Un 90 % de la microbiota está compuesta por bacterias, aunque también contiene arqueas, hongos, algas, protistas y virus. El microbioma intestinal es el más conocido y el más grande de todos en nuestro organismo, sin embargo, hay un gran número de microorganismos que también están presentes en otros lugares, como la piel, la boca y la vagina. Según una de las estadísticas más mencionadas en relación con el microbioma, hay unas diez veces más células bacterianas dentro y fuera del cuerpo humano que el número total de células del propio cuerpo organismo. Sin embargo, en investigaciones más recientes se ha demostrado que una proporción de aproximadamente 1:1 sería más acertado.
La salud intestinal es el resultado de una interacción entre miles de millones de bacterias beneficiosas (probióticas) y desfavorables (patógenas). La salud general de los seres humanos depende en gran parte del grado de equilibrio del microbioma. Es por ello que un microbioma intestinal equilibrado es absolutamente esencial para estar saludables. La elección de los alimentos adecuados puede estimular el crecimiento de la microbiota beneficiosa que ya hay presente en el organismo. Por otra parte, la suplementación con cepas probióticas puede ayudar en procedimientos terapéuticos para restablecer el equilibrio microbiano.
En resumen
El microbioma intestinal y el estado general de la salud humana están interconectados. Existe una comunicación bidireccional constante entre el intestino, el microbioma y otros órganos y sistemas del cuerpo, como el cerebro (eje intestino-cerebro), el sistema inmunitario, la piel y los músculos. Padecer de un desequilibrio en el microbioma intestinal suele ser la causa principal de las alergias, las afecciones cutáneas alérgicas, la hipersensibilidad alimentaria, el asma y otros numerosos trastornos del sistema inmunitario. Además, el microbioma parece ser parte importante en el funcionamiento psicológico. En las primeras fases de la vida ya puede existir un desequilibrio debido al tipo de nacimiento, el estrés y la nutrición, aunque también lo puede haber en fases posteriores de la vida por el estrés, la nutrición, la medicación y el estilo de vida, factores que pueden influir en el equilibrio microbiano. Aparte del microbioma intestinal, existen otras barreras corporales con el mundo exterior en las que los buenos microorganismos son parte esencial.
Según unos estudios epidemiológicos se ha demostrado que, entre otras cosas, existe una relación significativa entre la periodontitis y las enfermedades crónicas como la diabetes de tipo II, las enfermedades cardiovasculares, la obesidad y, posiblemente, las enfermedades neurológicas como la enfermedad de Alzheimer. La barrera oral es, por tanto, una barrera corporal en la que los microorganismos cumplen una función importante. Los probióticos se pueden usar de forma periódica para estimular el equilibrio del microbioma. Los probióticos pueden utilizarse asimismo para procedimientos terapéuticos; en esta monografía podrá encontrar más información sobre ello.
Se denomina microbioma al conjunto de los microorganismos que residen en la superficie o el interior de un organismo. El microbioma intestinal es el más conocido y el más grande que hay en nuestro organismo, con hasta 1014 microorganismos, aunque hay un gran número de microorganismos que también están presentes en otros lugares, como en la piel, en la boca y en la vagina. El microbioma y el cuerpo están conectados mediante una comunicación bidireccional constante. A esta cooperación bilateral beneficiosa también se la conoce como simbiosis mutualista.
Disponer de un equilibrio de las diferentes cepas de bacterias en las barreras de defensa del cuerpo es beneficioso para el estado de salud en general. Al equilibrio microbiológico también se le denomina eubiosis y se caracteriza por una gran diversidad de cepas y una interacción saludable entre el microbioma y el huésped. Tener un microbioma equilibrado favorece a la salud humana. Cuando se produce un desequilibre en el microbioma, se denomina disbiosis. Asimismo, una disbiosis se describe como una baja diversidad de microorganismos[1]. Debido a sus implicaciones negativas para la salud del huésped, se denomina estado patobiómico, en la que "pato" significa enfermedad o trastorno.
Antiguamente, los microorganismos se dividían solo en dos grupos, las bacterias buenas (probióticas) y las malas (patógenas). Hoy en día sabemos que el microbioma está formado por muchos microorganismos diferentes que, idealmente, conviven en armonía. Los microorganismos "malos" suelen estar ya presentes en un microbioma sano y contribuyen al equilibrio saludable; ciertos microorganismos pueden tener consecuencias negativas solo cuando son alterados[1].
A la hora de observar los distintos tipos de microorganismos en las heces de sujetos saludables, podemos encontrar diferencias relativamente grandes. No obstante, cuando los investigadores analizaron la capacidad metabólica del microbioma, se comprobó que la composición entre los sujetos saludables era muy parecida[2]. Los investigadores compararon qué procesos metabólicos eran capaces de realizar los microorganismos, por ejemplo la producción de cofactores y vitaminas, la síntesis de aminoácidos y el metabolismo de las purinas. Por lo tanto, a la hora de definir un microbioma saludable, la capacidad metabólica del microbioma puede que sea mucho más importante que su composición en función de las diferentes cepas y especies[2].
Figura 1las barras verticales muestran las muestras del microbioma en siete zonas diferentes del cuerpo. a: basado en los filos microbianos b: basado en la ruta metabólica. La leyenda muestra el filo/ruta metabólica más común[2].
A continuación, se describe en más detalle qué beneficios tiene un microbioma equilibrado sobre la salud.
Los alimentos que ingerimos son digeridos en el tracto gastrointestinal, y posteriormente las sustancias resultantes son absorbidas en el intestino. En este proceso, los nutrientes atraviesan la barrera que separa el mundo exterior del interior. Aparte de la digestión de los alimentos, el intestino es también el principal órgano inmunitario de nuestro organismo, ya que a través de la gran superficie de la pared intestinal se encuentra en contacto constante con el mundo exterior. La función inmunitaria se hace importante porque, aparte de nutrientes, el contenido intestinal puede contener cuerpos extraños, sustancias tóxicas y bacterias patógenas.
Las bacterias probióticas inhiben el crecimiento de organismos patógenos en el tracto gastrointestinal. Compiten por el alimento y el espacio disponibles, excretando metabolitos como ácidos grasos de cadena corta, ácidos lácticos y otros ácidos orgánicos, y sustancias antibióticamente activas conocidas como bacteriocinas[3]. Gracias a ello se crea un entorno para que los patógenos no puedan prosperar ni tener la oportunidad de poder dominar.
Los ácidos grasos de cadena corta producidos por el microbioma intestinal nutren el epitelio intestinal, lo que da lugar a que el epitelio intestinal esté sano. Un epitelio intestinal sano significa tener una fuerte barrera (defensa) al asegurar, entre otras cosas, unas fuertes uniones estrechas (proteínas de conexión que regulan selectivamente la entrada y salida de agua y soluciones acuosas entre el lumen y el medio interno). Las uniones estrechas mantienen así la permeabilidad de la pared intestinal. Un microbioma saludable proporciona un buen equilibrio de la permeabilidad intestinal, evitando que los patógenos entren en el torrente sanguíneo desde el intestino[4,5].
La barrera intestinal está formada por el epitelio intestinal y mucosa intestinal. La mucosa es segregada por células caliciformes especializadas, formando de esta forma una barrera entre los microorganismos y el epitelio intestinal. La mucosa es una sustancia gelatinosa que consigue limitar el movimiento de las las partículas más grandes, inhibiendo así físicamente a los patógenos, a la vez que los nutrientes se mueven fácilmente a través de ella. La mucosa también contiene sustancias inmunológicas, como las inmunoglobulinas y la lisozima, que le confieren una importante función de defensa contra los agentes patógenos. El microbioma influye en el grosor y la composición de la capa de mucosa[5]. De esta forma, el microbioma intestinal influye en las concentraciones de inmunoglobulinas en la capa mucosa del intestino[4]. El microbioma también influye en el grado de permeabilidad intestinal al influir en las uniones estrechas que soportan la conexión entre las células epiteliales y afectan al transporte transcelular[5].
Los receptores tipo Toll (TLR, toll-like receptoren) cumplen una función en la comunicación entre el intestino y los microorganismos. Estos receptores forman parte del sistema inmunitario inespecífico y reconocen moléculas asociadas a amenazas, como los lipopolisacáridos (LPS). En el momento que los TLR reconocen a los patógenos, se activa una respuesta inmunitaria[6]. Los niveles elevados de LPS se dan en diferentes afecciones como la obesidad, la diabetes de tipo 2 y la enfermedad de Alzheimer. Los probióticos reducen los niveles de inflamación al fortalecer la pared intestinal, impidiendo así que los LPS pasen la pared intestinal[7]. Además, los probióticos regulan la expresión genética de los TLR[8].
El microbioma es muy importante para el desarrollo del sistema inmunitario en los recién nacidos. Durante el nacimiento, el bebé entra en contacto con diferentes microorganismos, lo que supone el inicio del desarrollo del microbioma. El microbioma materno durante el embarazo y el parto determina la composición del microbioma neonatal[9]. El microbioma interactúa activamente con el sistema inmunitario y, entre otras cosas, influye en la homeostasis inmunitaria en el tejido linfoide asociado al intestino (GALT, gut-associated lymphoid tissue). Un microbioma alterado en la madre durante el embarazo y el parto conducen a anomalías en el microbioma del bebé. Esto puede provocar problemas de salud (relacionados con el sistema inmunitario) en el bebé, aunque esto puede darse también en una edad posterior[10,11].
Un microbioma favorable en la cavidad oral forma una barrera física y química (biofilm) sobre los tejidos orales, impidiendo el crecimiento y la adherencia de patógenos[12]. Un microbioma oral saludable también tiene un efecto antiinflamatorio al inhibir la producción de citoquinas, entre otros, y tiene un efecto antimicrobiano al estimular el sistema inmunitario inespecifico[13].
Todos los sistemas están conectados en nuestro organismo. El intestino está conectado al sistema nervioso central (SNC) mediante el sistema nervioso entérico (SNE) específico del intestino[14]. La conexión entre el SNE y el SNC también se denomina eje intestino-cerebro. Además de la interacción entre el intestino y el cerebro, el sistema inmunitario también está conectado a estos sistemas neurológicos. Todo indica que el microbioma cumple una función importante en la interacción entre el intestino y el cerebro[15].
El microbioma es responsable de la producción de varios neurotransmisores que también se encuentran en el cerebro, por ejemplo el ácido gamma-aminobutírico (GABA). El GABA desempeña un papel importante en la regulación del movimiento, la presión arterial y la percepción del dolor, y los niveles bajos de GABA se han relacionado con trastornos de ansiedad y depresión. El GABA, por otra parte, probablemente no es capaz de atravesar la barrera hematoencefálica directamente. El GABA procedente de los alimentos y como metabolito del microbioma bien podría tener una influencia positiva en el cerebro a través del eje intestino-cerebro [6,16].
Además de la producción de neurotransmisores, el microbioma tiene otra interesante influencia en el cerebro. El microbioma es capaz de activar las células enterocromafines (CE), células responsables de la producción de serotonina en el intestino El intestino es responsable de ~90 % de la producción total de serotonina en el cuerpo [17]. Los receptores de serotonina en el intestino se encuentran en los enterocitos, el SNE y en las células inmunitarias. En primer lugar, la serotonina desempeña un papel importante en la motilidad intestinal, la secreción de jugos digestivos y la respuesta inmunitaria [17]. Además, la serotonina es probablemente un elemento clave en la comunicación entre el intestino y el cerebro. La serotonina no puede atravesar la barrera hematoencefálica, pero es probable que la comunicación se produzca a través del SNE y el nervio vago, la principal conexión nerviosa entre el cerebro y los intestinos [18]. Así, a través del intestino y el microbioma, la serotonina posiblemente desempeñe un papel importante en la función neurológica [19].
La inflamación y un desequilibrio en el microbioma pueden impedir o alterar la producción de neurotransmisores, lo que da lugar a diversas psicopatologías, entre ellas la depresión [18]. A la inversa, el estrés también puede causar un desequilibrio en el microbioma [6,20]. Un vínculo crucial entre el estrés y el microbioma es el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA). El eje HHA es el principal sistema neuroendocrino que regula los procesos corporales en respuesta a los estresores psicológicos y a los estresores físicos y asegura una respuesta adecuada al estresor [21]. A través del eje HHA, el estrés influye en la composición del microbioma, la activación inmunitaria y, en última instancia, en la salud y el comportamiento en general [22,23].
Los organismos probióticos contribuyen al proceso digestivo. Los componentes no digeribles de la dieta, como las fibras alimentarias, son digeridos por el microbioma hasta convertirlos en ácidos grasos de cadena corta. Los ácidos grasos de cadena corta sirven entonces como fuente de energía para el epitelio intestinal. Además, existen microorganismos con enzimas especializadas que favorecen la digestión de los alimentos [24]. Por ejemplo, hay microorganismos que producen lactasa y, por tanto, favorecen la descomposición de la lactosa [25].
Los ácidos grasos de cadena corta producidos por el microbioma reducen la acidez (pH) del intestino. Un entorno ácido, caracterizado por un pH bajo, es favorable para la absorción de minerales como el calcio, el magnesio y el zinc. De este modo, el microbioma influye favorablemente en la absorción de nutrientes [26].
Desactivación de las enzimas digestivas
El microbioma desempeña un papel importante en la desactivación de las proteasas digestivas. Algunas bacterias probióticas producen la enzima beta-glucoronidasa, una enzima que convierte el glucurónido de la bilis en bilirrubina no conjugada. La bilirrubina no conjugada inhibe las proteasas digestivas tripsina y quimotripsina. El microbioma evita así que las enzimas digestivas dañen la pared intestinal [27].
La motilidad intestinal es la capacidad del intestino para impulsar los alimentos en el tracto intestinal. Para la motilidad intestinal, el sistema nervioso entérico (SNE) es el más importante. El microbioma desempeña un papel en la motilidad del intestino de diversas maneras. Entre otras cosas, el microbioma es importante para el desarrollo del SNE y los productos de fermentación del microbioma pueden influir positivamente en la función del SNE [28,29]. Además, los ácidos grasos de cadena corta tienen un impacto directo en la contracción muscular del intestino [30,31]. Asimismo, el microbioma desempeña un papel en el metabolismo de la bilis y la secreción de mucosidad. La bilis es importante para la consistencia de las heces [31,32], el microbioma contribuye a ello metabolizando los ácidos biliares. Además, la bilis también influye en el sistema nervioso central y estimula la motilidad intestinal. La secreción de mucosidad es estimulada por microorganismos específicos. La mucosidad desempeña una función lubricante e influye en el patrón de evacuación intestinal [29,33].
Los microorganismos del intestino pueden producir vitaminas, incluidas las vitaminas B hidrosolubles tiamina (B1), riboflavina (B2), niacina (B3), ácido pantoténico (B5), piridoxina (B6), biotina (B8), folato (B11), cobalamina (B12) y vitamina K [34]. Algunas de estas vitaminas pueden ser absorbidas en el colon y desempeñan un papel dentro de la salud general y apoyan el sistema inmunológico en el intestino. Por ejemplo, la riboflavina y el folato intervienen en la activación de células T específicas [35]. Las bajas concentraciones de vitamina B y la falta de bacterias productoras de vitamina B están asociadas a problemas de salud como la diabetes de tipo 2 y el síndrome del intestino irritable [34].
Antes se pensaba que el bebé permanecía completamente estéril en el vientre materno, pero las investigaciones actuales demuestran que no es así [23]. Durante el embarazo, la madre transfiere bacterias al feto y, como resultado, comienza el desarrollo del microbioma. El microbioma materno durante el embarazo y la exposición de la madre durante el embarazo a diversas cepas de bacterias afectan al desarrollo del microbioma, al sistema inmunitario y a la salud del feto [36–38]. La suplementación con probióticos durante el embarazo es una forma de influir positivamente en la salud del niño [39]. Durante el parto, el bebé entra en contacto con nuevos microorganismos que colonizan el intestino. Un parto vaginal natural provoca la colonización del intestino del bebé con bifidobacterias, entre otras. El intestino de los bebés nacidos por cesárea contiene menos cepas de bifidobacterias y esta diferencia puede ser un factor de riesgo en la vida posterior para el desarrollo de enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario y anomalías metabólicas [36,40].
Posteriormente, la lactancia materna es una parte importante en el desarrollo del microbioma intestinal. Además de nutrientes, la leche materna contiene anticuerpos, citoquinas, ciertas proteínas (como la lactoferrina) y oligosacáridos (HMO - Human Milk Oligosaccharides) que favorecen el desarrollo del sistema inmunitario y del microbioma intestinal. Asimismo, la leche materna contiene cepas de bacterias, como los lactobacilos y las bifidobacterias. Esto asegura que el bebé reciba continuamente bacterias beneficiosas para construir un microbioma saludable y desarrollar un sistema inmunitario fuerte [36,41].
Los dos primeros años de vida son cruciales para el desarrollo del niño, ya que es cuando el microbioma se desarrolla y acaba estabilizándose. La transición de la lactancia materna a la alimentación sólida desempeña un papel importante en este aspecto, ya que la composición del microbioma sufre entonces importantes cambios [42]. Estos cambios son perceptibles hasta la edad de 2 o 3 años, después de lo cual el microbioma suele permanecer bastante estable [43]. Cuanto más variada sea la dieta del niño, más diversa será la composición del microbioma y más se parecerá a un microbioma adulto sano. Las fibras prebióticas y los alimentos ricos en proteínas desempeñan un papel importante en este aspecto, en parte porque la fibra alimenta bacterias intestinales específicas y, por tanto, estimula el crecimiento [44]. La suplementación con probióticos puede influir en el desarrollo del microbioma, para apoyar el desarrollo normal, pero también como actuación terapéutica [42].
La composición del microbioma de un adulto suele ser bastante constante, incluso a lo largo de varios años [45,46], pero es individualmente diferente. Los factores ambientales representan entre el 22 y el 36 % de la variación entre individuos; por tanto, estos factores ambientales tienen una gran influencia en la composición del microbioma [23]. La composición del microbioma puede cambiar debido, por ejemplo, a un cambio en la dieta, a la toma de antibióticos, a la medicación o a una infección por patógenos [47,48]. Fumar, el estrés y tener mascotas son factores ambientales que también afectan al microbioma [23]. Además, la suplementación con probióticos o prebióticos puede alterar la composición del microbioma [49].
La diversidad del microbioma se deteriora en la última fase de la vida. Principalmente, se encuentran cambios en el número de bifidobacterias [50]. La composición del microbioma puede cambiar debido a una combinación de varios factores, como un cambio en el estilo de vida, cambios en la dieta y medicación [51].
El microbioma oral se crea a la vez que el microbioma intestinal. La cavidad bucal alberga más de 700 especies diferentes de bacterias; este entorno enormemente diverso también alberga hongos, virus, arqueas (bacterias primordiales) y protozoos [52]. Las bacterias más comunes en el microbioma oral son los lactobacilos, los estafilococos, Streptococcus mutans y Porphyromonas gingivalis[53]. Especialmente estos dos últimos comensales son benignos siempre que haya un equilibrio. Cuando hay un desequilibrio,S. mutans y P. gingivalis juegan un papel dentro de las patologías (orales).
La dieta, el uso de antibióticos, el cepillado de dientes y el uso de enjuagues bucales influyen en la composición del microbioma oral. Los cambios en estos factores pueden modificar el microbioma oral [12,54].
Los alimentos con cepas probióticas y los suplementos probióticos contienen microorganismos vivos, que tienen que pasar por el tracto gastrointestinal para llegar al intestino grueso. Sin embargo, el estómago está hecho para digerir los alimentos y mantener fuera a los patógenos. Por tanto, los efectos beneficiosos de los probióticos dependen en parte del grado de supervivencia de los microorganismos. Los factores que pueden afectar a la supervivencia de los microorganismos son la composición de los alimentos, la forma del suplemento, el tipo de microorganismo y las interacciones con el microbioma [55]. Gran parte de la investigación sobre la supervivencia de los probióticos en el tracto gastrointestinal se realiza con sistemas modelo in vitro [56–58].
