La vitamina C es una vitamina soluble en agua y esencial para las personas. Aunque la mayoría de los animales vertebrados son capaces de producir vitamina C por sí mismos, el cuerpo del hombre no tiene esa capacidad. Por eso las personas necesitan obtener suficiente vitamina C a través de su dieta. Las principales fuentes de vitamina C en la dieta son las distintas frutas y verduras. El principal problema de la vitamina C es su inestabilidad: el contenido de vitamina C en los alimentos disminuye considerablemente durante su almacenamiento y preparación.
La vitamina C contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario y al funcionamiento normal del sistema nervioso. Además, la vitamina C contribuye al metabolismo energético normal y es un importante antioxidante que, junto con la vitamina E, protege nuestro cuerpo contra los radicales libres. La vitamina C también contribuye al buen estado de los huesos, los dientes y los vasos sanguíneos y mejora la absorción del hierro.
La vitamina C tiene numerosas y diferentes funciones esenciales para nuestro cuerpo: la vitamina C contribuye a la formación normal de colágeno para el funcionamiento normal de los vasos sanguíneos, de los cartílagos, de los huesos, de las encías, de los dientes y de la piel, por lo que es importante para la formación de tejido conectivo y, por lo tanto, para la cicatrización de heridas. Además la vitamina C es cofactor para la producción de carnitina y contribuye a la producción de energía a partir de los ácidos grasos. Es contribuye a reducir la fatiga, cofactor para la formación de catecolaminas teniendo un efecto positivo en el sistema nervioso, por lo que la vitamina C contribuye a la función psicológica normal. Es indispensable para el funcionamiento del sistema inmunológico, asegura una mejor absorción del hierro (en forma de hierro no hemo) de la dieta, facilita la conversión del colesterol en ácidos biliares, reduciendo los niveles de colesterol en la sangre, promueve la absorción del ácido fólico, tiene un papel en los procesos de metilación del ADN y las histonas.
Las personas que tienen una dieta poco variada corren el riesgo de sufrir una deficiencia de vitamina C, los fumadores y los fumadores pasivos la necesitan más, al igual que las mujeres embarazadas y en período de lactancia y las personas con enfermedades y problemas de absorción. La vitamina C se utiliza además en los casos de: enfermedades infecciosas y respiratorias, enfermedades cardiovasculares, enfermedades oculares, alergia, consumo de alcohol, estrés, trastornos neurodegenerativos y mentales, problemas de la piel, diabetes mellitus, problemas de fertilidad.
La vitamina C cumple muchas funciones esenciales diferentes en nuestro cuerpo (Padayatty, 2016). La vitamina C es un antioxidante soluble en agua que realiza una labor importante como capturador de radicales libres. Protege moléculas, como los ácidos nucleicos (ADN y ARN), carbohidratos, proteínas y grasas del daño oxidativo causado por el metabolismo fisiológico o patológico, contribuyendo así a la salud de las células y los tejidos. También mejora la acción de la vitamina E antioxidante soluble en grasa y colabora con otros mecanismos antioxidantes. Estimula además la desintoxicación del organismo.
Como cofactor, participa en numerosas reacciones enzimáticas que son cruciales para la síntesis de biomoléculas como el colágeno, la carnitina y las catecolaminas. La vitamina C es necesaria para la formación de colágeno, que el cuerpo usa parar construir huesos, cartílagos, piel, encías, tendones y vasos sanguíneos. Por lo tanto, es importante para la formación del tejido conectivo y, en consecuencia, para la cicatrización de las heridas. Además, como cofactor, participa en la fabricación de carnitina, apoyando así la producción de energía a partir de los ácidos grasos, entre otros, y contribuyendo a la reducción de la fatiga. Las catecolaminas noradrenalina y adrenalina funcionan como neurotransmisores y hormonas en el cuerpo, por lo que la vitamina C tiene efectos positivos sobre el sistema nervioso y contribuye al funcionamiento psicológico normal cuando hay deficiencias.
