[142]. Para el aceite de krill, puede mantenerse una dosis de mantenimiento de 500 mg/día. La dosis terapéutica óptima, diferente según la afección, es de entre 1 y 3 g/día.
Normalmente, se utilizan dosis de entre 250 y 1000 mg de GLA al día, lo que corresponde a entre 1,5 y 5 gramos de aceite de borraja al día. En el caso del aceite de onagra, la dosis incluso se duplica, ya que el aceite de onagra contiene menos de la mitad de GLA que el aceite de borraja. Por lo general, se requieren varias semanas de uso antes de que se pueda percibir alguna mejora.
Seguridad
El uso de ácidos grasos ha demostrado ser seguro y, además, puede utilizarse en dosificaciones más altas en las vías terapéuticas.
Efectos secundarios
Al utilizar dosificaciones elevadas de aceite de pescado (más de 5 gramos de EPA + DHA al día), pueden producirse leves molestias gastrointestinales (diarrea, náuseas y reflujo). Los suplementos de ácidos grasos de baja calidad también pueden provocar síntomas como náuseas y reflujo en dosificaciones bajas. Por tanto, trate de utilizar en todo momento un suplemento de ácidos grasos que sea de alta calidad.
Por lo que sabemos, el aceite de GLA no causa ningún efecto secundario en la dosificación indicada. Al usar aceite de GLA en grandes cantidades existe riesgo de diarrea.
Interacciones
Anticoagulantes y antihipertensivos
Los ácidos grasos omega-3 tienen un efecto antitrombótico y antihipertensivo, por lo que pueden provocar hemorragias (internas) y reducir aún más la presión arterial en pacientes que toman anticoagulantes o fármacos antihipertensivos, que tienen una deficiencia de vitamina K o que toman otros medicamentos que inhiben la coagulación de la sangre (como la aspirina). No obstante, esto rara vez se observa en la práctica y únicamente se aplica a dosificaciones elevadas de ácidos grasos omega-3 (más de 5 gramos de EPA + DHA). En estos casos se recomienda reducir la dosis.
Antidiabéticos
Los pacientes diabéticos que toman fármacos hipoglucemiantes orales deben tener precaución a la hora de tomar ácidos grasos omega-3. Los estudios en animales demuestran que el DHA mejora los niveles de insulina y de azúcar en sangre. Así que, en teoría, el DHA puede interferir con los efectos de los fármacos antidiabéticos.
Orlistat
El orlistat, el fármaco que inhibe la absorción de las grasas en el intestino, también puede reducir la absorción del EPA, DHA y GLA. Por ello, hay que evitar la ingesta simultánea y dejar un margen entre la toma de los ácidos grasos y del fármaco de al menos 2 horas.
Sinergismo
Los ácidos grasos insaturados son susceptibles de oxidarse, incluso una vez ingeridos. Un buen suplemento de ácidos grasos contiene antioxidantes como la vitamina E para proteger los ácidos grasos. Además, esta protección se puede reforzar gracias a la ingesta simultánea de un suplemento de vitamina E.
Los estudios en animales demuestran que la ingesta de flavonoides a la vez que los ácidos grasos omega-3 da lugar a valores más altos de EPA/DHA en la sangre que cuando únicamente se toman suplementos de ácidos grasos omega-3. Ingerir un suplemento de flavonoides o un alimento rico en flavonoides puede contribuir a la biodisponibilidad o la acción de los ácidos grasos omega-3[143].
Junto con la colina, los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA forman una combinación sinérgica de sustancias para el desarrollo del cerebro que también favorece un metabolismo normal de las grasas. Un estudio indica, por ejemplo, que el desarrollo neurológico es mejor cuando la madre recibe suplementos de colina y ácidos grasos omega-3. Este desarrollo es mejor debido a los nutrientes sinérgicos[144].
El aceite de oliva favorece la incorporación de los ácidos grasos o la absorción de los mismos en el intestino. La ingesta simultánea de aceite de oliva con ácidos grasos omega-3 aumenta la biodisponibilidad de los ácidos grasos omega-3. Este método de suplementación se puede utilizar de forma eficaz, por ejemplo, en el reumatismo[145].
La vitamina A cumple una función sinérgica en la protección contra la respuesta inflamatoria en la EM. Los ácidos grasos omega-3 tienen una función neuroprotectora que la vitamina A respalda, entre otras cosas, al inhibir la expresión genética de las citoquinas proinflamatorias. La combinación de omega-3 y vitamina A es más fuerte que sus efectos de forma individual[146].
Varios estudios han concluido que la suplementación simultánea con omega-3 y altas dosis de vitamina D3 puede ser eficaz para el tratamiento/prevención de la diabetes. Un estudio de caso ha demostrado que la suplementación con omega-3 y vitamina D mejoró la homeostasis de la glucosa en comparación con el estado inicial[147]. Los suplementos de vitamina D3 y omega-3 también son beneficiosos para las mujeres con diabetes gestacional, y la combinación es más eficaz que la vitamina D3 o los suplementos de omega-3 por separado[148].
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