En el intestino, los microorganismos tienen su propio metabolismo e influyen en el del huésped. Por ejemplo, los microorganismos desempeñan un papel en la digestión (fermentación) de nutrientes no digeridos, como la fibra [59]. Además, el microbioma favorece el metabolismo de los ácidos grasos y del colesterol [60] y los microorganismos metabolizan fitoquímicos [61]. Los productos de la fermentación son absorbidos por el intestino o salen del cuerpo con las heces [59].
Un microbioma sano produce metabolitos que son importantes para la salud del huésped. Por ejemplo, los ácidos grasos de cadena corta son importantes para la salud de las células de la pared intestinal [59]. Los metabolitos de los fitoquímicos también tienen propiedades beneficiosas para la salud; por ejemplo, un metabolito del tanino de la granada actúa contra el envejecimiento mitocondrial [61].
Algunos metabolitos del microbioma, los microorganismos muertos y otros productos de desecho se excretan con las heces [59].
Cuando se trata de probióticos, generalmente no se habla de una deficiencia sino de un desequilibrio. Un desequilibrio en el microbioma puede tener efectos adversos para la salud. Los probióticos pueden restablecer el equilibrio del microbioma. Un desequilibrio puede producirse como resultado de un parto por cesárea, el uso de antibióticos u otros medicamentos [62], una dieta unilateral o baja en fibra, el estrés crónico, las toxinas ambientales y las enfermedades infecciosas, pero también puede producirse con diversos trastornos [63].
Los antibióticos matan las bacterias. Por tanto, el uso de antibióticos puede alterar la composición del microbioma al eliminar no sólo las bacterias perjudiciales sino también las beneficiosas. Este cambio en la composición puede afectar a la salud (intestinal) [64]. Especialmente la cantidad de bifidobacterias baja cuando se usan antibióticos [62].
Al nacer por cesárea, el bebé no entra en contacto con las bacterias beneficiosas que deberían colonizar los intestinos. El intestino de los bebés nacidos por cesárea contiene menos bifidostemas y la diferencia en la composición del microbioma puede causar problemas de salud [36,40,65].
Los bebés que no fueron alimentados con leche materna, sino con fórmula infantil, tienen una composición diferente del microbioma. Varios estudios muestran que los bebés que fueron alimentados con fórmula infantil en lugar de leche materna tienen un mayor riesgo de problemas de salud porque no tienen los beneficios de la protección inmunológica y la construcción del microbioma [36].
Las investigaciones demuestran que las personas con síndrome de intestino irritable (SII), o con inflamación crónica en el intestino como es el caso de la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, tienen un desequilibrio en el microbioma [66–68].
El microbioma depende de los nutrientes de la dieta. Una dieta saludable que apoya el microbioma intestinal contiene mucha fibra prebiótica, así como grasas y fitoquímicos. Una dieta desequilibrada puede causar un desequilibrio en el microbioma. Por ejemplo, una dieta alta en grasas saturadas y baja en fibra se asocia con cambios en el microbioma intestinal, cambios en los productos de fermentación bacteriana y cambios en la función de la pared intestinal [69,70].
Además del microbioma intestinal, el microbioma oral también depende de la dieta. El equilibrio puede verse alterado y dar lugar a un crecimiento excesivo de patógenos orales. Esta disbiosis del microbioma oral es una de las principales causas de la gingivitis y la periodontitis [71].
El estrés puede provocar una disbiosis en el microbioma intestinal. La influencia del estrés en el intestino se controla principalmente a través del eje HHA. El eje HHA proporciona una respuesta física a los estresores psicológicos y físicos [22,23]. Estos factores de estrés psicológico pueden incluir sensación de angustia, pensamientos depresivos, culpa o vergüenza. Además, las poblaciones microbianas pueden determinar la respuesta al estrés del huésped. Se trata, por tanto, de una relación bidireccional [72].
Early life stress (Estrés en los primeros años de vida)
Early life stress (Estrés en los primeros años de vida) es el estrés crónico durante la primera infancia y la niñez. Especialmente la exposición al estrés en los primeros años de vida tiene un gran impacto en el desarrollo del microbioma. Esto incluye el periodo intrauterino y los primeros 10 años de vida [72]. Early life stress (Estrés en los primeros años de vida) es de tal influencia que en diversos estudios se ha relacionado con el desarrollo del síndrome del intestino irritable y de psicopatologías en la vida posterior [73,74], entre otras cosas. El papel exacto y el mecanismo de acción del estrés de los primeros años de vida sobre el desarrollo del microbioma y su relación con las (psico)patologías siguen siendo objeto de investigación.
La composición del microbioma cambia a lo largo de la vida. Las personas mayores tienen un microbioma menos diverso, hay un cambio en las especies dominantes y hay menos microorganismos "buenos". Por ejemplo, hay una disminución de la cantidad de bifidobacterias[50]. Este cambio en el microbioma modifica la función inmunitaria y la digestión de los alimentos en el intestino, entre otras cosas. Esto puede causar deficiencias en nutrientes específicos y comprometer la función inmunitaria del organismo. El cambio en la composición del microbioma en los ancianos está posiblemente causado por (los cambios en) el estilo de vida y la dieta [75].
Los suplementos probióticos contienen factores microbianos que estimulan la salud (intestinal). A pesar de que los microorganismos muertos también parecen tener un efecto sobre la salud (intestinal) [76] la mayoría de los suplementos probióticos contienen microorganismos vivos. Las cepas probióticas específicas del suplemento pueden ser seleccionadas para la población objetivo o la aplicación terapéutica.
El microbioma de este grupo de edad difiere mucho del microbioma de los adultos. En primer lugar, el bebé entra en contacto con diferentes cepas de lactobacilos durante el parto. Al amamantar, las bifidobacterias se mezclan en el microbioma [38]. Por lo tanto, un suplemento con lactobacilos o bifidobacterias puede ayudar a construir el microbioma y restaurar o prevenir la disbiosis en bebés y niños. [77].
En los adultos, el tipo de cepa suele depender de la aplicación. Existen probióticos para mantener un intestino sano, pero también hay varias cepas probióticas con aplicaciones terapéuticas científicamente probadas. A continuación, se describen una serie de cepas que pueden encontrarse en el intestino y que pueden aplicarse en suplementos probióticos; en la sección "aplicaciones" se describen las aplicaciones terapéuticas.
Los lactobacilos son una de las especies bacterianas más importantes que se encuentran en el intestino, y la primera con la que el intestino entra en contacto al nacer. Además, los lactobacilos se encuentran en la cavidad oral y en la vagina. Los lactobacilos spp. son una parte importante de un microbioma intestinal saludable porque apoyan la resistencia del huésped[78]. Hay una gran diversidad de lactobacilos spp. presentes en el intestino [79], al suplementar diferentes cepas de lactobacilos, se estimula y apoya la diversidad del intestino.
Las bifidobacterias son una de las cepas de bacterias dominantes en el intestino y una composición saludable de bifidobacterias está relacionada con una buena salud (intestinal). Las bifidobacterias tienen propiedades antibacterianas contra las bacterias patógenas, especialmenteB. infantis y B. longum [80]. La cepa de bifidobacterias dominante en los recién nacidos, es B. longum seguida de B. bifidum. En las madres, B. longum es dominante, seguido de B. adolescentis[81]. B. breve es uno de los probióticos más utilizados en niños y muestra buenos resultados terapéuticos en niños y adultos. Las bifidobacterias se suele suplementar en combinación con cepas de lactobacilos [82].
Los enterococos son bacterias lácticas que se encuentran en el intestino. Los enterococos pueden dividirse en dos grupos, las especies beneficiosas que forman parte del microbioma y las especies perjudiciales que han creado resistencia a los antibióticos desde la década de 1970. Los enterococos beneficiosos del intestino son una parte importante del microbioma natural del intestino y comprenden alrededor del 1 % del microbioma total de los adultos. Los probióticos que contienen enterococos beneficiosos han demostrado ser seguros y contribuyen a una biodiversidad saludable en el intestino [83,84].
Los estreptococos son bacterias lácticas que se encuentran casi inmediatamente después del nacimiento en la boca, la cavidad nasal y el intestino del bebé [85]. Streptococcus thermophilus es uno de los pocos estreptococos utilizados en alimentos y suplementos, muchas otras especies son patógenas. Los probióticos que contienen Streptococcus thermophilus pueden utilizarse para apoyar el microbioma natural [86].
Las bacterias formadoras de esporas son aquellas que pueden formar una endospora. En la espora, la bacteria puede sobrevivir en condiciones desfavorables y volver a crecer en condiciones favorables. En el caso de los probióticos, las bacterias formadoras de esporas son interesantes porque los propios suplementos son muy estables y pueden almacenarse bien. Las esporas sobreviven sin problemas al ambiente ácido del estómago y, por tanto, llegan intactas al intestino. El formador de esporas Bacillus coagulans se utiliza principalmente de forma preventiva, pero también tiene aplicaciones terapéuticas [87,88].
Las bifidobacterias (especialmente B. longum, B. breve y B. lactis) y los lactobacilos son importantes para restablecer el equilibrio del microbioma en las personas mayores [75].
A menudo, los suplementos probióticos se formulan como productos de amplio espectro o con un número limitado de cepas en dosis elevadas. En los estudios científicos, en ocasiones se utiliza un número limitado de cepas en dosis elevadas, en parte debido a la atribución de la eficacia a un único componente. Sin embargo, debido a la diversidad natural y a la composición personal única del microbioma, se recomienda un suplemento probiótico con una amplia variedad de cepas [89].
Investigaciones recientes demuestran que determinadas bacterias probióticas tienen un efecto beneficioso sobre el microbioma oral y un efecto inhibidor sobre los patógenos orales. En particular, los lactobacilos son capaces de restaurar o mantener la simbiosis del ecosistema microbiano en la boca [90].
Los lactobacilos más comunes en la cavidad oral son Lactobacillus plantarum, L. rhamnosus, L. fermentum y L. salivarius, L. acidophilus, L. crispatus, L. dasseri, L. casei y L. paracasei. Las personas con enfermedades dentales crónicas tienen una menor diversidad del microbioma oral (una media de 2,1 especies) que las personas sanas (una media de 3,2 especies) [90].
La composición del microbioma vaginal está dominada por Lactobacillus, alrededor del 70 % (60-93 %) del microbioma vaginal está formado por Lactobacillus spp. [91,92]. Los probióticos vaginales que contienen lactobacilos (por ejemplo, Lactobacillus rhamnosus) ayudan a equilibrar el ecosistema vaginal disminuyendo el pH y restaurando el desequilibrio microbiano [93].
Existen diferentes opiniones sobre cuál es el mejor momento para tomar probióticos. En principio, la mayoría de las bacterias sobreviven en caso de que encuentren poco ácido estomacal, enzimas digestivas y bilis, y si no tienen que permanecer demasiado tiempo en las condiciones del estómago. La transportación por el estómago es relativamente más rápida cuando el estómago se encuentra vacío.
Respecto a la acidez, la ingesta de probióticos es más beneficiosa cuando se hace por la mañana en ayunas, antes del desayuno, y por la noche, antes de ir a dormir. Durante las comidas, el tránsito estomacal se hace mucho más lento y también hay más presencia de bilis y enzimas digestivas, sobre todo si la comida contiene muchas grasas o proteínas.
Los suplementos probióticos pueden administrarse en polvo, cápsulas, comprimidos o en forma líquida. Las concentraciones en polvo se conservan mejor en bolsitas con el fin de mantener la viabilidad de las cepas bacterianas. Para las cápsulas probióticas, es recomendable escoger la cápsula de liberación retardada resistente al ácido estomacal (también llamada delayed released o cápsula LR). Una cápsula LR garantiza que pueda pasar de forma intacta a través del estómago, lo que protege la viabilidad de las cepas bacterianas. Los comprimidos son la opción menos adecuada para la ingesta de probióticos (exceptuando el Bacillus coagulans), ya que el proceso de comprimidos afecta a la viabilidad de las cepas bacterianas. Los probióticos en forma líquida son ideales para su suministro en bebés y niños pequeños.
Probióticos en niños
No solo los adultos pueden beneficiarse de los probióticos, sino también los bebés y los niños. Después del parto, el bebé entra por primera vez en contacto con los lactobacilos. Por ello, los lactobacilos se utilizan a menudo en los suplementos probióticos para bebés y niños pequeños. No obstante, la cepa utilizada dependerá de la edad del usuario y de la aplicación. Por esa razón, a continuación encontrará más información sobre las diferentes aplicaciones de los probióticos. La descripción de las aplicaciones se basa en estudios científicos.
En la presente monografía se señalan como tales las aplicaciones en bebés y niños que han sido objeto de numerosas investigaciones científicas. Por ejemplo, se han realizado muchos estudios sobre el efecto de los probióticos en el tránsito intestinal. En el capítulo sobre el tránsito intestinal se describe por separado cómo se han aplicado los probióticos en estudios científicos en bebés y niños, por un lado, y en adultos, por otro.
Los tratamientos terapéuticos en los trastornos derivados de la hiperpermeabilidad intestinal van más allá del tratamiento con probióticos. Para el terapeuta ortomolecular, la Natura Foundation ha escrito el libro electrónico "La buena salud empieza en el intestino", con información clara sobre la salud intestinal y los trastornos relacionados con ella, así como un completo plan de recuperación del intestino hiperpermeable. Este plan de recuperación puede utilizarse para prevenir y tratar las numerosas afecciones derivadas de la hiperpermeabilidad del intestino. El Plan de Recuperación de la Natura Foundation es una herramienta para que el terapeuta ortomolecular restablezca la permeabilidad intestinal y mejore la composición de la capa mucosa y el microbioma con el objetivo final de trabajar con usted para que sus pacientes tengan más control sobre su salud.
Mediante el eje intestino-cerebro, el microbioma cumple una función importante en la interacción entre el intestino y el cerebro[15]. La inflamación y el desequilibrio del microbioma pueden desencadenar en diversas psicopatologías, incluida la depresión. A la inversa, el estrés también puede causar un desequilibrio en el microbioma [6,20]. Puede que la salud intestinal necesite mejorar en todos sus ámbitos con el fin de conseguir un efecto positivo significativo en las puntuaciones de depresión. Una manera de mejorar el estado de salud general del intestino es aplicar el tratamiento de intestino hiperpermeable.
Los metaanálisis muestran que el uso de probióticos produce una mejora significativa del estado de ánimo en personas con depresión con grado de leve a moderada[97–99].
Por ejemplo, un estudio examinó el efecto de la bacteria formadora de esporas B. coagulans (a diario 2x109 UFC) sobre las puntuaciones de depresión en personas con SII y trastorno depresivo frente a placebo. El tratamiento fue efectivo, tanto los síntomas de depresión como los del SII se redujeron de forma significativa [100].
Tanto en los bebés y los niños como en los adultos, los problemas de defecación pueden provocar molestias. En los países occidentales, entre el 12 y el 17 % de los adultos sufren problemas de defecación [101]. Los probióticos favorecen la digestión, mejorando la consistencia de las heces y la evacuación intestinal. Por otro lado, los probióticos influyen en la motilidad intestinal, la formación de gases y en el sistema inmunitario. Los probióticos pueden utilizarse para prevenir o remediar las afecciones gastrointestinales.
Según un estudio sobre el uso de leche con cepas probióticas añadidas entre los niños (de 1 a 6 años), se observó un descenso de la frecuencia de los días de enfermedad que les hacía faltar a guardería. A los niños se les suministró al menos 200 ml de leche probiótica al día durante 7 meses, incluyendo los meses de invierno, la cual contenía una media de 5-10x105 unidades formadoras de colonias (UFC) de Lactobacillus rhamnosus GG. El efecto dependía de la dosificación; cuanta más leche bebían los niños, menos problemas gastrointestinales se manifestaban durante los meses de tratamiento. Por otra parte, se observó una reducción de las infecciones del tracto respiratorio y se necesitaron antibióticos con menor frecuencia para tratar las infecciones del tracto respiratorio [102].
A cuarenta y cuatro niños lactantes de una edad media de 8 meses con diagnóstico de estreñimiento crónico funcional se les suministró L. reuteri (1x108 UFC)Coccorullo et al., (2010) a diario en un estudio doble ciego controlado con placebo. La suplementación con esta bacteria del ácido láctico dio lugar a un aumento del número de evacuaciones intestinales por semana. La consistencia de las heces no cambió de forma considerable.
En un estudio a pequeña escala entre niños de entre 4 y 16 años con estreñimiento, se analizó el efecto de una mezcla de probióticos en las defecaciones. La mezcla estaba compuesta por un total de 4x109 UFC y contenía bifidobacterias (B. bifidum, B. infantis, B. longum) y lactobacilos (L. casei, L. plantarum, L. rhamnosus). El tratamiento duró 4 semanas, y los niños recibieron además entrenamiento para ir al baño. La frecuencia de defecación aumentó en el grupo tratado. En los niños que defecaban muy poco a la semana al principio del estudio, la diferencia de frecuencia era considerable. Además, hubo una reducción de la incontinencia fecal y los niños padecieron menos dolor en la zona abdominal [104].
En un estudio doble ciego controlado con placebo se analizó la diferencia entre la suplementación con probióticos, óxido de magnesio (MgO, laxante) o placebo en niños (<10 años) con estreñimiento crónico. Los niños recibieron un suplemento diario que contenía L. casei rhamnosus (8x108 UFC), 50 mg/kg de MgO o placebo durante 4 semanas. La suplementación con probióticos fue tan eficaz como el MgO en el tratamiento del estreñimiento crónico. Los niños fueron más regulares a la hora de ir a defecar, tenían heces más blandas y utilizaron menos laxantes como resultado del tratamiento. No hubo diferencias considerables entre la suplementación con probióticos y MgO. Los niños sí experimentaron menos efectos secundarios (dolor abdominal) al tomar probióticos que con MgO [105].
Los resultados sobre el uso terapéutico de los probióticos para el estreñimiento funcional de los niños todavía no son del todo concluyentes. Es aconsejable combinarlo con otros tratamientos complementarios.
Hanna Szajewska et al., (2001) Se investigó el efecto de la suplementación con L. rhamnosus GG (LGG) (6x109 UFC, dos veces al día) en niños de 1 a 36 meses. Los niños fueron hospitalizados por razones distintas a las dolencias gastrointestinales y no fueron amamantados. La suplementación con LGG redujo considerablemente el riesgo de diarrea e infección por rotavirus en comparación con el grupo placebo [106].
En un extenso estudio clínico, se suministró probióticos a niños de 3 a 36 meses que padecían de diarrea aguda. Se prescribieron varios suplementos probióticos y los niños recibieron dosis dos veces al día durante cinco días. Los niños a los que se les administró LGG (6x109 UFC) y a los que se les administró una mezcla de probióticos (1x109 UFC de L. debrueckii, 1x109 UFC de L. acidophilus, 1x109 UFC de S. thermophilus, 5x108 UFC de B. bifidum) tuvieron una diarrea más corta en comparación con el grupo placebo[107].
Los probióticos pueden ayudar a la digestión de los alimentos, reduciendo de esta forma la fermentación y los gases asociados [108,109].
Además del efecto positivo que ejercen los probióticos en el intestino, también se ha observado una mejora en el reflujo alimentario. En un estudio, los bebés con problemas de reflujo recibieron 1x108 UFC de L. reuteri a diario durante 30 días. Una mejora en la frecuencia de vaciado gástrico se observó en el grupo de probióticos, y los bebés experimentaron un reflujo alimentario menos frecuente en comparación con el grupo de placebo [110].
En un estudio con tres grupos de voluntarios sanos, los participantes recibieron o bien un placebo o bien una mezcla de 2,5x109 UFC de L. plantarum y 2,5x109 UFC de B. breve o 5x109 UFC de B. lactis durante 30 días. Los grupos tratados que recibieron probióticos tuvieron una mejora en cuanto a la defecación, una mejor consistencia de las heces y una reducción de las dolencias como la hinchazón, el ardor o el dolor [101]. Un estudio similar sobre la consistencia de las heces en voluntarios saludables también reflejó el beneficio de los probióticos. Los voluntarios recibieron leche fermentada que contenía al menos 6,5x109 UFC de L. casei a diario durante 3 semanas. Entre otros aspectos, se observó una mejora en la consistencia de las heces. Los resultados fueron considerables si se compara con el estado previo a la suplementación y en comparación con un placebo [111].
En las personas mayores, la diversidad del microbioma disminuye, en parte debido a la reducción del número de cepas de bifidobacterias. La suplementación con probióticos en los ancianos puede reducir el desequilibrio o disminuir los síntomas intestinales. Zaharoni et al., (2011)Se analizó el efecto del consumo de probióticos en los ancianos (+65 años) hospitalizados. Los participantes recibieron una mezcla diaria de cepas probióticas durante 45 días, con un total de 4,5x1011 UFC, que contenían Lactobacillus (L. plantarum, L. paracasei, L. bulgaricus y L. acidophilus), Bifidobacterium (B. breve, B. longum y B. infantis) y Streptococcus (S. thermophilus). Durante el período de observación de 45 días, los científicos observaron que el grupo tratado necesitaba considerablemente menos laxantes y antibióticos. También se observó una reducción de los síntomas diarreicos, sobre todo en los pacientes mayores de 80 años. Los niveles sanguíneos de proteína C reactiva (PCR) también disminuyeron, lo que indica una menor actividad inflamatoria.
Los adultos con estreñimiento crónico funcional pueden beneficiarse potencialmente de la suplementación con probióticos. Al suplementar 1x108 UFC deL. reuteri diariamente durante 4 semanas en una prueba controlada aleatorizada se observó un aumento significativo del número de defecaciones a la semana [113]. La consistencia de las heces no cambió. Para obtener los mejores resultados, se recomienda combinarlo con otros tratamientos complementarios.
La diarrea del viajero se produce en aproximadamente un 15-56 % de los viajeros durante las dos primeras semanas de viaje [114,115]. Los probióticos pueden servir de ayuda para prevenir la diarrea del viajero. En un estudio en el que las personas viajaron de 1 a 3 semanas en países en vías de desarrollo, se suplementó con 2x109 UFC de LGG a diario, comenzando dos días previos al viaje. Además, se dieron consejos para prevenir la diarrea del viajero. El grupo de personas al que se le suministró probióticos sufrió menos diarrea en comparación con el grupo de placebo[114]. En un estudio similar se utilizaron 2x109 UFC LGG diarias, y se encontró el mismo efecto protector de los probióticos en el intestino y se previno la diarrea del viajero [116].
La diarrea causada por la infección del patógeno Clostridium difficile puede mejorarse en los adultos mediante una suplementación de probióticos. Se realizó un estudio en el que participaron sujetos con infecciones de leves a moderadas. Los participantes recibieron un placebo o bien un suplemento probiótico que contenía Lactobacillus (L. acidophilus, L. paracasei), Bifidobacerium (B. lactis Bi-07 y Bi-04) a diario durante cuatro semanas y un total de 1,7x1010 UFC. La intervención con probióticos dio lugar a una menor duración de la diarrea en comparación con el grupo placebo[117].
Los estudios demostraron que la suplementación con probióticos reduce la flatulencia y la hinchazón [118]tanto en sujetos saludables como en pacientes con SII. Una combinación de L. acidophilus y B. lactis redujo la hinchazón en sujetos con problemas funcionales del intestino[119]. El formador de esporas B. coagulans también puede aliviar la hinchazón[120].
Acidez de estómago
La acidez, también conocida como reflujo gastroesofágico, se puede tratar de manera eficaz mediante los probióticos. Los estudios clínicos demuestran que las cepas L. gasseri y B. bifidum se pueden utilizar de manera eficaz en caso de reflujo[121].
Las enfermedades intestinales como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa producen inflamación. A este grupo de enfermedades se le conoce como enfermedad inflamatoria intestinal (EII). Por otro lado, también está el Síndrome del Intestino Irritable (SII), un síndrome funcional en el que los síntomas del mismo no pueden ser interpretados por una enfermedad en sí[122].
Las investigaciones han demostrado que la composición del microbioma intestinal de los pacientes con SII [123,124]y con EII [125]es diferente a la de las personas saludables. Por lo que el microbioma intestinal se encuentra en disbiosis. El microbioma intestinal de los pacientes con SII contiene, por ejemplo, menos lactobacilos y bifidobacterias en comparación con las personas saludables[123]. Un microbioma disbiótico puede ser la causa principal de las enfermedades intestinales crónicas.
Una de las propiedades de los probióticos es que pueden reducir la inflamación al aumentar la resistencia (a través del sistema inmunitario). Además, actualmente se está investigando si este desequilibrio microbiano da lugar a una mala inactivación de las proteasas digestivas, lo que provoca daños en la capa protectora de la mucosa y en el tejido intestinal subyacente. El daño a la pared intestinal produce inflamación[126,127]. Los estudios demuestran que la alteración de la composición del microbioma intestinal mediante el uso de probióticos puede tener un efecto positivo en los pacientes con EII [128] y con SII [129,130]. Los probióticos se pueden usar de manera eficaz para reducir los síntomas de las enfermedades intestinales crónicas y restablecer el equilibrio del microbioma.
La tabla 1 enumera una serie de estudios científicos realizados en los que se utilizaron probióticos para el tratamiento del SII y la EII en general, y de la colitis ulcerosa en particular.
Tabla 1resumen de los ensayos clínicos controlados con placebo sobre el uso de probióticos en el SII y la EII.
Población del estudio |
Tratamiento (por día, a menos que se indique lo contrario) |
Período |
Resultado |
Fuente |
Pacientes con SII, Entre 21 y 78 años |
L. plantarum 5x107 UFC + harina de avena |
4 semanas |
Reducción de la flatulencia en el grupo de intervención, menos dolor abdominal en ambos grupos. Tras un seguimiento de 12 meses, el grupo de intervención tiene una mejor función intestinal |
[131] |
Pacientes con SII, edad media de 45 años |
L. plantarum 5x17 UFC |
4 semanas |
Alivia el dolor abdominal, normaliza la frecuencia de las deposiciones y alivia los síntomas del SII en el grupo de intervención en comparación con el placebo |
[132] |
Pacientes con SII, media de 12 años |
L. rhamnosus GG 1x1010 UFC. |
6 semanas |
El mismo efecto que con placebo |
[133] |
Pacientes con SII, Entre 18 y 75 años |
L. salivarius 1x1010 UFC
B. infantis 1x1010 UFC |
8 semanas |
El B. infantis proporcionó una mayor reducción de los síntomas del SII que el placebo o el L. salivarius |
[134] |
Pacientes con SII, Entre 18 y 65 años |
Encapsulado B.infantis: 1x106UFC o1x108UFC o1x1010UFC |
4 semanas |
Reducción del dolor abdominal y de los síntomas del SII a 1x108 UFC. Con una dosificación de 1x1010 UFC, hubieron complicaciones funcionales con el suplemento |
[135] |
Pacientes con SII con estreñimiento, entre 18 y 75 años de edad |
S.thermophilus 3x108UFC, L.plantarum 1x108UFC |
4 semanas |
Mejora significativa de la consistencia de las heces y de la calidad de vida |
[136] |
Pacientes con SII, entre 18 y 55 años |
B.coagulans 2x109UFC |
90 días |
Mejora significativa de los síntomas: reducción de la hinchazón, los vómitos, la diarrea y el dolor abdominal. Mejora de la frecuencia de la defecación |
[100] |
Pacientes con EII, edad media de 36 años |
L.acidophilus, B.animalis 1x106UFC |
8 semanas |
Mejora del número de bacterias probióticas (lactobacilos, bifidobacterias y bacteroides) según los análisis de heces |
[137] |
Pacientes asintomáticos con EII, Entre 18 y 70 años |
L.rhamnosus, L.plantarum, L.acidophilus, E.faecium 0,2x106UFC/kg |
4 semanas |
Reducción de la inflamación en pacientes con colitis ulcerosa |
[138] |
Pacientes con colitis ulcerosa, Entre 18 y 75 años |
B.infantis 1x1010UFC |
8 semanas |
Reducción de la inflamación (valores de PCR) |
[139] |
Pacientes con colitis ulcerosa, 44 años de media |
B.longum 2-3x1011UFC 3 veces al día |
8 semanas |
Reducción de los síntomas de la enfermedad y mejora del índice endoscópico |
[140] |
El microbioma oral bacteriológico ejerce influencia, entre otros, sobre el sistema intestinal, lo que permite establecer también una asociación entre la salud oral (microbiana) y diversos trastornos[141]. La investigación sobre la composición del microbioma oral ha demostrado que los pacientes con EII (colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn) tienen una composición microbiana oral distinta a la del grupo de control sano[142].
La P. gingivalis, una bacteria asociada a la periodontitis, provoca un desequilibrio en el microbioma de los ratones. La administración oral procedente del cultivo bacteriano produce una alteración de la función de barrera intestinal y una inflamación del intestino[143]. El uso de un probiótico oral puede servir como un antibiótico contra los paropatógenos (los patógenos a menudo presentes en la periodontitis). Los estudios in vitro demuestran que las cepas de lactobacilos L. paracasei, L. plantarum, L. rhamnosus y L. salivarius muestran la actividad antimicrobiana más potente contra los paropatógenos, incluso contra P. gingivalis[90]. Por lo tanto, el suministro por vía oral de los probióticos que contienen lactobacilos puede contribuir al equilibrio del microbioma oral e intestinal y a la restauración de las barreras intestinales.
La comorbilidad más común en los pacientes con SII es la psicopatología. Un metaanálisis ha demostrado que los pacientes con SII tienen tres veces más probabilidades de desarrollar ansiedad o depresión[144]. Otro estudio concluyó que los pacientes con SII tenían entre un 40 y un 80 % más probabilidades de padecer migrañas, fibromialgia y depresión[145]. De hecho, la revisión sistemática de Whitehead concluyó que hasta el 94 % de los pacientes con SII tienen un trastorno psiquiátrico, siendo la depresión, la ansiedad y los trastornos somatomorfos los más frecuentes[146]. El saneamiento de la salud intestinal podría influir positivamente en el bienestar psicológico del paciente mediante el eje intestino-cerebro.
Los probióticos pueden reducir la puntuación de la depresión[147]. Esto se ha demostrado en un estudio aleatorio en el que se administró B. longum (1x1010 UFC) o placebo a 44 participantes durante 6 semanas. Asimismo, una prueba de IRMf mostró que la amígdala, una región cerebral importante para la regulación del miedo y la ansiedad y para la activación del eje HHA, estaba menos estimulada en respuesta a estímulos negativos en el grupo tratado. El eje HHA es importante para la respuesta al estrés físico y la percepción del dolor visceral; por tanto, tampoco se encontró una reducción no significativa de la percepción del dolor en el grupo tratado[147]. Hacen falta más investigaciones para profundizar sobre ese efecto. Es posible que se necesiten tratamientos complementarios (intestinales) para encontrar una mejora significativa en la percepción del dolor (visceral) en los pacientes con SII además de la reducción de las puntuaciones de depresión[148].
El formador de esporas B. coagulans también podría servir para reducir la depresión y los síntomas del síndrome del intestino irritable. Esto se concluyó en un estudio clínico en el que se administró un comprimido a 40 participantes que contenía B. coagulans (2x109 UFC) o un placebo a diario durante 6 semanas. La suplementación con el formador de esporas redujo las puntuaciones de depresión y los síntomas del SII de forma significativa. Los investigadores indican que esto puede haber sido a causa de la reducción de la inflamación y el estrés oxidativo. Además, es posible que la producción de neurotransmisores y de ácidos grasos de cadena corta por parte del microbioma también participe en la reducción de los síntomas de la depresión y del SII [100].
Los probióticos se pueden utilizar para tratar y prevenir las alergias alimentarias. Los probióticos refuerzan el sistema inmunitario y ayudan a optimizar la función de la barrera intestinal, lo que puede contribuir a reducir las alergias alimentarias al evitar la hiperpermeabilidad. Por otra parte, las cepas probióticas favorecen la digestión de los nutrientes, lo que tiene un efecto beneficioso contra las intolerancias alimentarias. En muchos estudios en los que se utilizan probióticos para la prevención o el tratamiento de la alergia alimentaria se midió la incidencia y la gravedad de las manifestaciones alérgicas en forma de dermatitis atópica. Para más información sobre el tratamiento y la prevención del eczema atópico, consulte la sección "Enfermedades de la piel como la dermatitis, el acné, la psoriasis y la rosácea".
En un estudio realizado a 330 niños con alergia a la leche de vaca, se puso a prueba el efecto de la Lactobacillus rhamnosus GG. A los niños se les suministró proteína de caseína hidrolizada en combinación con placebo o probióticos. Los niños del grupo tratado desarrollaron menos molestias gastrointestinales en comparación con el grupo de placebo[149]. Los niños del grupo tratado de un estudio con el mismo diseño también desarrollaron menos dolencias relacionadas con la alergia a largo plazo, como la dermatitis atópica[150].
El metaanálisis muestra que la suplementación con probióticos en los lactantes es beneficiosa en el tratamiento de la alergia a la leche de vaca; los mejores resultados se obtienen al utilizar la Lactobacillus rhamnosus GG [151]. Por otra parte, la suplementación prenatal (suplementación de la madre embarazada) seguida de la suplementación del recién nacido parece ser mejor para la prevención de los síntomas alérgicos[152].
La intolerancia a la lactosa se da en un promedio del 65 % de la población adulta mundial. Hay un estudio en el que se seleccionaron cepas probióticas capaces de descomponer la lactosa. Las cepas probióticas que digieren la lactosa favorecieron la digestión de la misma, reduciendo así los problemas gastrointestinales[153]. Las cepas probióticas que favorecen la digestión de la lactosa son la Lactobacillus acidophilus y la Bifidobacterium longum [154].
Los bebés nacidos por cesárea no entran en contacto durante el parto con los microorganismos los cuales son de vital importancia para el desarrollo del microbioma intestinal. Los bebés nacidos por cesárea tienen por este motivo una composición diferente del microbioma incluso a una edad más avanzada. Uno de los resultados de esto es lo que se conoce como siembra vaginal o microparto después de una cesárea. Consiste en transferir los microbios vaginales a la boca, la nariz y la piel del recién nacido para iniciar un microbioma saludable. Sin embargo, debido a que esta técnica es relativamente nueva y a que todavía se desconocen muchas cosas sobre la transmisión de patógenos, entre otras cosas, todavía no se utiliza de forma generalizada. Una forma alternativa de iniciar el microbioma es mediante la suplementación de probióticos al recién nacido.
Las primeras cepas con las que el bebé entra en contacto durante el parto son los lactobacilos del canal de parto. Por tanto, la suplementación con lo probióticos Lactobacillus rhamnosus GG podría utilizarse para colonizar el intestino y la boca del bebé [155,156]. Los investigadores Duar et al., (2020)también corroboran el uso de Bifidobacterium infantis como método seguro para colonizar el intestino de los recién nacidos por cesárea [157].
Los antibióticos pueden provocar un desequilibrio en el microbioma, que puede causar infecciones secundarias y síntomas como la diarrea. La Clostridium difficile suele ser la causa de diarreas e infecciones intestinales durante el tratamiento con antibióticos. Los probióticos pueden utilizarse eficazmente para prevenir la diarrea causada por el tratamiento con antibióticos [158,159].
Por ejemplo, un grupo de estudio investigó el efecto de una bebida probiótica que contenía Lactobacillus casei (1x1010 UFC), L. bulgaricus (1x1010 UFC) y Streptococcus thermophilus (1x109 UFC). Los 82 participantes tomaron la bebida media hora antes o dos horas después de la comida; el grupo de placebo siguió el mismo protocolo pero con una bebida estéril. Los participantes del grupo de placebo eran más propensos a sufrir diarrea en comparación con el grupo de probióticos [160].
Para favorecer la supervivencia de las bacterias beneficiosas, se recomienda tomar probióticos unas horas antes o unas horas después de los antibióticos.
Rosenfeldt et al., (2004) Se ha demostrado que la suplementación con probióticos, al mejorar la permeabilidad intestinal selectiva, alivia los síntomas de la dermatitis atópica en los niños. En los adultos se observó un efecto similar. La mejora de la función de la pared intestinal disminuye la translocación microbiana y la activación inmunitaria, reduciendo así los síntomas de la dermatitis atópica [162]. Un estudio sobre el efecto de la suplementación con probióticos en los niveles de inflamación de las madres lactantes y los niños muestra que los probióticos influyen en el sistema inmunitario. Los probióticos aumentan la cantidad de citoquinas antiinflamatorias en el suero de los bebés, así como los niveles de PCR. Dos años después de la intervención, el grupo de los probióticos sufría menos manifestaciones alérgicas, como el eczema atópico. El aumento de los niveles de PCR es contrario a la intuición, pero parece ser importante en el desarrollo inmunitario temprano [163]. La eficacia de los probióticos contra el eczema/dermatitis atópica en bebés, niños y adultos está confirmada por varias revisiones y metaanálisis [164–167].
En las mujeres embarazadas, los probióticos pueden utilizarse de forma preventiva para evitar el eczema atópico en el bebé. En un estudio, se administró a mujeres embarazadas con alto riesgo de eczema atópico Lactobacillus rhamnosu antes del nacimiento del bebé. También se le administró esta cepa bacteriana al bebé durante el parto. En comparación con el grupo placebo, la incidencia de eczema atópico fue un 50 % menor en el grupo que recibió probióticos [168]. Incluso a los cuatro y siete años de edad, los niños del grupo probiótico tenían menos eczema atópico que los del grupo de control [169,170]. Se necesitan más investigaciones de seguimiento para confirmar e investigar los resultados y mecanismos de la suplementación materna con probióticos. De este modo, se confirmaron los Rautava et al., (2012a)efectos beneficiosos, pero no se encontraronKopp et al., (2008) diferencias entre los grupos de probióticos y de placebo. Serán necesarios muchos estudios para comprender plenamente el complejo mecanismo de la suplementación con probióticos, la transferencia de cepas probióticas durante el embarazo y el parto, el desarrollo del sistema inmunitario y las alergias (alimentarias).
El acné es un conjunto de trastornos caracterizados por la aparición de granos en la piel. Los granos están causados, entre otras cosas, por la inflamación de la piel. Al apoyar el sistema inmunitario y reducir la inflamación, los probióticos pueden utilizarse eficazmente para los síntomas del acné. Por ejemplo, un estudio demostró que un mes de suplementación con una mezcla de probióticos redujo la inflamación sérica [173]. Tres meses de suplementación con Lactobacillus GG mejoran el acné en adultos[174]. Jung et al., (2013)Los probióticos demostraron tener efectos ameliorantes en el tratamiento del acné similares a los del uso de antibióticos.
Los enfermos de psoriasis suelen tener también inflamaciones en otros órganos; por ejemplo, entre el 7 y el 11 % de los pacientes con EII tienen también psoriasis. De ello se deduce la relación entre la inflamación intestinal y la psoriasis[176]. Los resultados de la suplementación con probióticos sobre los síntomas de la psoriasis son prometedores, pero la investigación se limita todavía a unos pocos estudios de casos y a estudios en animales[177]. Un estudio clínico demuestra que los probióticos (Bifidobacterium infantis) reducen la inflamación y los síntomas de la psoriasis[139].
Los pacientes con rosácea tienen una composición del microbioma diferente a la de las personas sanas[178,179]. Por lo tanto, se sugiere que los probióticos pueden utilizarse eficazmente en el tratamiento de la rosácea[180].
Debido a la migración de patógenos desde la cavidad oral al torrente sanguíneo, la periodontitis parece ser un factor de riesgo independiente para diversas enfermedades crónicas[181]. Los lactobacilos tienen un fuerte efecto inhibidor sobre los patógenos dominantes en la cavidad oral. A través de la competencia de adhesión, la competencia de nutrientes, la producción de factores antimicrobianos, y mediante la mejora e influencia de la respuesta inmune del huésped, los microorganismos probióticos pueden mejorar la salud dental y de la cavidad oral[13].
Por ejemplo, las investigaciones in vitro demuestran que especialmente Lactobacillus plantarum, L. paracasei, L. salivarius y L. rhamnosus tienen una alta actividad antimicrobiana contra patógenos orales como Porphyromonas gingivalis y Streptococcus mutans [90,182]. En un estudio clínico, se administró a personas sanas un probiótico oral que contenía L. salivarius (0,67x109 UFC). Al cabo de ocho semanas, se constató una mejora de la salud bucodental, incluida una reducción de la cantidad de placa[183]. En un estudio a corto plazo (intervención de dos semanas) en el que los participantes recibieron probióticos que contenían L. salivarius (2x109 UFC), se observó una reducción del número de S. mutans en la saliva [184]. La Streptococcus mutans es una de las principales causas de la caries. La suplementación con L. paracasei también reduce la cantidad de S. mutans en la saliva. En el estudio, voluntarios sanos recibieron un suplemento oral de L. paracasei durante 4 semanas [185].
El efecto de los probióticos sobre la cantidad de S. mutans en la saliva también se encontró con la suplementación con L. rhamnosus. Los niños (1-6 años) recibieron leche enriquecida con L. rhamnosus (5 días a la semana, ingesta media de 1-2x108 UFC al día). Después de siete meses, se encontró una reducción en el número de caries y una menor cantidad de S. mutans en la saliva [186]. Estudios in vitro muestran que hasta 23 especies diferentes de Lactobacillus spp. inhiben el crecimiento de S. mutans, de las cuales L. paracasei,L. plantarum y L. rhamnosus tienen la mayor actividad inhibitoria [187].
La inflamación de las encías suele ir acompañada de sangrado de las mismas durante el cepillado y está causada por la presencia de bacterias en la placa. Un cepillado regular y un microbioma bucal sano son la base para prevenir la gingivitis. Los probióticos pueden reforzar la recuperación del desequilibrio del microbioma oral. Por ejemplo, un estudio realizado en personas con gingivitis de moderada a grave mostró una mejora en la cantidad de placa y en el grado de inflamación gracias al suministro de Lactobacillus reuteri [188]. Un estudio en el que se utilizaron chicles con L. reuteri demostró el efecto antiinflamatorio de los probióticos, además de reducir el sangrado de las encías [189]. También L. salivarius [190], L. paracasei, L. plantarum [191] y L. rhamnosus [192] han resultado ser eficaces para prevenir la gingivitis y la inflamación de las encías en estudios in vivo e in vitro. Una revisión de múltiples estudios concluye que los probióticos tienen un efecto beneficioso en el tratamiento de la gingivitis y, por lo tanto, la suplementación puede utilizarse de forma eficaz. Sin embargo, los investigadores afirman que, debido a la falta de consistencia en los métodos de estudio, se necesita más investigación para confirmar los resultados [193].
La halitosis es un problema común, a menudo relacionado con una mala salud bucodental. Los compuestos volátiles de azufre, producidos principalmente por bacterias gramnegativas, entre ellas Porphyromonas gingivalis y Streptococcus mutans, son los responsables del mal olor. En un estudio, se administró a veinte pacientes con halitosis 2x109 UFC de L. salivarius diarias durante 4 semanas. Después de solo dos semanas hubo una reducción significativa de los olores bucales desagradables, y después de cuatro semanas se encontró una mejora en el sentido del olfato y el gusto y las encías eran menos propensas a sangrar [194]. Una revisión sistemática concluye que las cepas de lactobacilos pueden utilizarse para tratar la halitosis [195].
El desarrollo de la obesidad y el síndrome metabólico es un proceso complejo en el que intervienen varios factores genéticos y ambientales. Varios estudios demuestran que el microbioma intestinal también cumple una función importante en este sentido. Anteriormente, los investigadores solían fijarse en la diversidad del microbioma intestinal; sin embargo, las nuevas técnicas muestran que la diversidad de cepas en el microbioma no es tan importante, sino que la capacidad metabólica del microbioma puede ser el factor más importante [2,196,197].
Los mecanismos de acción de los probióticos contra la obesidad aún no se han dilucidado del todo. Así, puede actuar a través de múltiples mecanismos, incluyendo la modulación de la composición del microbioma intestinal, a través de la reducción de la inflamación o influyendo en el metabolismo del huésped [198]. La inflamación de bajo grado debida a niveles elevados de LPS en sangre puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de la obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes de tipo 2 [7].
Basándose en el éxito de las investigaciones con ratones, en las que se comprobó que los ratones a los que se administró B. breve presentaban un menor riesgo de obesidad [199], se inició un estudio en humanos. Para el estudio se reclutaron 52 personas preobesas. La mitad de los participantes recibió diariamente 5x1010 UFC B. breve en cápsulas gastrorresistentes, y la otra mitad recibió un placebo idéntico en apariencia y sabor al probiótico. Después de 12 semanas, hubo una disminución significativa de la masa grasa en el grupo de probióticos. En el grupo de placebo, se observó un aumento de los valores de hemoglobina glicosilada, una medida de los niveles de azúcar en sangre. Este aumento no se observó en el grupo probiótico, lo que significa que los niveles de glucosa en sangre estaban mejor regulados en el grupo probiótico [198]. Por lo tanto, la suplementación con B. breve posiblemente sea eficaz en personas en la fase previa a la obesidad.
Los probióticos pueden ser eficaces en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad, según concluye una revisión de meta-análisis. La revisión resumió los resultados de 14 meta-análisis de ensayos clínicos aleatorios y concluyó un efecto positivo de los probióticos en la reducción de peso. Sin embargo, el efecto es pequeño y se necesitarán tratamientos adicionales para lograr grandes reducciones de peso [200].
Los diabéticos parecen tener un mayor riesgo de desarrollar gingivitis y periodontitis (graves). Además, cada vez hay más pruebas de que, a la inversa, también existe una asociación entre la periodontitis y el desarrollo de la diabetes [201].
Las investigaciones demuestran que la administración deP. gingivalis en ratones diabéticos provoca un deterioro de la homeostasis de la glucosa [202] y de la resistencia a la insulina [203]. Probablemente estos cambios se desencadenen por un desequilibrio del microbioma, cambios metabólicos y la activación del sistema inmunitario [203–205].
Dentro de un enfoque multidisciplinar, el uso de lactobacilos para promover la higiene bucal puede ser un valor añadido. Los lactobacilos pueden utilizarse tanto de forma preventiva como terapéutica debido a su efecto antiinflamatorio, a la modulación de las citoquinas pro y antiinflamatorias y a la reducción del número de bacterias (paro)patógenas. Así, contribuyen a la prevención y al tratamiento de la periodontitis [13,90].
Además, la inflamación de bajo grado debida a los niveles elevados de LPS en sangre puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de la resistencia a la insulina y la diabetes de tipo 2 [7]. Los probióticos reducen los niveles de inflamación, la HbA1c, la glucosa plasmática en ayunas y los niveles de insulina en ayunas, así como el colesterol total, los niveles de triglicéridos y los valores de la presión arterial tanto sistólica como diastólica [206]. Los estudios también muestran que los lactobacilos pueden aumentar la tolerancia a la glucosa [207] y la sensibilidad a la insulina [208].
Al unirse al colesterol de la dieta y descomponer la bilis, los probióticos ayudan a reducir el colesterol [209].
En un estudio, 26 personas con síndrome metabólico recibieron diariamente leche fermentada con cepas probióticas. La bebida contenía 2,7x1010 UFC Bifidobacterium lactis y se ingirió diariamente durante 45 días. Al final del estudio, los participantes habían reducido significativamente el IMC, el colesterol total y el LDL en comparación con el inicio del estudio y con el grupo de placebo. Así, esta bebida probiótica tuvo un efecto positivo sobre los valores de lípidos en sangre [210].
Un estudio similar se realizó con personas con diabetes de tipo 2. En el estudio, se suplementó diariamente durante 6 semanas una leche fermentada que contenía Lactobacillus acidophilus (1x109 UFC) y Bifidobacterium lactis (1x109 UFC). Al final del estudio, se produjo una reducción de los valores de colesterol total y LDL en comparación con el grupo de placebo [211].
También se pueden utilizar otras cepas de bífidos para reducir los niveles de colesterol. En un estudio, basado en su alta tolerancia a los jugos gástricos y a las galtas, Bifidobacterium longum se identificó como potencialmente eficaz para reducir los niveles de colesterol. Los 32 participantes sanos del estudio consumieron un yogur que contenía la cepa probiótica Bifidobacterium longum (1x108 UFC) tres veces al día durante 4 semanas. El estudio descubrió que la suplementación con probióticos reducía los niveles de colesterol, pero solo en los participantes con niveles de colesterol inicialmente elevados [209].
Existe una asociación entre una disbiosis en el microbioma y las enfermedades cardiovasculares [212]. El óxido de trimetilamina (TMAO) es un metabolito del microbioma que se asocia a problemas cardiovasculares. La composición del microbioma determina la cantidad de TMAO y otros metabolitos nocivos que se producen. La modificación/mejora de la composición microbiana y el ajuste de la dieta pueden conducir a una menor producción de metabolitos nocivos [213]. Además, el LPS activa los receptores TLR4 endoteliales que causan la inflamación vascular que conduce a la enfermedad cardiovascular. Los probióticos regulan la expresión génica TLR4 que tiene un efecto beneficioso sobre la inflamación vascular y la presión arterial [8,214].
De forma preventiva, los probióticos pueden utilizarse para reducir el riesgo de disbiosis del microbioma y los consiguientes problemas cardiovasculares. Así, los probióticos se han utilizado eficazmente para reducir el colesterol y, por tanto, el riesgo de enfermedades cardiovasculares [209–211]. Además, los probióticos tienen un efecto antiinflamatorio [210]; la inflamación es también un importante factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Se necesitan estudios sobre cepas específicas que inhiban la producción de metabolitos nocivos como el TMAO para reducir al máximo el riesgo de enfermedades cardiovasculares [215]. Las investigaciones preliminares en animales son prometedoras, por ejemplo, un suplemento probiótico (L. plantarum) reduce los niveles séricos de TMAO en ratones. Además, los probióticos previenen el desarrollo de la aterosclerosis inducida por TMAO [216].
Los estudios confirman la relación entre la periodontitis y las enfermedades cardiovasculares [217]. En primer lugar, la periodontitis y las enfermedades cardiovasculares tienen factores de riesgo similares, como el tabaquismo y la diabetes. Por otra parte, la periodontitis también es una fuente de citoquinas proinflamatorias que pueden provocar una respuesta inflamatoria sistémica. Esta inflamación puede ser un factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular [218,219]. Así pues, un probiótico oral también puede utilizarse en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares.
Los pacientes con Alzheimer presentan, entre otras cosas, una acumulación de placas amiloides y fracciones de proteína tau fosforilada en el cerebro. Además, presentan neuroinflamación, alteración del perfil de citoquinas, activación de la microglía, activación del inflamasoma y activación del sistema del complemento [220]. Anteriormente, se pensaba que los péptidos amiloides-ß, principales responsables de la placa amiloide, no tenían ninguna función fisiológica. Sin embargo, las investigaciones demuestran que estos péptidos tienen una importante función antimicrobiana [221]. En conjunto, esto sugiere que el sistema inmunitario y las infecciones, además de la predisposición genética, cumplen una función importante en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
En estudios post-mortem que comparaban los cerebros de pacientes con demencia con sujetos de control, la bacteria Porphyromonas gingivalis se encontró en los cerebros de los pacientes con demencia[222]. P. gingivalis, un notorio agente causante de la periodontitis, parece desempeñar un importante papel en la inflamación neurológica y en la generación de péptidos amiloides, entre otras cosas. Por ejemplo, P. gingivalis activa la microglía, lo que conduce a la neuroinflamación y al aumento de la producción de citoquinas, que pueden provocar daños neurológicos. Además, P. gingivalis es responsable del fraccionamiento y fosforilación de las proteínas tau. Todo ello contribuye a la patología de la enfermedad de Alzheimer [223].
Un ensayo controlado aleatorio muestra que los niveles orales de P. gingivalis se redujeron significativamente al utilizar un enjuague bucal probiótico [224]. Por tanto, los probióticos orales posiblementereduzcan el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
Las razones por las que un bebé llora pueden ser numerosas. Un estudio descubrió que los bebés llorones tienen un microbioma intestinal anormal en comparación con los bebés que no fueron clasificados como bebés llorones. Los bebés llorones tenían menos lactobacilos pero más bacterias anaerobias gramnegativas en las heces [225].
Mediante la administración de Lactobacillus reuteri (1x108 UFC/día) durante 21 días a bebés llorones alimentados con leche materna, se observó una mejora en la frecuencia de llanto del bebé [226]. En un estudio similar, se administró a los bebés Lactobacillus reuteri (1x108 UFC/día) o simeticona, un agente antiespumante para contrarrestar las molestias de la hinchazón. La intervención duró 28 días y ya después de una semana, los bebés del grupo de probióticos lloraron menos en comparación con antes de la intervención y en comparación con el grupo de simeticona [227].
La suplementación preventiva con L. reuteri LR92 en mujeres embarazadas durante las últimas cuatro semanas del embarazo redujo el riesgo de un bebé llorón. Además, la frecuencia y la gravedad del llanto fueron menores en el grupo de suplementación. El estudio consistió en 145 mujeres embarazadas, de ellas, 87 futuras madres recibieron 1x108 UFC L. reuteri LR92 diariamente, las 88 mujeres restantes recibieron placebo diariamente.
Los bebés prematuros tienen un intestino delgado poco desarrollado, lo que puede causar un retraso en el tiempo de tránsito en el intestino, y provocar un sobrecrecimiento bacteriano. La bacteria produce gases, lo que causa dolor abdominal Posteriormente, las interacciones entre el sistema inmunitario (poco desarrollado) y el microbioma (que está en desequilibrio) crean productos tóxicos e inflamatorios que afectan al epitelio intestinal. Esto puede acabar provocando una enterocolitis necrosante (NEC por sus siglas en inglés) o necrosis del tejido intestinal. La NEC es la urgencia intraabdominal más frecuente en los recién nacidos prematuros y es una de las principales causas de muerte de los mismos [228]. El uso de probióticos en bebés prematuros con bajo peso al nacer puede reducir el riesgo de NEC [228,229].
Al reforzar la resistencia general y favorecer un microbioma sano, un probiótico podría utilizarse para prevenir las infecciones del tracto urinario y de la vagina. Además, es posible utilizar un probiótico como terapia adyuvante junto a los antibióticos habituales[230].
Los probióticos mantienen el microbioma vaginal sano a pesar del uso de antibióticos, que a menudo desequilibra el microbioma. Las 578 mujeres del estudio tenían dolencias recurrentes antes de la intervención. La administración oral de cepas de lactobacilos al mismo tiempo que el tratamiento habitual de la vaginosis (antibióticos) dio lugar a un período sin dolencias más largo[231].
Se pueden administrar probióticos por vía vaginal para tratar la vaginosis y la vaginitis. Un microbioma vaginal sano se compone principalmente de cepas de lactobacilos. Las cepas de lactobacilos administradas por vía vaginal (incluida la L. rhamnosus) pueden restablecer el equilibrio microbiano y combatir los patógenos. Las cepas de lactobacilos tienen un efecto antimicrobiano gracias a la producción de peróxido de hidrógeno y ácidos, entre otras cosas[232]. Las mujeres con vaginosis o vaginitis recurrente se benefician del uso preventivo de probióticos administrados por vía vaginal[232]. El uso concomitante de antibióticos y probióticos administrados por vía vaginal (L. rhamnosus) puede ayudar a mantener un microbioma vaginal saludable, restaurar el pH y reducir la probabilidad de dolencias recurrentes[93]. Para las infecciones vaginales por cándida, véase también la sección "Infecciones por cándida (candidiasis)".
Las infecciones del tracto urinario afectan frecuentemente a las mujeres; es uno de los motivos más comunes de visita al ginecólogo o al urólogo. Tanto la ingesta de probióticos por vía oral como la administración de probióticos por vía vaginal ayudan a combatir las infecciones. Una investigación de la Universidad de Ámsterdam demuestra que la administración oral de cepas de lactobacilos puede ayudar a prevenir las dolencias recurrentes. El estudio se realizó entre 252 mujeres posmenopáusicas. Los investigadores demostraron que la intervención con probióticos no es mejor que los antibióticos, pero que el efecto es similar. Sin embargo, los antibióticos causan resistencia mientras que los probióticos no[233]. Además, la administración vaginal de cepas de lactobacilos también puede ayudar a prevenir las molestias (recurrentes)[234].
Las infecciones fúngicas causadas por especies de cándida pueden producirse en la cavidad oral, el intestino o la vagina, entre otros lugares. Las infecciones más comunes son causadas por Candida albicans y vienen propiciadas por un sistema inmunitario debilitado o un desequilibrio en el microbioma saludable. Los probióticos pueden mantener y restaurar el equilibrio natural del microbioma, lo cual puede dificultar el crecimiento excesivo de las cándidas[235].
Las cepas de lactobacilos (L.acidophilusy L.rhamnosus)inhiben la proliferación de infecciones por hongos cándida y evitan [236] y previenen la formación de biofilms en la mucosa[235]. La candidiasis oral es un problema frecuente en las personas mayores, en parte debido al uso de prótesis dentales y a una menor resistencia en general. Los probióticos con lactobacilos (incluidos los L. rhamnosus y L. acidophilus), administrados por vía oral en forma de comprimido, por ejemplo, pueden mejorar la cantidad de cándida en la cavidad oral[237–239].
La candidiasis vaginal suele tratarse con productos antifúngicos del grupo de los azoles. Sin embargo, la eficacia de los azoles disminuye debido al surgimiento de resistencias.. El tratamiento de la candidiasis vaginal se puede reforzar con probióticos administrados por vía vaginal[240,241]. Los probióticos también pueden utilizarse como tratamiento independiente. La administración vaginal de cepas de lactobacilos ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la candidiasis vaginal[242].
La candidiasis gastrointestinal se diagnostica a veces como SII porque los síntomas son similares. Hay estudios que sugieren que las levaduras probióticas , como Saccharomyces cerevisiae var. boulardii (S.boulardii),pueden emplearse eficazmente para el tratamiento de la candidiasis gastrointestinal[243].
Los probióticos orales pueden reducir las infecciones intestinales causadas por hongos cándida en los recién nacidos. Así fue la conclusión de un estudio en el que se administró diariamente Lactobacillus rhamnosus a bebés prematuros que pesaban poco al nacer. Los investigadores concluyeron que se produjo una reducción en la intensidad e incidencia de la colonización intestinal con especies de cándidas[244]. También se ha demostrado que el uso de Lactobacillus reuteri previene la candidiasis[245]. Además, el uso de probióticos de amplio espectro, incluidas varias cepas de lactobacilos y bífidus, ha demostrado ser eficaz en el tratamiento/prevención de la candidiasis gastrointestinal en niños que estaban tomando antibióticos[246].
Los probióticos tienen un efecto reductor de los niveles de ácido úrico. Los investigadores demostraron que el uso de Lactobacillus gasseri redujo los niveles de ácido úrico en sangre en hombres sanos; el efecto dependió de la dosificación[247]. Posteriormente, se midió el efecto reductor del ácido úrico en pacientes con gota y en personas con niveles elevados de ácido úrico. Los resultados de este estudio también fueron positivos[248]. Otras cepas de lactobacilos (como L.acidophilus, L.rhamnosus y L.brevis) influyen de forma similar en los valores de ácido úrico en ratones [249,250]. Los estudios de seguimiento tendrán que demostrar el efecto de la suplementación con probióticos en los síntomas de la gota.
La artritis y las enfermedades reumáticas son afecciones inflamatorias en las que los probióticos pueden desempeñar un papel positivo como inmunomoduladores. Las revisiones sistemáticas y los metaanálisis muestran que los probióticos disminuyen los niveles séricos de citoquinas inflamatorias y aumentan las citoquinas antiinflamatorias en personas con artritis reumatoide[251–253].
Por ejemplo, el Lactobacillus casei se utilizó eficazmente para reducir la inflamación y las dolencias reumáticas en un estudio de 46 pacientes con artritis reumatoide[254]. El mismo efecto se encontró enAlipour et al., (2014). La mezcla probiótica de L. acidophilus, L. casei y B. bifidum también resultó eficaz[256].
Un amplio estudio de intervención cuyos participantes siguieron una dieta antiinflamatoria, que incluía el consumo de probióticos, tuvo un efecto positivo en la puntuación de la enfermedad reumática. La intervención dietética también consistió en abundantes verduras, pescado azul y fruta[257]. Un estudio como este subraya la importancia de una terapia consistente en una dieta sana y variada reforzada con suplementos.
Además de otras causas, una infección por Helicobacter pylori es a menudo responsable de la aparición de úlceras de estómago[258]. Las cepas de lactobacilos pueden utilizarse eficazmente para tratar las infecciones por H. pylori, como complemento al tratamiento habitual. Los probióticos reducen los efectos secundarios de la terapia habitual y mejoran la eficacia del tratamiento[259–261].
El consumo excesivo de, por ejemplo, aspirina, analgésicos, tabaco o alcohol es otra de las causas de las úlceras de estómago[262]. Un estudio en ratas muestra asimismo un efecto protector de los probióticos en el estómago. Las ratas a las que se administraron probióticos de amplio espectro sufrieron menos úlceras pépticas inducidas por la aspirina en comparación con el grupo de control[263]. El mismo efecto protector de la suplementación probiótica se encontró en la lesión gástrica inducida por el alcohol en ratas[264]. Además, los probióticos estimulan la reparación de la pared del estómago en ratas con úlceras gástricas[265].
El microbioma de los pacientes con fibromialgia difiere del de los grupos de control sanos. Un estudio piloto aleatorizado demostró que un suplemento probiótico (2,4 x107 UFC de L. rhamnosus GG, L. casei, L. acidophilus y B. bifidum) mejoraba el estado mental de los pacientes con fibromialgia, probablemente por la modulación de los procesos cerebrales a través del eje intestino-cerebro[266].
En este síndrome intervienen varios factores, como las toxinas intestinales, el amoníaco y otras sustancias que contienen nitrógeno. La suplementación con probióticos reduce las concentraciones plasmáticas de amoníaco. Además, la suplementación con probióticos puede mejorar la calidad de vida de los pacientes con encefalopatía hepática[267].
Por norma general, el uso de probióticos es seguro. No obstante, el consumo a largo plazo de alimentos y/o suplementos enriquecidos con probióticos puede no producir los efectos beneficiosos deseados en las personas de ciertos grupos de riesgo. Entre otras cosas, los probióticos pueden provocar una disbiosis, infecciones sistémicas o un aumento de la estimulación inmunitaria. Los grupos de riesgo son personas con intestino hiperpermeable, personas con un sistema inmunitario debilitado o personas con una disbiosis del microbioma[268–270,270–272]. El intestino hiperpermeable y las afecciones relacionadas pueden tratarse por vía terapéutica. Consulte siempre a un experto antes de tomar suplementos.
Para ser eficaz, un probiótico debe contener miles de millones (2x109 o más) de bacterias por dosis. La viabilidad de las cepas bacterianas es importante, por tanto debe elegir un suplemento cuya viabilidad esté garantizada hasta el final de la vida útil.
La dosis habitual de probióticos es de uno o varios miles de millones de cepas viables. En principio, esta dosis también es adecuada para bebés, pero si fuese necesario, la dosis puede aumentarse gradualmente, comenzando con un cuarto o la mitad de esta.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) recopila cuidadosamente toda la investigación científica y las actualizaciones sobre la seguridad de las cepas bacterianas en los alimentos y complementos. Las conclusiones se incorporan a la llamada lista QPS de cepas seguras; solamente las bacterias incluidas en esta lista pueden utilizarse en los suplementos probióticos.
El uso oral de probióticos es seguro para las mujeres embarazadas y lactantes, así como para los niños.
Las personas que toman probióticos pueden experimentar inicialmente un aumento de gases o calambres. Esto es señal de que las bacterias beneficiosas está en proceso de fermentación y el ambiente intestinal se está acidificando. Al cabo de un tiempo (normalmente una semana) el cuerpo se adapta y estos efectos secundarios disminuyen o desaparecen. En tal caso, puede ser conveniente reducir la dosificación inicial a la mitad de la recomendada durante las dos primeras semanas.
La administración concomitante de probióticos y antibióticos puede reducir la eficacia de los probióticos. Esto es debido a que los antibióticos pueden matar los microorganismos vivos de los probióticos. Procure dejar un intervalo de 2 horas entre la toma de probióticos y la de antibióticos.
Probióticos de amplio espectro
Una mezcla de cepas probióticas de amplio espectro tiene una interacción sinérgica que resulta en un mejor efecto que cuando se utilizan cepas individuales[89].
Las infecciones por H. pylori pueden tratarse con más éxito cuando se complementan con probióticos de amplio espectro (1x1010 UFC dos veces al día) y lactoferrina (100 mg dos veces al día) aparte del tratamiento convencional[273].
La fibra dietética tiene un efecto beneficioso sobre el microbioma intestinal y, en particular, sobre las bifidobacterias del intestino grueso. Por lo tanto, el uso de una dieta rica en fibra y de prebióticos apoya el uso de probióticos.
Absorción de nutrientes
Los propios probióticos actúan de forma sinérgica con muchas terapias nutricionales y de suplementación, ya que un buen microbioma intestinal mejora notablemente la absorción de nutrientes [274].
Polifenoles y otras sustancias bioactivas
Un microbioma sano es capaz de modular y activar sustancias como los polifenoles. Esta modulación de la estructura puede modificar e influir favorablemente en la función de los polifenoles [275]. Un ejemplo es la curcumina, de la que el microbioma forma más metabolitos activos [276].
La experiencia práctica demuestra que las cantidades terapéuticas de zinc pueden mejorar la colonización.
Los probióticos pueden utilizarse para reforzar el sistema inmunitario junto con Astragalus membranaceus. Estudios en animales demuestran que los polisacáridos del Astragalus actúan en combinación con los probióticos (cepas de lactobacilos y el formador de esporas Bacillus cereus) de forma sinérgica [277]. El Astragalus es un adaptógeno que favorece el funcionamiento del sistema inmunitario calmándolo o activándolo cuando es necesario.
1. Berg G, Rybakova D, Fischer D, Cernava T, Vergès M-CC, Charles T, e.a. Microbiome definition re-visited: old concepts and new challenges. Microbiome. december 2020;8(1):103.
2. The Human Microbiome Project Consortium. Structure, function and diversity of the healthy human microbiome. Nature. juni 2012;486(7402):207–14.
3. Li Z, Quan G, Jiang X, Yang Y, Ding X, Zhang D, e.a. Effects of Metabolites Derived From Gut Microbiota and Hosts on Pathogens. Front Cell Infect Microbiol. 14 september 2018;8:314.
4. Alberda C, Gramlich L, Meddings J, Field C, McCargar L, Kutsogiannis D, e.a. Effects of probiotic therapy in critically ill patients: a randomized, double-blind, placebo-controlled trial. Am J Clin Nutr. 1 maart 2007;85(3):816–23.
5. Wells JM, Brummer RJ, Derrien M, MacDonald TT, Troost F, Cani PD, e.a. Homeostasis of the gut barrier and potential biomarkers. Am J Physiol Gastrointest Liver Physiol. 1 maart 2017;312(3):G171–93.
6. Dinan TG, Cryan JF. Microbes, Immunity, and Behavior: Psychoneuroimmunology Meets the Microbiome. Neuropsychopharmacology. januari 2017;42(1):178–92.
7. Fuke N, Nagata N, Suganuma H, Ota T. Regulation of Gut Microbiota and Metabolic Endotoxemia with Dietary Factors. Nutrients. 23 september 2019;11(10):2277.
8. Moludi J, Maleki V, Jafari-Vayghyan H, Vaghef-Mehrabany E, Alizadeh M. Metabolic endotoxemia and cardiovascular disease: A systematic review about potential roles of prebiotics and probiotics. Clin Exp Pharmacol Physiol. 2020;47(6):927–39.
9. Mueller NT, Bakacs E, Combellick J, Grigoryan Z, Dominguez-Bello MG. The infant microbiome development: mom matters. Trends Mol Med. februari 2015;21(2):109–17.
10. Gonzalez-Perez G, Hicks AL, Tekieli TM, Radens CM, Williams BL, Lamousé-Smith ESN. Maternal Antibiotic Treatment Impacts Development of the Neonatal Intestinal Microbiome and Antiviral Immunity. J Immunol. 1 mei 2016;196(9):3768–79.
11. Pronovost GN, Hsiao EY. Perinatal Interactions between the Microbiome, Immunity, and Neurodevelopment. Immunity. januari 2019;50(1):18–36.
12. Flichy-Fernandez Aj, Alegre-Domingo T, Penarrocha-Oltra D, Penarrocha-Diago M. Probiotic treatment in the oral cavity: An update. Med Oral Patol Oral Cirugia Bucal. 2010;e677–80.
13. Haukioja A. Probiotics and oral health. Eur J Dent. 2010;4(3):348–55.
14. Brinkman DJ, ten Hove AS, Vervoordeldonk MJ, Luyer MD, de Jonge WJ. Neuroimmune Interactions in the Gut and Their Significance for Intestinal Immunity. Cells. 2 juli 2019;8(7):670.
15. Eisenstein M. Microbiome: Bacterial broadband. Nature. mei 2016;533(7603):S104–6.
16. Strandwitz P, Kim KH, Terekhova D, Liu JK, Sharma A, Levering J, e.a. GABA-modulating bacteria of the human gut microbiota. Nat Microbiol. 2019;4(3):396–403.
17. Yano JM, Yu K, Donaldson GP, Shastri GG, Ann P, Ma L, e.a. Indigenous Bacteria from the Gut Microbiota Regulate Host Serotonin Biosynthesis. Cell. 9 april 2015;161(2):264–76.
18. Bonaz B, Bazin T, Pellissier S. The Vagus Nerve at the Interface of the Microbiota-Gut-Brain Axis. Front Neurosci [Internet]. 2018 [geciteerd 12 april 2021];12. Beschikbaar op: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnins.2018.00049/full
19. Jenkins T, Nguyen J, Polglaze K, Bertrand P. Influence of Tryptophan and Serotonin on Mood and Cognition with a Possible Role of the Gut-Brain Axis. Nutrients. 20 januari 2016;8(1):56.
20. Rea K, Dinan TG, Cryan JF. The microbiome: A key regulator of stress and neuroinflammation. Neurobiol Stress. oktober 2016;4:23–33.
21. Smith SM, Vale WW. The role of the hypothalamic-pituitary-adrenal axis in neuroendocrine responses to stress. Dialogues Clin Neurosci. december 2006;8(4):383–95.
22. Cryan JF, Dinan TG. Mind-altering microorganisms: the impact of the gut microbiota on brain and behaviour. Nat Rev Neurosci. oktober 2012;13(10):701–12.
23. Dong TS, Gupta A. Influence of Early Life, Diet, and the Environment on the Microbiome. Clin Gastroenterol Hepatol Off Clin Pract J Am Gastroenterol Assoc. 2019;17(2):231–42.
24. Jäger R, Purpura M, Farmer S, Cash HA, Keller D. Probiotic Bacillus coagulans GBI-30, 6086 Improves Protein Absorption and Utilization. Probiotics Antimicrob Proteins. 1 december 2018;10(4):611–5.
25. Forsgård RA. Lactose digestion in humans: intestinal lactase appears to be constitutive whereas the colonic microbiome is adaptable. Am J Clin Nutr. 1 augustus 2019;110(2):273–9.
26. Wallace TC, Marzorati M, Spence L, Weaver CM, Williamson PS. New Frontiers in Fibers: Innovative and Emerging Research on the Gut Microbiome and Bone Health. J Am Coll Nutr. 3 april 2017;36(3):218–22.
27. Qin X. Inactivation of digestive proteases by deconjugated bilirubin: the possible evolutionary driving force for bilirubin or biliverdin predominance in animals. Gut. 1 november 2007;56(11):1641–2.
28. Barbara G, Stanghellini V, Brandi G, Cremon C, Nardo GD, De Giorgio R, e.a. Interactions Between Commensal Bacteria and Gut Sensorimotor Function in Health and Disease. Am J Gastroenterol. november 2005;100(11):2560–8.
29. Dimidi E, Christodoulides S, Scott SM, Whelan K. Mechanisms of Action of Probiotics and the Gastrointestinal Microbiota on Gut Motility and Constipation. Adv Nutr. 1 mei 2017;8(3):484–94.
30. Cherbut C, Aubé A, Blottiere H, Pacaud P, Scarpignato C, Galmiche J. In vitro contractile effects of short chain fatty acids in the rat terminal ileum. Gut. 1 februari 1996;38:53–8.
31. Ge X, Zhao W, Ding C, Tian H, Xu L, Wang H, e.a. Potential role of fecal microbiota from patients with slow transit constipation in the regulation of gastrointestinal motility. Sci Rep. 27 maart 2017;7(1):441.
32. Abrahamsson H, Östlund-Lindqvist A-M, Nilsson R, Simrén M, Gillberg P-G. Altered bile acid metabolism in patients with constipation-predominant irritable bowel syndrome and functional constipation. Scand J Gastroenterol. 1 januari 2008;43(12):1483–8.
33. Shimotoyodome A, Meguro S, Hase T, Tokimitsu I, Sakata T. Decreased colonic mucus in rats with loperamide-induced constipation. Comp Biochem Physiol A Mol Integr Physiol. juni 2000;126(2):203–12.
34. Das P, Babaei P, Nielsen J. Metagenomic analysis of microbe-mediated vitamin metabolism in the human gut microbiome. BMC Genomics. december 2019;20(1):208.
35. Biesalski HK. Nutrition meets the microbiome: micronutrients and the microbiota: Nutrition meets the microbiome. Ann N Y Acad Sci. mei 2016;1372(1):53–64.
36. Baldassarre M, Palladino V, Amoruso A, Pindinelli S, Mastromarino P, Fanelli M, e.a. Rationale of Probiotic Supplementation during Pregnancy and Neonatal Period. Nutrients. 6 november 2018;10(11):1693.
37. Rautava S, Luoto R, Salminen S, Isolauri E. Microbial contact during pregnancy, intestinal colonization and human disease. Nat Rev Gastroenterol Hepatol. oktober 2012;9(10):565–76.
38. Tamburini S, Shen N, Wu HC, Clemente JC. The microbiome in early life: implications for health outcomes. Nat Med. juli 2016;22(7):713–22.
39. Rautava S, Kalliomäki M, Isolauri E. Probiotics during pregnancy and breast-feeding might confer immunomodulatory protection against atopic disease in the infant. J Allergy Clin Immunol. januari 2002;109(1):119–21.
40. Sirilun S, Takahashi H, Boonyaritichaikij S, Chaiyasut C, Lertruangpanya P, Koga Y, e.a. Impact of maternal bifidobacteria and the mode of delivery on Bifidobacterium microbiota in infants. Benef Microbes. 2015;6(6):767–74.
41. Pannaraj PS, Li F, Cerini C, Bender JM, Yang S, Rollie A, e.a. Association Between Breast Milk Bacterial Communities and Establishment and Development of the Infant Gut Microbiome. JAMA Pediatr. 01 2017;171(7):647–54.
42. Davis EC, Dinsmoor AM, Wang M, Donovan SM. Microbiome Composition in Pediatric Populations from Birth to Adolescence: Impact of Diet and Prebiotic and Probiotic Interventions. Dig Dis Sci. maart 2020;65(3):706–22.
43. Yatsunenko T, Rey FE, Manary MJ, Trehan I, Dominguez-Bello MG, Contreras M, e.a. Human gut microbiome viewed across age and geography. Nature. 9 mei 2012;486(7402):222–7.
44. Laursen MF, Bahl MI, Michaelsen KF, Licht TR. First Foods and Gut Microbes. Front Microbiol [Internet]. 2017 [geciteerd 3 augustus 2020];8. Beschikbaar op: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2017.00356/full
45. Faith JJ, Guruge JL, Charbonneau M, Subramanian S, Seedorf H, Goodman AL, e.a. The long-term stability of the human gut microbiota. Science. 5 juli 2013;341(6141):1237439.
46. Schloissnig S, Arumugam M, Sunagawa S, Mitreva M, Tap J, Zhu A, e.a. Genomic variation landscape of the human gut microbiome. Nature. 3 januari 2013;493(7430):45–50.
47. David LA, Maurice CF, Carmody RN, Gootenberg DB, Button JE, Wolfe BE, e.a. Diet rapidly and reproducibly alters the human gut microbiome. Nature. 23 januari 2014;505(7484):559–63.
48. Mehta RS, Abu-Ali GS, Drew DA, Lloyd-Price J, Subramanian A, Lochhead P, e.a. Stability of the human faecal microbiome in a cohort of adult men. Nat Microbiol. maart 2018;3(3):347–55.
49. Tenorio-Jiménez C, Martínez-Ramírez MJ, Del Castillo-Codes I, Arraiza-Irigoyen C, Tercero-Lozano M, Camacho J, e.a. Lactobacillus reuteri V3401 Reduces Inflammatory Biomarkers and Modifies the Gastrointestinal Microbiome in Adults with Metabolic Syndrome: The PROSIR Study. Nutrients. 31 juli 2019;11(8):1761.
50. Biagi E, Franceschi C, Rampelli S, Severgnini M, Ostan R, Turroni S, e.a. Gut Microbiota and Extreme Longevity. Curr Biol. 6 juni 2016;26(11):1480–5.
51. Seidel J, Valenzano DR. The role of the gut microbiome during host ageing. F1000Research. 16 juli 2018;7:1086.
52. Deo PN, Deshmukh R. Oral microbiome: Unveiling the fundamentals. J Oral Maxillofac Pathol JOMFP. 2019;23(1):122–8.
53. Lu M, Xuan S, Wang Z. Oral microbiota: A new view of body health. Food Sci Hum Wellness. 1 maart 2019;8(1):8–15.
54. Verma D, Garg PK, Dubey AK. Insights into the human oral microbiome. Arch Microbiol. 1 mei 2018;200(4):525–40.
55. Blanquet-Diot S, Denis S, Chalancon S, Chaira F, Cardot J-M, Alric M. Use of Artificial Digestive Systems to Investigate the Biopharmaceutical Factors Influencing the Survival of Probiotic Yeast During Gastrointestinal Transit in Humans. Pharm Res. juni 2012;29(6):1444–53.
56. Alander M, De Smet I, Nollet L, Verstraete W, von Wright A, Mattila-Sandholm T. The effect of probiotic strains on the microbiota of the Simulator of the Human Intestinal Microbial Ecosystem (SHIME). Int J Food Microbiol. 12 januari 1999;46(1):71–9.
57. McBain AJ, Macfarlane GT. Investigations of Bifidobacterial Ecology and Oligosaccharide Metabolism in a Three-Stage Compound Continuous Culture System. Scand J Gastroenterol. 1 januari 1997;32(sup222):32–40.
58. Possemiers S, Marzorati M, Verstraete W, Van de Wiele T. Bacteria and chocolate: a successful combination for probiotic delivery. Int J Food Microbiol. 30 juni 2010;141(1–2):97–103.
59. Priebe MG, Vonk RJ, Sun X, He T, Harmsen HJM, Welling GW. The physiology of colonic metabolism. Possibilities for interventions with pre- and probiotics. Eur J Nutr. 1 oktober 2002;41(0):1–1.
60. Pavlovic N, Stankov K, Mikov M. Probiotics—Interactions with Bile Acids and Impact on Cholesterol Metabolism. Appl Biochem Biotechnol. december 2012;168(7):1880–95.
61. Andreux PA, Blanco-Bose W, Ryu D, Burdet F, Ibberson M, Aebischer P, e.a. The mitophagy activator urolithin A is safe and induces a molecular signature of improved mitochondrial and cellular health in humans. Nat Metab. juni 2019;1(6):595–603.
62. Vich Vila A, Collij V, Sanna S, Sinha T, Imhann F, Bourgonje AR, e.a. Impact of commonly used drugs on the composition and metabolic function of the gut microbiota. Nat Commun. december 2020;11(1):362.
63. Das B, Nair GB. Homeostasis and dysbiosis of the gut microbiome in health and disease. J Biosci. 20 september 2019;44(5):117.
64. Francino MP. Antibiotics and the Human Gut Microbiome: Dysbioses and Accumulation of Resistances. Front Microbiol [Internet]. 2016 [geciteerd 3 augustus 2020];6. Beschikbaar op: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2015.01543/full
65. Grönlund MM, Lehtonen OP, Eerola E, Kero P. Fecal microflora in healthy infants born by different methods of delivery: permanent changes in intestinal flora after cesarean delivery. J Pediatr Gastroenterol Nutr. januari 1999;28(1):19–25.
66. Chong PP, Chin VK, Looi CY, Wong WF, Madhavan P, Yong VC. The Microbiome and Irritable Bowel Syndrome – A Review on the Pathophysiology, Current Research and Future Therapy. Front Microbiol [Internet]. 2019 [geciteerd 3 augustus 2020];10. Beschikbaar op: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2019.01136/full
67. Gevers D, Kugathasan S, Denson LA, Vázquez-Baeza Y, Van Treuren W, Ren B, e.a. The Treatment-Naive Microbiome in New-Onset Crohn’s Disease. Cell Host Microbe. 12 maart 2014;15(3):382–92.
68. Michail S, Durbin M, Turner D, Griffiths AM, Mack DR, Hyams J, e.a. Alterations in the Gut Microbiome of Children with Severe Ulcerative Colitis. Inflamm Bowel Dis. 1 oktober 2012;18(10):1799–808.
69. Bailey MA, Holscher HD. Microbiome-Mediated Effects of the Mediterranean Diet on Inflammation. Adv Nutr. 1 mei 2018;9(3):193–206.
70. Yin R, Kuo H-C, Hudlikar R, Sargsyan D, Li S, Wang L, e.a. Gut Microbiota, Dietary Phytochemicals, and Benefits to Human Health. Curr Pharmacol Rep. oktober 2019;5(5):332–44.
71. Costalonga M, Herzberg MC. The oral microbiome and the immunobiology of periodontal disease and caries. Immunol Lett. december 2014;162(2 Pt A):22–38.
72. Foster JA, Rinaman L, Cryan JF. Stress & the gut-brain axis: Regulation by the microbiome. Neurobiol Stress. 1 december 2017;7:124–36.
73. O’Mahony SM, Clarke G, Dinan TG, Cryan JF. Irritable Bowel Syndrome and Stress-Related Psychiatric Co-morbidities: Focus on Early Life Stress. In: Greenwood-Van Meerveld B, redacteur. Gastrointestinal Pharmacology [Internet]. Cham: Springer International Publishing; 2017 [geciteerd 12 februari 2021]. p. 219–46. (Handbook of Experimental Pharmacology). Beschikbaar op: https://doi.org/10.1007/164_2016_128
74. Pechtel P, Pizzagalli DA. Effects of early life stress on cognitive and affective function: an integrated review of human literature. Psychopharmacology (Berl). 1 maart 2011;214(1):55–70.
75. Salazar N, Valdés-Varela L, González S, Gueimonde M, de los Reyes-Gavilán CG. Nutrition and the gut microbiome in the elderly. Gut Microbes. 4 maart 2017;8(2):82–97.
76. Jasmeet K, Nan L, Wynn JL, Neu J. Probiotic microbes: do they need to be alive to be beneficial? Nutr Rev. september 2009;67(9):546–50.
77. Navarro-Tapia E, Sebastiani G, Sailer S, Almeida Toledano L, Serra-Delgado M, García-Algar Ó, e.a. Probiotic Supplementation during the Perinatal and Infant Period: Effects on gut Dysbiosis and Disease. Nutrients. 27 juli 2020;12(8):2243.
78. Walter J, Britton RA, Roos S. Host-microbial symbiosis in the vertebrate gastrointestinal tract and the Lactobacillus reuteri paradigm. Proc Natl Acad Sci U S A. 15 maart 2011;108(Suppl 1):4645–52.
79. Heilig HGHJ, Zoetendal EG, Vaughan EE, Marteau P, Akkermans ADL, Vos WM de. Molecular Diversity of Lactobacillus spp. and Other Lactic Acid Bacteria in the Human Intestine as Determined by Specific Amplification of 16S Ribosomal DNA. Appl Environ Microbiol. 1 januari 2002;68(1):114–23.
80. Gibson GR, Wang X. Regulatory effects of bifidobacteria on the growth of other colonic bacteria. J Appl Bacteriol. oktober 1994;77(4):412–20.
81. Turroni F, Peano C, Pass DA, Foroni E, Severgnini M, Claesson MJ, e.a. Diversity of bifidobacteria within the infant gut microbiota. PloS One. 2012;7(5):e36957.
82. Bozzi Cionci N, Baffoni L, Gaggìa F, Di Gioia D. Therapeutic Microbiology: The Role of Bifidobacterium breve as Food Supplement for the Prevention/Treatment of Paediatric Diseases. Nutrients. 10 november 2018;10(11):1723.
83. Dubin K, Pamer EG. Enterococci and their interactions with the intestinal microbiome. Microbiol Spectr [Internet]. november 2014 [geciteerd 7 augustus 2020];5(6). Beschikbaar op: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5691600/
84. Franz CMAP, Huch M, Abriouel H, Holzapfel W, Gálvez A. Enterococci as probiotics and their implications in food safety. Int J Food Microbiol. 2 december 2011;151(2):125–40.
85. Burton JP, Chanyi RM, Schultz M. Chapter 19 - Common Organisms and Probiotics: Streptococcus thermophilus (Streptococcus salivarius subsp. thermophilus). In: Floch MH, Ringel Y, Allan Walker W, redacteuren. The Microbiota in Gastrointestinal Pathophysiology [Internet]. Boston: Academic Press; 2017 [geciteerd 7 augustus 2020]. p. 165–9. Beschikbaar op: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/B9780128040249000197
86. Vitetta L, Llewellyn H, Oldfield D. Gut Dysbiosis and the Intestinal Microbiome: Streptococcus thermophilus a Key Probiotic for Reducing Uremia. Microorganisms [Internet]. 31 juli 2019 [geciteerd 7 augustus 2020];7(8). Beschikbaar op: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6723445/
87. Cutting SM. Bacillus probiotics. Food Microbiol. april 2011;28(2):214–20.
88. McFarlin BK, Henning AL, Bowman EM, Gary MA, Carbajal KM. Oral spore-based probiotic supplementation was associated with reduced incidence of post-prandial dietary endotoxin, triglycerides, and disease risk biomarkers. World J Gastrointest Pathophysiol. 15 augustus 2017;8(3):117–26.
89. Chapman CMC, Gibson GR, Rowland I. Health benefits of probiotics: are mixtures more effective than single strains? Eur J Nutr. 1 februari 2011;50(1):1–17.
90. Kõll-Klais P, Mändar R, Leibur E, Marcotte H, Hammarström L, Mikelsaar M. Oral lactobacilli in chronic periodontitis and periodontal health: species composition and antimicrobial activity. Oral Microbiol Immunol. december 2005;20(6):354–61.
91. Ravel J, Gajer P, Abdo Z, Schneider GM, Koenig SSK, McCulle SL, e.a. Vaginal microbiome of reproductive-age women. Proc Natl Acad Sci U S A. 15 maart 2011;108(Suppl 1):4680–7.
92. Yildirim S, Yeoman CJ, Janga SC, Thomas SM, Ho M, Leigh SR, e.a. Primate vaginal microbiomes exhibit species specificity without universal Lactobacillus dominance. ISME J. december 2014;8(12):2431–44.
93. Recine N, Palma E, Domenici L, Giorgini M, Imperiale L, Sassu C, e.a. Restoring vaginal microbiota: biological control of bacterial vaginosis. A prospective case–control study using Lactobacillus rhamnosus BMX 54 as adjuvant treatment against bacterial vaginosis. Arch Gynecol Obstet. januari 2016;293(1):101–7.
94. Dale HF, Rasmussen SH, Asiller ÖÖ, Lied GA. Probiotics in Irritable Bowel Syndrome: An Up-to-Date Systematic Review. Nutrients. september 2019;11(9):2048.
95. Hungin APS, Mitchell CR, Whorwell P, Mulligan C, Cole O, Agréus L, e.a. Systematic review: probiotics in the management of lower gastrointestinal symptoms – an updated evidence-based international consensus. Aliment Pharmacol Ther. 2018;47(8):1054–70.
96. Liu PC, Yan YK, Ma YJ, Wang XW, Geng J, Wang MC, e.a. Probiotics Reduce Postoperative Infections in Patients Undergoing Colorectal Surgery: A Systematic Review and Meta-Analysis [Internet]. Vol. 2017, Gastroenterology Research and Practice. Hindawi; 2017 [geciteerd 12 februari 2021]. p. e6029075. Beschikbaar op: https://www.hindawi.com/journals/grp/2017/6029075/
97. Ng QX, Peters C, Ho CYX, Lim DY, Yeo W-S. A meta-analysis of the use of probiotics to alleviate depressive symptoms. J Affect Disord. 1 maart 2018;228:13–9.
98. Huang R, Wang K, Hu J. Effect of Probiotics on Depression: A Systematic Review and Meta-Analysis of Randomized Controlled Trials. Nutrients. 6 augustus 2016;8(8):483.
99. Liu RT, Walsh RFL, Sheehan AE. Prebiotics and probiotics for depression and anxiety: A systematic review and meta-analysis of controlled clinical trials. Neurosci Biobehav Rev. juli 2019;102:13–23.
100. Majeed M, Nagabhushanam K, Arumugam S, Majeed S, Ali F. Bacillus coagulans MTCC 5856 for the management of major depression with irritable bowel syndrome: a randomised, double-blind, placebo controlled, multi-centre, pilot clinical study. Food Nutr Res [Internet]. 4 juli 2018 [geciteerd 8 juli 2020];62. Beschikbaar op: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6034030/
101. Del Piano M, Ballarè M, Montino F, Orsello M, Garello E, Ferrari P, e.a. Clinical experience with probiotics in the elderly on total enteral nutrition. J Clin Gastroenterol. juli 2004;38(6 Suppl):S111-114.
102. Hatakka K, Savilahti E, Pönkä A, Meurman JH, Poussa T, Näse L, e.a. Effect of long term consumption of probiotic milk on infections in children attending day care centres: double blind, randomised trial. BMJ. 2 juni 2001;322(7298):1327.
103. Coccorullo P, Strisciuglio C, Martinelli M, Miele E, Greco L, Staiano A. Lactobacillus reuteri (DSM 17938) in Infants with Functional Chronic Constipation: A Double-Blind, Randomized, Placebo-Controlled Study. J Pediatr. oktober 2010;157(4):598–602.
104. Bekkali N-L-H, Bongers ME, Van den Berg MM, Liem O, Benninga MA. The role of a probiotics mixture in the treatment of childhood constipation: a pilot study. Nutr J. 2007;6(1):17.
105. Bu L-N, Chang M-H, Ni Y-H, Chen H-L, Cheng C-C. Lactobacillus casei rhamnosus Lcr35 in children with chronic constipation. Pediatr Int. 2007;49(4):485–90.
106. Szajewska H, Kotowska M, Mrukowicz JZ, Arma'nska M, Mikolajczyk W. Efficacy of Lactobacillus GG in prevention of nosocomial diarrhea in infants. J Pediatr. maart 2001;138(3):361–5.
107. Canani RB, Cirillo P, Terrin G, Cesarano L, Spagnuolo MI, Vincenzo AD, e.a. Probiotics for treatment of acute diarrhoea in children: randomised clinical trial of five different preparations. BMJ. 18 augustus 2007;335(7615):340.
108. Cano-Contreras AD, Minero Alfaro IJ, Medina López VM, Amieva Balmori M, Remes Troche JM, Espadaler Mazo J, e.a. Efficacy of i3.1 Probiotic on Improvement of Lactose Intolerance Symptoms: A Randomized, Placebo-controlled Clinical Trial. J Clin Gastroenterol [Internet]. 3 februari 2021 [geciteerd 12 februari 2021];Publish Ahead of Print. Beschikbaar op: https://journals.lww.com/jcge/Abstract/9000/Efficacy_of_i3_1_Probiotic_on_Improvement_of.97513.aspx
109. Le Nevé B, Martinez-De la Torre A, Tap J, Derrien M, Cotillard A, Barba E, e.a. A Fermented Milk Product with B. lactis CNCM I-2494 and Lactic Acid Bacteria Improves Gastrointestinal Comfort in Response to a Challenge Diet Rich in Fermentable Residues in Healthy Subjects. Nutrients. februari 2020;12(2):320.
110. Indrio F, Riezzo G, Raimondi F, Bisceglia M, Filannino A, Cavallo L, e.a. Lactobacillus reuteri accelerates gastric emptying and improves regurgitation in infants. Eur J Clin Invest. 2011;41(4):417–22.
111. Sakai T, Makino H, Ishikawa E, Oishi K, Kushiro A. Fermented milk containing Lactobacillus casei strain Shirota reduces incidence of hard or lumpy stools in healthy population. Int J Food Sci Nutr. juni 2011;62(4):423–30.
112. Zaharoni H, Rimon E, Vardi H, Friger M, Bolotin A, Shahar DR. Probiotics improve bowel movements in hospitalized elderly patients — The proage study. J Nutr Health Aging. 1 maart 2011;15(3):215–20.
113. Ojetti V, Ianiro G, Tortora A, D’Angelo G, Di Rienzo TA, Bibbò S, e.a. The effect of Lactobacillus reuteri supplementation in adults with chronic functional constipation: a randomized, double-blind, placebo-controlled trial. J Gastrointest Liver Dis JGLD. december 2014;23(4):387–91.
114. Hilton E, Kolakowski P, Singer C, Smith M. Efficacy of Lactobacillus GG as a Diarrheal Preventive in Travelers. J Travel Med. 1 maart 1997;4(1):41–3.
115. Vaccinaties op reis. Reizigersdiarree - Overige ziekten - Vaccinaties op reis [Internet]. 2020 [geciteerd 13 augustus 2020]. Beschikbaar op: https://www.vaccinatiesopreis.nl/reizigersdiarree/
116. Oksanen PJ, Salminen S, Saxelin M, Hämäläinen P, Ihantola-Vormisto A, Muurasniemi-Isoviita L, e.a. Prevention of Travellers Diarrhoea by Lactobacillus GG. Ann Med. 1 januari 1990;22(1):53–6.
117. Barker AK, Duster M, Valentine S, Hess T, Archbald-Pannone L, Guerrant R, e.a. A randomized controlled trial of probiotics for Clostridium difficile infection in adults (PICO). J Antimicrob Chemother. 1 november 2017;72(11):3177–80.
118. Bailey J, Carter NJ, Neher JO. Effective Management of Flatulence. Am Fam Physician. 15 juni 2009;79(12):1098.
119. Ringel-Kulka T, Palsson OS, Maier D, Carroll I, Galanko JA, Leyer G, e.a. Probiotic Bacteria Lactobacillus acidophilus NCFM and Bifidobacterium lactis Bi-07 Versus Placebo for the Symptoms of Bloating in Patients With Functional Bowel Disorders: A Double-blind Study. J Clin Gastroenterol. juli 2011;45(6):518–525.
120. Hun L. Bacillus coagulans significantly improved abdominal pain and bloating in patients with IBS. Postgrad Med. 1 maart 2009;121(2):119–24.
121. Cheng J, Ouwehand AC. Gastroesophageal Reflux Disease and Probiotics: A Systematic Review. Nutrients. 2 januari 2020;12(1):132.
122. Oberndorff A, Verolme B. Het verschil tussen IBD en IBS [Internet]. 2020. Beschikbaar op: https://www.crohn-colitis.nl/
123. Balsari A, Ceccarelli A, Dubini F, Fesce E, Poli G. The fecal microbial population in the irritable bowel syndrome. Microbiologica. juli 1982;5(3):185–94.
124. Mari A, Abu Baker F, Mahamid M, Sbeit W, Khoury T. The Evolving Role of Gut Microbiota in the Management of Irritable Bowel Syndrome: An Overview of the Current Knowledge. J Clin Med. 4 maart 2020;9(3).
125. Ni J, Wu GD, Albenberg L, Tomov VT. Gut microbiota and IBD: causation or correlation? Nat Rev Gastroenterol Hepatol. oktober 2017;14(10):573–84.
126. Zheng J-D, He Y, Yu H-Y, Liu Y-L, Ge Y-X, Li X-T, e.a. Unconjugated bilirubin alleviates experimental ulcerative colitis by regulating intestinal barrier function and immune inflammation. World J Gastroenterol. 21 april 2019;25(15):1865–78.
127. Qin XF. Impaired inactivation of digestive proteases by deconjugated bilirubin: The possible mechanism for inflammatory bowel disease. Med Hypotheses. 1 augustus 2002;59(2):159–63.
128. Mitsuyama K, Sata M. Gut microflora: a new target for therapeutic approaches in inflammatory bowel disease. Expert Opin Ther Targets. 1 maart 2008;12(3):301–12.
129. Moayyedi P, Ford AC, Talley NJ, Cremonini F, Foxx-Orenstein AE, Brandt LJ, e.a. The efficacy of probiotics in the treatment of irritable bowel syndrome: a systematic review. Gut. 1 maart 2010;59(3):325–32.
130. Spiller R. Review article: probiotics and prebiotics in irritable bowel syndrome. Aliment Pharmacol Ther. 2008;28(4):385–96.
131. Nobaek S, Jeppsson B, Ahrné S, Jeppson B. Alteration of Intestinal Micro?ora Is Associated With Reduction in Abdominal Bloating and Pain in Patients With Irritable Bowel Syndrome. Am J Gastroenterol. 2000;95(5):8.
132. Niedzielin K, Kordecki H, Birkenfeld B. A controlled, double-blind, randomized study on the efficacy of Lactobacillus plantarum 299V in patients with irritable bowel syndrome. Eur J Gastroenterol Hepatol. oktober 2001;13(10):1143–7.
133. Bauserman M, Michail S. The use of Lactobacillus GG in irritable bowel syndrome in children: a double-blind randomized control trial. J Pediatr. augustus 2005;147(2):197–201.
134. O’Mahony L, McCarthy J, Kelly P, Hurley G, Luo F, Chen K, e.a. Lactobacillus and bifidobacterium in irritable bowel syndrome: Symptom responses and relationship to cytokine profiles. Gastroenterology. 1 maart 2005;128(3):541–51.
135. Whorwell PJ, Altringer L, Morel J, Bond Y, Charbonneau D, O’Mahony L, e.a. Efficacy of an encapsulated probiotic Bifidobacterium infantis 35624 in women with irritable bowel syndrome. Am J Gastroenterol. juli 2006;101(7):1581–90.
136. Yoon JY, Cha JM, Oh JK, Tan PL, Kim SH, Kwak MS, e.a. Probiotics Ameliorate Stool Consistency in Patients with Chronic Constipation: A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled Study. Dig Dis Sci. 2018;63(10):2754–64.
137. Shadnoush M, Hosseini RS, Khalilnezhad A, Navai L, Goudarzi H, Vaezjalali M. Effects of Probiotics on Gut Microbiota in Patients with Inflammatory Bowel Disease: A Double-blind, Placebo-controlled Clinical Trial. Korean J Gastroenterol. 2015;65(4):215.
138. Bjarnason I, Sission G, Hayee B. A randomised, double-blind, placebo-controlled trial of a multi-strain probiotic in patients with asymptomatic ulcerative colitis and Crohn’s disease. Inflammopharmacology. 1 juni 2019;27(3):465–73.
139. Groeger D, O’Mahony L, Murphy EF, Bourke JF, Dinan TG, Kiely B, e.a. Bifidobacterium infantis 35624 modulates host inflammatory processes beyond the gut. Gut Microbes. 12 juli 2013;4(4):325–39.
140. Tamaki H, Nakase H, Inoue S, Kawanami C, Itani T, Ohana M, e.a. Efficacy of probiotic treatment with Bifidobacterium longum 536 for induction of remission in active ulcerative colitis: A randomized, double-blinded, placebo-controlled multicenter trial. Dig Endosc. 2016;28(1):67–74.
141. Gao L, Xu T, Huang G, Jiang S, Gu Y, Chen F. Oral microbiomes: more and more importance in oral cavity and whole body. Protein Cell. 1 mei 2018;9(5):488–500.
142. Xun Z, Zhang Q, Xu T, Chen N, Chen F. Dysbiosis and Ecotypes of the Salivary Microbiome Associated With Inflammatory Bowel Diseases and the Assistance in Diagnosis of Diseases Using Oral Bacterial Profiles. Front Microbiol [Internet]. 2018 [geciteerd 18 augustus 2020];9. Beschikbaar op: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2018.01136/full
143. Nakajima M, Arimatsu K, Kato T, Matsuda Y, Minagawa T, Takahashi N, e.a. Oral Administration of P. gingivalis Induces Dysbiosis of Gut Microbiota and Impaired Barrier Function Leading to Dissemination of Enterobacteria to the Liver. 2015;
144. Zamani M, Alizadeh-Tabari S, Zamani V. Systematic review with meta-analysis: the prevalence of anxiety and depression in patients with irritable bowel syndrome. Aliment Pharmacol Ther. 2019;50(2):132–43.
145. Cole JA, Rothman KJ, Cabral HJ, Zhang Y, Farraye FA. Migraine, fibromyalgia, and depression among people with IBS: a prevalence study. BMC Gastroenterol. 28 september 2006;6(1):26.
146. Whitehead WE, Palsson O, Jones KR. Systematic review of the comorbidity of irritable bowel syndrome with other disorders: What are the causes and implications? Gastroenterology. 1 april 2002;122(4):1140–56.
147. Pinto-Sanchez MI, Hall GB, Ghajar K, Nardelli A, Bolino C, Lau JT, e.a. Probiotic Bifidobacterium longum NCC3001 Reduces Depression Scores and Alters Brain Activity: A Pilot Study in Patients With Irritable Bowel Syndrome. Gastroenterology. augustus 2017;153(2):448-459.e8.
148. Meyer C, Vassar M. The Fragility of Probiotic Bifidobacterium longum NCC3001 Use for Depression in Patients With Irritable Bowel Syndrome. Gastroenterology. 1 februari 2018;154(3):764.
149. Nocerino R, Di Costanzo M, Bedogni G, Cosenza L, Maddalena Y, Di Scala C, e.a. Dietary Treatment with Extensively Hydrolyzed Casein Formula Containing the Probiotic Lactobacillus rhamnosus GG Prevents the Occurrence of Functional Gastrointestinal Disorders in Children with Cow’s Milk Allergy. J Pediatr. 2019;213:137-142.e2.
150. Berni Canani R, Di Costanzo M, Bedogni G, Amoroso A, Cosenza L, Di Scala C, e.a. Extensively hydrolyzed casein formula containing Lactobacillus rhamnosus GG reduces the occurrence of other allergic manifestations in children with cow’s milk allergy: 3-year randomized controlled trial. J Allergy Clin Immunol. juni 2017;139(6):1906-1913.e4.
151. Tan-Lim CSC, Esteban-Ipac NAR. Probiotics as treatment for food allergies among pediatric patients: a meta-analysis. World Allergy Organ J. 2018;11(1):25.
152. Zhang G-Q, Hu H-J, Liu C-Y, Zhang Q, Shakya S, Li Z-Y. Probiotics for Prevention of Atopy and Food Hypersensitivity in Early Childhood: A PRISMA-Compliant Systematic Review and Meta-Analysis of Randomized Controlled Trials. Medicine (Baltimore). februari 2016;95(8):e2562.
153. Gingold-Belfer R, Levy S, Layfer O, Pakanaev L, Niv Y, Dickman R, e.a. Use of a Novel Probiotic Formulation to Alleviate Lactose Intolerance Symptoms—a Pilot Study. Probiotics Antimicrob Proteins. 1 maart 2020;12(1):112–8.
154. de Vrese M, Stegelmann A, Richter B, Fenselau S, Laue C, Schrezenmeir J. Probiotics—compensation for lactase insufficiency. Am J Clin Nutr. 1 februari 2001;73(2):421s–9s.
155. Durack J, Kimes NE, Lin DL, Rauch M, McKean M, McCauley K, e.a. Delayed gut microbiota development in high-risk for asthma infants is temporarily modifiable by Lactobacillus supplementation. Nat Commun. 16 februari 2018;9(1):707.
156. Korpela K, Salonen A, Vepsäläinen O, Suomalainen M, Kolmeder C, Varjosalo M, e.a. Probiotic supplementation restores normal microbiota composition and function in antibiotic-treated and in caesarean-born infants. Microbiome. 16 oktober 2018;6(1):182.
157. Duar RM, Kyle D, Tribe RM. Reintroducing B. infantis to the cesarean-born neonate: an ecologically sound alternative to “vaginal seeding”. FEMS Microbiol Lett [Internet]. 1 maart 2020 [geciteerd 12 augustus 2020];367(6). Beschikbaar op: https://academic.oup.com/femsle/article/367/6/fnaa032/5739918
158. D’Souza AL, Rajkumar C, Cooke J, Bulpitt CJ. Probiotics in prevention of antibiotic associated diarrhoea: meta-analysis. BMJ. 8 juni 2002;324(7350):1361.
159. McFarland LV. Meta-analysis of probiotics for the prevention of antibiotic associated diarrhea and the treatment of Clostridium difficile disease. Am J Gastroenterol. april 2006;101(4):812–22.
160. Hickson M, D’Souza AL, Muthu N, Rogers TR, Want S, Rajkumar C, e.a. Use of probiotic Lactobacillus preparation to prevent diarrhoea associated with antibiotics: randomised double blind placebo controlled trial. BMJ. 14 juli 2007;335(7610):80.
161. Rosenfeldt V, Benfeldt E, Valerius NH, Pærregaard A, Michaelsen KF. Effect of probiotics on gastrointestinal symptoms and small intestinal permeability in children with atopic dermatitis. J Pediatr. november 2004;145(5):612–6.
162. Iemoli E, Trabattoni D, Parisotto S, Borgonovo L, Toscano M, Rizzardini G, e.a. Probiotics Reduce Gut Microbial Translocation and Improve Adult Atopic Dermatitis: J Clin Gastroenterol. oktober 2012;46:S33–40.
163. Marschan E, Kuitunen M, Kukkonen K, Poussa T, Sarnesto A, Haahtela T, e.a. Probiotics in infancy induce protective immune profiles that are characteristic for chronic low-grade inflammation. Clin Exp Allergy J Br Soc Allergy Clin Immunol. april 2008;38(4):611–8.
164. Betsi GI, Papadavid E, Falagas ME. Probiotics for the treatment or prevention of atopic dermatitis: a review of the evidence from randomized controlled trials. Am J Clin Dermatol. 2008;9(2):93–103.
165. Kim S-O, Ah Y-M, Yu YM, Choi KH, Shin W-G, Lee J-Y. Effects of probiotics for the treatment of atopic dermatitis: a meta-analysis of randomized controlled trials. Ann Allergy Asthma Immunol. 1 augustus 2014;113(2):217–26.
166. Zhao M, Shen C, Ma L. Treatment efficacy of probiotics on atopic dermatitis, zooming in on infants: a systematic review and meta-analysis. Int J Dermatol. juni 2018;57(6):635–41.
167. Zuccotti G, Meneghin F, Aceti A, Barone G, Callegari ML, Di Mauro A, e.a. Probiotics for prevention of atopic diseases in infants: systematic review and meta-analysis. Allergy. november 2015;70(11):1356–71.
168. Kalliomäki M, Salminen S, Arvilommi H, Kero P, Koskinen P, Isolauri E. Probiotics in primary prevention of atopic disease: a randomised placebo-controlled trial. The Lancet. 7 april 2001;357(9262):1076–9.
169. Kalliomäki M, Salminen S, Poussa T, Isolauri E. Probiotics during the first 7 years of life: A cumulative risk reduction of eczema in a randomized, placebo-controlled trial. J Allergy Clin Immunol. 1 april 2007;119(4):1019–21.
170. Kalliomäki M, Salminen S, Poussa T, Arvilommi H, Isolauri E. Probiotics and prevention of atopic disease: 4-year follow-up of a randomised placebo-controlled trial. Lancet Lond Engl. 31 mei 2003;361(9372):1869–71.
171. Rautava S, Kainonen E, Salminen S, Isolauri E. Maternal probiotic supplementation during pregnancy and breast-feeding reduces the risk of eczema in the infant. J Allergy Clin Immunol. 1 december 2012;130(6):1355–60.
172. Kopp MV, Hennemuth I, Heinzmann A, Urbanek R. Randomized, double-blind, placebo-controlled trial of probiotics for primary prevention: no clinical effects of Lactobacillus GG supplementation. Pediatrics. april 2008;121(4):e850-856.
173. Rahmayani T, Putra IB, Jusuf NK. The Effect of Oral Probiotic on the Interleukin-10 Serum Levels of Acne Vulgaris. Open Access Maced J Med Sci. 10 oktober 2019;7(19):3249–52.
174. Fabbrocini G, Bertona M, Picazo Ó, Pareja-Galeano H, Monfrecola G, Emanuele E. Supplementation with Lactobacillus rhamnosus SP1 normalises skin expression of genes implicated in insulin signalling and improves adult acne. Benef Microbes. 30 november 2016;7(5):625–30.
175. Jung GW, Tse JE, Guiha I, Rao J. Prospective, Randomized, Open-Label Trial Comparing the Safety, Efficacy, and Tolerability of an Acne Treatment Regimen with and without a Probiotic Supplement and Minocycline in Subjects with Mild to Moderate Acne. J Cutan Med Surg. 1 maart 2013;17(2):114–22.
176. Alesa DI, Alshamrani HM, Alzahrani YA, Alamssi DN, Alzahrani NS, Almohammadi ME. The role of gut microbiome in the pathogenesis of psoriasis and the therapeutic effects of probiotics. J Fam Med Prim Care. 15 november 2019;8(11):3496–503.
177. Atabati H, Esmaeili S, Saburi E, Akhlaghi M, Raoofi A, Rezaei N, e.a. Probiotics with ameliorating effects on the severity of skin inflammation in psoriasis: Evidence from experimental and clinical studies. J Cell Physiol. december 2020;235(12):8925–37.
178. Chen Y-J, Lee W-H, Ho HJ, Tseng C-H, Wu C-Y. An altered fecal microbial profiling in rosacea patients compared to matched controls. J Formos Med Assoc [Internet]. 20 mei 2020 [geciteerd 15 oktober 2020]; Beschikbaar op: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0929664620301728
179. Nam J-H, Yun Y, Kim H-S, Kim H-N, Jung HJ, Chang Y, e.a. Rosacea and its association with enteral microbiota in Korean females. Exp Dermatol. 2018;27(1):37–42.
180. Knackstedt R, Knackstedt T, Gatherwright J. The role of topical probiotics in skin conditions: A systematic review of animal and human studies and implications for future therapies. Exp Dermatol. 2020;29(1):15–21.
181. Petersen PE, Ogawa H. The global burden of periodontal disease: towards integration with chronic disease prevention and control. Periodontol 2000. 2012;60(1):15–39.
182. Kõll-Klais P, Mändar R, Marcotte H, Leibur E, Mikelsaar M, Hammarström L. Characterization of oral lactobacilli as potential probiotics for oral health. Oral Microbiol Immunol. 2008;23(2):139–47.
183. Shimauchi H, Mayanagi G, Nakaya S, Minamibuchi M, Ito Y, Yamaki K, e.a. Improvement of periodontal condition by probiotics with Lactobacillus salivarius WB21: a randomized, double-blind, placebo-controlled study. J Clin Periodontol. 2008;35(10):897–905.
184. Nishihara T, Suzuki N, Yoneda M, Hirofuji T. Effects of Lactobacillus salivarius-containing tablets on caries risk factors: a randomized open-label clinical trial. BMC Oral Health. 2 september 2014;14(1):110.
185. Teanpaisan R, Piwat S. Lactobacillus paracasei SD1, a novel probiotic, reduces mutans streptococci in human volunteers: a randomized placebo-controlled trial. Clin Oral Investig. 1 april 2014;18(3):857–62.
186. Näse L, Hatakka K, Savilahti E, Saxelin M, Pönkä A, Poussa T, e.a. Effect of Long–Term Consumption of a Probiotic Bacterium, Lactobacillus rhamnosus GG, in Milk on Dental Caries and Caries Risk in Children. Caries Res. 2001;35(6):412–20.
187. Simark-Mattsson C, Emilson C-G, Håkansson EG, Jacobsson C, Roos K, Holm S. Lactobacillus-mediated interference of mutans streptococci in caries-free vs. caries-active subjects. Eur J Oral Sci. 2007;115(4):308–14.
188. Krasse P, Carlsson B, Dahl C, Paulsson A, Nilsson A, Sinkiewicz G. Decreased gum bleeding and reduced gingivitis by the probiotic Lactobacillus reuteri. Swed Dent J. 1 januari 2006;30(2):55–60.
189. Twetman S, Derawi B, Keller M, Ekstrand K, Yucel-Lindberg T, Stecksén-Blicks C. Short-term effect of chewing gums containing probiotic Lactobacillus reuteri on the levels of inflammatory mediators in gingival crevicular fluid. Acta Odontol Scand. 1 januari 2009;67(1):19–24.
190. Sajedinejad N, Paknejad M, Houshmand B, Sharafi H, Jelodar R, Shahbani Zahiri H, e.a. Lactobacillus salivarius NK02: a Potent Probiotic for Clinical Application in Mouthwash. Probiotics Antimicrob Proteins. 1 september 2018;10(3):485–95.
191. Schmitter T, Fiebich BL, Fischer JT, Gajfulin M, Larsson N, Rose T, e.a. Ex vivo anti-inflammatory effects of probiotics for periodontal health. J Oral Microbiol. 1 januari 2018;10(1):1502027.
192. Alanzi A, Honkala S, Honkala E, Varghese A, Tolvanen M, Söderling E. Effect of Lactobacillus rhamnosus and Bifidobacterium lactis on gingival health, dental plaque, and periodontopathogens in adolescents: a randomised placebo-controlled clinical trial. Benef Microbes. 15 juni 2018;9(4):593–602.
193. Akram Z, Shafqat SS, Aati S, Kujan O, Fawzy A. Clinical efficacy of probiotics in the treatment of gingivitis: A systematic review and meta-analysis. Aust Dent J. 2020;65(1):12–20.
194. Iwamoto T, Suzuki N, Tanabe K, Takeshita T, Hirofuji T. Effects of probiotic Lactobacillus salivarius WB21 on halitosis and oral health: an open-label pilot trial. Oral Surg Oral Med Oral Pathol Oral Radiol Endod. 2010;110(2):201–8.
195. Yoo J-I, Shin I-S, Jeon J-G, Yang Y-M, Kim J-G, Lee D-W. The Effect of Probiotics on Halitosis: a Systematic Review and Meta-analysis. Probiotics Antimicrob Proteins. 1 maart 2019;11(1):150–7.
196. Zierer J, Jackson MA, Kastenmüller G, Mangino M, Long T, Telenti A, e.a. The fecal metabolome as a functional readout of the gut microbiome. Nat Genet. juni 2018;50(6):790–5.
197. Finucane MM, Sharpton TJ, Laurent TJ, Pollard KS. A Taxonomic Signature of Obesity in the Microbiome? Getting to the Guts of the Matter. PLOS ONE. 8 januari 2014;9(1):e84689.
198. Minami J, Iwabuchi N, Tanaka M, Yamauchi K, Xiao J-Z, Abe F, e.a. Effects of Bifidobacterium breve B-3 on body fat reductions in pre-obese adults: a randomized, double-blind, placebo-controlled trial. Biosci Microbiota Food Health. 2018;37(3):67–75.
199. Kondo S, Xiao J-Z, Satoh T, Odamaki T, Takahashi S, Sugahara H, e.a. Antiobesity effects of Bifidobacterium breve strain B-3 supplementation in a mouse model with high-fat diet-induced obesity. Biosci Biotechnol Biochem. 2010;74(8):1656–61.
200. Barengolts E, Salim M, Akbar A, Salim F. Probiotics for Prosperity: Is There a Role for Probiotics in the Fight Against Obesity? Review of Meta-Analyses of Randomized Controlled Trials. Nutr Diet Suppl. 27 november 2020;12:255–65.
201. Minty M, Canceil T, Serino M, Burcelin R, Tercé F, Blasco-Baque V. Oral microbiota-induced periodontitis: a new risk factor of metabolic diseases. Rev Endocr Metab Disord. 1 december 2019;20(4):449–59.
202. Ohtsu A, Takeuchi Y, Katagiri S, Suda W, Maekawa S, Shiba T, e.a. Influence of Porphyromonas gingivalis in gut microbiota of streptozotocin-induced diabetic mice. Oral Dis. april 2019;25(3):868–80.
203. Arimatsu K, Yamada H, Miyazawa H, Minagawa T, Nakajima M, Ryder MI, e.a. Oral pathobiont induces systemic inflammation and metabolic changes associated with alteration of gut microbiota. Sci Rep. 6 mei 2014;4(1):4828.
204. Blasco-Baque V, Garidou L, Pomié C, Escoula Q, Loubieres P, Gall-David SL, e.a. Periodontitis induced by Porphyromonas gingivalis drives periodontal microbiota dysbiosis and insulin resistance via an impaired adaptive immune response. Gut. 2017;66(5):14.
205. Tian J, Liu C, Zheng X, Jia X, Peng X, Yang R, e.a. Porphyromonas gingivalis Induces Insulin Resistance by Increasing BCAA Levels in Mice. J Dent Res. 1 juli 2020;99(7):839–46.
206. Kocsis T, Molnár B, Németh D, Hegyi P, Szakács Z, Bálint A, e.a. Probiotics have beneficial metabolic effects in patients with type 2 diabetes mellitus: a meta-analysis of randomized clinical trials. Sci Rep. 16 juli 2020;10(1):11787.
207. Lee S, Kirkland R, Grunewald ZI, Sun Q, Wicker L, de La Serre CB. Beneficial Effects of Non-Encapsulated or Encapsulated Probiotic Supplementation on Microbiota Composition, Intestinal Barrier Functions, Inflammatory Profiles, and Glucose Tolerance in High Fat Fed Rats. Nutrients. september 2019;11(9):1975.
208. Zeng Z, Yuan Q, Yu R, Zhang J, Ma H, Chen S. Ameliorative Effects of Probiotic Lactobacillus paracasei NL41 on Insulin Sensitivity, Oxidative Stress, and Beta-Cell Function in a Type 2 Diabetes Mellitus Rat Model. Mol Nutr Food Res. 2019;63(22):1900457.
209. Xiao JZ, Kondo S, Takahashi N, Miyaji K, Oshida K, Hiramatsu A, e.a. Effects of Milk Products Fermented by Bifidobacterium longum on Blood Lipids in Rats and Healthy Adult Male Volunteers. J Dairy Sci. 1 juli 2003;86(7):2452–61.
210. Bernini LJ, Simão ANC, Alfieri DF, Lozovoy MAB, Mari NL, de Souza CHB, e.a. Beneficial effects of Bifidobacterium lactis on lipid profile and cytokines in patients with metabolic syndrome: A randomized trial. Effects of probiotics on metabolic syndrome. Nutrition. juni 2016;32(6):716–9.
211. Tonucci LB, Olbrich Dos Santos KM, Licursi de Oliveira L, Rocha Ribeiro SM, Duarte Martino HS. Clinical application of probiotics in type 2 diabetes mellitus: A randomized, double-blind, placebo-controlled study. Clin Nutr Edinb Scotl. 2017;36(1):85–92.
212. Kelly TN, Bazzano LA, Ajami NJ, He H, Zhao J, Petrosino JF, e.a. Gut Microbiome Associates With Lifetime Cardiovascular Disease Risk Profile Among Bogalusa Heart Study Participants. Circ Res. 30 september 2016;119(8):956–64.
213. Yoshida N, Yamashita T, Hirata K. Gut Microbiome and Cardiovascular Diseases. Diseases. 29 juni 2018;6(3):56.
214. Grylls A, Seidler K, Neil J. Link between microbiota and hypertension: Focus on LPS/TLR4 pathway in endothelial dysfunction and vascular inflammation, and therapeutic implication of probiotics. Biomed Pharmacother. mei 2021;137:111334.
215. Din AU, Hassan A, Zhu Y, Yin T, Gregersen H, Wang G. Amelioration of TMAO through probiotics and its potential role in atherosclerosis. Appl Microbiol Biotechnol. december 2019;103(23–24):9217–28.
216. Qiu L, Tao X, Xiong H, Yu J, Wei H. Lactobacillus plantarum ZDY04 exhibits a strain-specific property of lowering TMAO via the modulation of gut microbiota in mice. Food Funct. 15 augustus 2018;9(8):4299–309.
217. Dietrich T, Sharma P, Walter C, Weston P, Beck J. The epidemiological evidence behind the association between periodontitis and incident atherosclerotic cardiovascular disease. J Clin Periodontol. april 2013;40(s14):S70–84.
218. Khumaedi AI, Purnamasari D, Wijaya IP, Soeroso Y. The relationship of diabetes, periodontitis and cardiovascular disease. Diabetes Metab Syndr Clin Res Rev. maart 2019;13(2):1675–8.
219. Virtanen E, Nurmi T, Söder P-Ö, Airila-Månsson S, Söder B, Meurman JH. Apical periodontitis associates with cardiovascular diseases: a cross-sectional study from Sweden. BMC Oral Health. 11 juli 2017;17(1):107.
220. Dominy SS, Lynch C, Ermini F, Benedyk M, Marczyk A, Konradi A, e.a. Porphyromonas gingivalis in Alzheimer’s disease brains: Evidence for disease causation and treatment with small-molecule inhibitors. Sci Adv. januari 2019;5(1):eaau3333.
221. Soscia SJ, Kirby JE, Washicosky KJ, Tucker SM, Ingelsson M, Hyman B, e.a. The Alzheimer’s Disease-Associated Amyloid ß-Protein Is an Antimicrobial Peptide. PLOS ONE. 3 maart 2010;5(3):e9505.
222. Poole S, Singhrao S, Kesavalu L, Curtis M, Crean S. Determining the presence of periodontopathic virulence factors in short-term postmortem Alzheimer’s disease brain tissue. J Alzheimers Dis. 2013;36(4):665–77.
223. Olsen I, Singhrao SK. Interaction between genetic factors, Porphyromonas gingivalis and microglia to promote Alzheimer’s disease. J Oral Microbiol. 1 januari 2020;12(1):1820834.
224. Goyal N, Shamanna PU, Varughese ST, Abraham R, Antony B, Emmatty R, e.a. Effects of amine fluoride and probiotic mouthwash on levels of Porphyromonas gingivalis in orthodontic patients: A randomized controlled trial. J Indian Soc Periodontol. 2019;23(4):339–44.
225. Savino F, Cresi F, Pautasso S, Palumeri E, Tullio V, Roana J, e.a. Intestinal microflora in breastfed colicky and non-colicky infants. Acta Paediatr. juni 2004;93(6):825–9.
226. Szajewska H, Gyrczuk E, Horvath A. Lactobacillus reuteri DSM 17938 for the Management of Infantile Colic in Breastfed Infants: A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled Trial. J Pediatr. februari 2013;162(2):257–62.
227. Savino F, Pelle E, Palumeri E, Oggero R, Miniero R. Lactobacillus reuteri (American Type Culture Collection Strain 55730) versus simethicone in the treatment of infantile colic: a prospective randomized study. Pediatrics. januari 2007;119(1):e124-130.
228. AlFaleh KM, Bassler D. Probiotics for prevention of necrotizing enterocolitis in preterm infants. In: The Cochrane Collaboration, redacteur. Cochrane Database of Systematic Reviews [Internet]. Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd; 2008 [geciteerd 12 augustus 2020]. p. CD005496.pub2. Beschikbaar op: http://doi.wiley.com/10.1002/14651858.CD005496.pub2
229. Deshpande G, Rao S, Patole S, Bulsara M. Updated meta-analysis of probiotics for preventing necrotizing enterocolitis in preterm neonates [Internet]. Database of Abstracts of Reviews of Effects (DARE): Quality-assessed Reviews [Internet]. Centre for Reviews and Dissemination (UK); 2010 [geciteerd 12 augustus 2020]. Beschikbaar op: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK79504/
230. Huang H, Song L, Zhao W. Effects of probiotics for the treatment of bacterial vaginosis in adult women: a meta-analysis of randomized clinical trials. Arch Gynecol Obstet. 1 juni 2014;289(6):1225–34.
231. Heczko PB, Tomusiak A, Adamski P, Jakimiuk AJ, Stefanski G, Mikolajczyk-Cichonska A, e.a. Supplementation of standard antibiotic therapy with oral probiotics for bacterial vaginosis and aerobic vaginitis: a randomised, double-blind, placebo-controlled trial. BMC Womens Health. december 2015;15(1):115.
232. Ya W, Reifer C, Miller LE. Efficacy of vaginal probiotic capsules for recurrent bacterial vaginosis: a double-blind, randomized, placebo-controlled study. Am J Obstet Gynecol. augustus 2010;203(2):120.e1-120.e6.
233. Beerepoot M a. J. Women with recurrent urinary tract infections: antibiotic resistance and non-antibiotic prophylaxis [Internet]. 2013 [geciteerd 15 oktober 2020]. Beschikbaar op: https://dare.uva.nl/search?identifier=381af002-2eb8-4956-834f-3aef23760310
234. Stapleton AE, Au-Yeung M, Hooton TM, Fredricks DN, Roberts PL, Czaja CA, e.a. Randomized, Placebo-Controlled Phase 2 Trial of a Lactobacillus crispatus Probiotic Given Intravaginally for Prevention of Recurrent Urinary Tract Infection. Clin Infect Dis. 15 mei 2011;52(10):1212–7.
235. Rossoni RD, Barros PP de, Alvarenga JA de, Ribeiro F de C, Velloso M dos S, Fuchs BB, e.a. Antifungal activity of clinical Lactobacillus strains against Candida albicans biofilms: identification of potential probiotic candidates to prevent oral candidiasis. Biofouling. 7 februari 2018;34(2):212–25.
236. Matsubara V, Silva E, Paula C, Ishikawa K, Nakamae A. Treatment with probiotics in experimental oral colonization by Candida albicans in murine model (DBA/2): Treatment with probiotic in experimental oral colonization. Oral Dis. april 2012;18(3):260–4.
237. Hu L, Zhou M, Young A, Zhao W, Yan Z. In vivo effectiveness and safety of probiotics on prophylaxis and treatment of oral candidiasis: a systematic review and meta-analysis. BMC Oral Health. 10 juli 2019;19(1):140.
238. Ishikawa KH, Mayer MPA, Miyazima TY, Matsubara VH, Silva EG, Paula CR, e.a. A Multispecies Probiotic Reduces Oral Candida Colonization in Denture Wearers: Reduction of Candida by Probiotics. J Prosthodont. april 2015;24(3):194–9.
239. Kraft-Bodi E, Jørgensen MR, Keller MK, Kragelund C, Twetman S. Effect of Probiotic Bacteria on Oral Candida in Frail Elderly. J Dent Res. 1 september 2015;94(9_suppl):181S-186S.
240. Kovachev SM, Vatcheva-Dobrevska RS. Local Probiotic Therapy for Vaginal Candida albicans Infections. Probiotics Antimicrob Proteins. maart 2015;7(1):38–44.
241. Pendharkar S, Brandsborg E, Hammarström L, Marcotte H, Larsson P-G. Vaginal colonisation by probiotic lactobacilli and clinical outcome in women conventionally treated for bacterial vaginosis and yeast infection. BMC Infect Dis. 3 juli 2015;15(1):255.
242. Vicariotto F, Del Piano M, Mogna L, Mogna G. Effectiveness of the Association of 2 Probiotic Strains Formulated in a Slow Release Vaginal Product, in Women Affected by Vulvovaginal Candidiasis: A Pilot Study. J Clin Gastroenterol. oktober 2012;46:S73–80.
243. Kunyeit L, K A A-A, Rao RP. Application of Probiotic Yeasts on Candida Species Associated Infection. J Fungi. december 2020;6(4):189.
244. Manzoni P, Mostert M, Leonessa ML, Priolo C, Farina D, Monetti C, e.a. Oral supplementation with Lactobacillus casei subspecies rhamnosus prevents enteric colonization by Candida species in preterm neonates: a randomized study. Clin Infect Dis Off Publ Infect Dis Soc Am. 15 juni 2006;42(12):1735–42.
245. Romeo MG, Romeo DM, Trovato L, Oliveri S, Palermo F, Cota F, e.a. Role of probiotics in the prevention of the enteric colonization by Candida in preterm newborns: incidence of late-onset sepsis and neurological outcome. J Perinatol. januari 2011;31(1):63–9.
246. Kumar S, Bansal A, Chakrabarti A, Singhi S. Evaluation of efficacy of probiotics in prevention of candida colonization in a PICU-a randomized controlled trial. Crit Care Med. februari 2013;41(2):565–572.
247. Kamatani N, Mochii M, Hashimoto M, Sakurai K, Gokita K, Yoshihara J, e.a. Placebo controlled double blind parallel randomized study to test the urate-lowering effect of yogurt containing Lactobacillus gasseri PA-3 in adult males with marginal hyperuricemia. Gout Nucleic Acid Metab. 2016;40(1):21–31.
248. Yamanaka H, Taniguchi A, Tsuboi H, Kano H, Asami Y. Hypouricaemic effects of yoghurt containing Lactobacillus gasseri PA-3 in patients with hyperuricaemia and/or gout: A randomised, double-blind, placebo-controlled study. Mod Rheumatol. 2 januari 2019;29(1):146–50.
249. García-Arroyo FE, Gonzaga G, Muñoz-Jiménez I, Blas-Marron MG, Silverio O, Tapia E, e.a. Probiotic supplements prevented oxonic acid-induced hyperuricemia and renal damage. PLOS ONE. 24 augustus 2018;13(8):e0202901.
250. Wang H, Mei L, Deng Y, Liu Y, Wei X, Liu M, e.a. Lactobacillus brevis DM9218 ameliorates fructose-induced hyperuricemia through inosine degradation and manipulation of intestinal dysbiosis. Nutrition. 1 juni 2019;62:63–73.
251. Aqaeinezhad Rudbane SM, Rahmdel S, Abdollahzadeh SM, Zare M, Bazrafshan A, Mazloomi SM. The efficacy of probiotic supplementation in rheumatoid arthritis: a meta-analysis of randomized, controlled trials. Inflammopharmacology. 1 februari 2018;26(1):67–76.
252. Fuego C, Mena-Vazquez N, Caparrós-Ruiz R, Ureña-Garnica I, Diaz-Cordovés G, Jimenez-Nuñez FG, e.a. AB0113 Efficacy of treatment with probiotics in the inflammatory activity of patients with rheumatoid arthritis. systematic review of the literature. Ann Rheum Dis. 1 juni 2018;77(Suppl 2):1251–1251.
253. Mohammed AT, Khattab M, Ahmed AM, Turk T, Sakr N, M. Khalil A, e.a. The therapeutic effect of probiotics on rheumatoid arthritis: a systematic review and meta-analysis of randomized control trials. Clin Rheumatol. december 2017;36(12):2697–707.
254. Pineda M de LA, Thompson SF, Summers K, de Leon F, Pope J, Reid G. A randomized, double-blinded, placebo-controlled pilot study of probiotics in active rheumatoid arthritis. Med Sci Monit Int Med J Exp Clin Res. juni 2011;17(6):CR347–54.
255. Alipour B, Homayouni-Rad A, Vaghef-Mehrabany E, Sharif SK, Vaghef-Mehrabany L, Asghari-Jafarabadi M, e.a. Effects of Lactobacillus casei supplementation on disease activity and inflammatory cytokines in rheumatoid arthritis patients: a randomized double-blind clinical trial. Int J Rheum Dis. juni 2014;17(5):519–27.
256. Zamani B, Golkar HR, Farshbaf S, Emadi-Baygi M, Tajabadi-Ebrahimi M, Jafari P, e.a. Clinical and metabolic response to probiotic supplementation in patients with rheumatoid arthritis: a randomized, double-blind, placebo-controlled trial. Int J Rheum Dis. 2016;19(9):869–79.
257. Vadell AKE, Bärebring L, Hulander E, Gjertsson I, Lindqvist HM, Winkvist A. Anti-inflammatory Diet In Rheumatoid Arthritis (ADIRA)—a randomized, controlled crossover trial indicating effects on disease activity. Am J Clin Nutr. juni 2020;111(6):1203–13.
258. Khoder G, Al-Menhali AA, Al-Yassir F, Karam SM. Potential role of probiotics in the management of gastric ulcer (Review). Exp Ther Med. 1 juli 2016;12(1):3–17.
259. Sung KP, Dong IP, Joong SC, Mun SK, Jung HP, Hong JK, e.a. The effect of probiotics on Helicobacter pylori eradication. Hepatogastroenterology. 1 oktober 2007;54(79):2032–6.
260. Wang F, Feng J, Chen P, Liu X, Ma M, Zhou R, e.a. Probiotics in Helicobacter pylori eradication therapy: Systematic review and network meta-analysis. Clin Res Hepatol Gastroenterol. september 2017;41(4):466–75.
261. Zhang M-M, Qian W, Qin Y-Y, He J, Zhou Y-H. Probiotics in Helicobacter pylori eradication therapy: A systematic review and meta-analysis. World J Gastroenterol WJG. 14 april 2015;21(14):4345–57.
262. Lau JY, Sung J, Hill C, Henderson C, Howden CW, Metz DC. Systematic Review of the Epidemiology of Complicated Peptic Ulcer Disease: Incidence, Recurrence, Risk Factors and Mortality. Digestion. 2011;84(2):102–13.
263. Senol A, Isler M, Karahan AG, Kiliç GB, Kuleasan H, Gören I, e.a. Effect of probiotics on aspirin-induced gastric mucosal lesions. Turk J Gastroenterol Off J Turk Soc Gastroenterol. februari 2011;22(1):18–26.
264. Youssef H, Elsenosi YY, Mahfouz M, Hussein SA. Novel role of probiotics in improving cell proliferation and regulating proinflammatory cytokine-mediated oxidative damage of ethanol-induced gastric mucosal injury in rats. Benha Vet Med J. 1 maart 2020;38(1):9–16.
265. Lam EKY, Yu L, Wong HPS, Wu WKK, Shin VY, Tai EKK, e.a. Probiotic Lactobacillus rhamnosus GG enhances gastric ulcer healing in rats. Eur J Pharmacol. 22 juni 2007;565(1):171–9.
266. Roman P, Estévez AF, Miras A, Sánchez-Labraca N, Cañadas F, Vivas AB, e.a. A Pilot Randomized Controlled Trial to Explore Cognitive and Emotional Effects of Probiotics in Fibromyalgia. Sci Rep. 19 juli 2018;8(1):10965.
267. Dalal R, McGee RG, Riordan SM, Webster AC. Probiotics for people with hepatic encephalopathy. Cochrane Database Syst Rev. 23 2017;2:CD008716.
268. The Lancet Gastroenterology Hepatology null. Probiotics: elixir or empty promise? Lancet Gastroenterol Hepatol. februari 2019;4(2):81.
269. Lerner A, Shoenfeld Y, Matthias T. Probiotics: If It Does Not Help It Does Not Do Any Harm. Really? Microorganisms. april 2019;7(4):104.
270. Kothari D, Patel S, Kim S-K. Probiotic supplements might not be universally-effective and safe: A review. Biomed Pharmacother Biomedecine Pharmacother. maart 2019;111:537–47.
271. Sotoudegan F, Daniali M, Hassani S, Nikfar S, Abdollahi M. Reappraisal of probiotics’ safety in human. Food Chem Toxicol. 1 juli 2019;129:22–9.
272. Wang Y, Jiang Y, Deng Y, Yi C, Wang Y, Ding M, e.a. Probiotic Supplements: Hope or Hype? Front Microbiol [Internet]. 2020 [geciteerd 13 april 2021];11. Beschikbaar op: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fmicb.2020.00160/full
273. de Bortoli N, Leonardi G, Ciancia E, Merlo A, Bellini M, Costa F, e.a. Helicobacter pylori Eradication: A Randomized Prospective Study of Triple Therapy Versus Triple Therapy Plus Lactoferrin and Probiotics. Am J Gastroenterol. mei 2007;102(5):951–6.
274. Scholz-Ahrens KE, Ade P, Marten B, Weber P, Timm W, A?il Y, e.a. Prebiotics, Probiotics, and Synbiotics Affect Mineral Absorption, Bone Mineral Content, and Bone Structure. J Nutr. 1 maart 2007;137(3):838S-846S.
275. Duda-Chodak A, Tarko T, Satora P, Sroka P. Interaction of dietary compounds, especially polyphenols, with the intestinal microbiota: a review. Eur J Nutr. 1 april 2015;54(3):325–41.
276. Di Meo F, Margarucci S, Galderisi U, Crispi S, Peluso G. Curcumin, Gut Microbiota, and Neuroprotection. Nutrients. oktober 2019;11(10):2426.
277. Li SP, Zhao XJ, Wang JY. Synergy of Astragalus polysaccharides and probiotics (Lactobacillus and Bacillus cereus) on immunity and intestinal microbiota in chicks. Poult Sci. 1 maart 2009;88(3):519–25.