La vitamina C es un nutriente esencial para el funcionamiento del sistema inmunológico, que aumenta la actividad de los glóbulos blancos y estimula la quimiotaxis y la fagocitosis. Asimismo, los neutrófilos, fagocitos y linfocitos pueden almacenar altas concentraciones de vitamina C, que los protegen del daño oxidativo. La vitamina C es capaz de estimular la proliferación y diferenciación de las células T y B y de las células asesinas. La vitamina C también modula la producción de citoquinas proinflamatorias, por lo que es capaz de regular la capacidad antiviral (Chambial, 2013). Además, la vitamina C se asocia con niveles más bajos de histamina en individuos con un sistema inmunológico hiperactivo como en casos de alergia (Vollbracht, 2018).
La vitamina C mejora la absorción del hierro (en forma de hierro no hemo) ingerido con los alimentos al aumentar su absorción en el intestino (Chambial, 2013). Alrededor del 90% del hierro en nuestra dieta es hierro no hemínico, que se encuentra tanto en productos animales como vegetales y cuyo grado de absorción varía entre el 1 y el 10 % (Ems 2020). El hierro hemínico es la forma de hierro que se absorbe fácilmente (su absorción es de alrededor del 25%). Éste sólo se encuentra en productos de origen animal.
La vitamina C facilita la conversión del colesterol en ácidos biliares, lo que reduce los niveles de colesterol en la sangre (Chambial, 2013). La vitamina C también promueve la absorción del ácido fólico (Lucock, 2013).
La vitamina C desempeña además una función en los procesos de metilación del ADN y las histonas y, por lo tanto, en la protección de la integridad del genoma (Camarena, 2016). Contar con suficiente vitamina C durante el embarazo es esencial para un buen estado de metilación del ADN y el desarrollo de los gametos femeninos. La deficiencia de vitamina C en la madre puede no afectar al desarrollo embrionario general, pero sí causar menor fertilidad en la descendencia (DiTroia, 2019).
Producción de vitamina C
La mayoría de los animales vertebrados son capaces de producir su propia vitamina C. Son excepciones el hombre, los simios grandes, los conejillos de indias, los peces óseos, los murciélagos grandes y un número de pájaros cantores. A lo largo de una serie de líneas evolutivas, el gen de la gulonolacton-oxidasa (gen GULO) sufrió defectos debido a una mutación. Esto ocurrió en los primates hace unos 63 millones de años. El gen GULO es responsable del último paso de la síntesis que convierte la glucosa en ácido ascórbico (vitamina C). Hasta el momento, no hay una explicación clara para este gen defectuoso. No obstante, se aprecia que todas las especies animales que han perdido la capacidad de producir vitamina C por sí mismas siguen una dieta rica en vitamina C (Drouin, 2011).
Alimentos que contienen vitamina C
La vitamina C se encuentra principalmente en las frutas y verduras. En la lista que figura a continuación se presentan algunos ejemplos de alimentos (por cada 100 gramos) con su contenido de vitamina C:
· Pimiento rojo (crudo): 150 mg
· Coles de Bruselas (cocidas): 132 mg
· Kiwis: 79 mg
· Fresas: 60 mg
· Naranjas: 51 mg
· Patatas (cocidas): 9 mg
El nivel de vitamina C puede variar considerablemente. La fruta que se recoge cuando aún no está madura aún no ha producido de manera óptima la vitamina C por efecto de la luz solar. Además, la vitamina C es muy sensible a la degradación. Cuando la vitamina C entra en contacto con el oxígeno del aire, se produce una oxidación y, como resultado, la vitamina C pierde lentamente su efecto. La vitamina C está presente, de forma natural, en el lugar donde el fruto necesita más protección contra las influencias externas, es decir, en la piel. Pelar y cortar las frutas y verduras implica, por lo tanto, la pérdida de vitamina C. Pero incluso las frutas o verduras que se mantienen refrigeradas son susceptibles de degradación (Sinha, 2014).
Además, la vitamina C tiene una mala resistencia frente al calentamiento. Por ello se aconseja no cocinar o calentar la fruta y la verdura más tiempo del necesario y, además, hacerlo en poca agua para minimizar las pérdidas.
Absorción de la vitamina C
La vitamina C (ácido ascórbico y ácido dehidroascórbico) se absorbe en el intestino delgado a través de moléculas de transporte en la membrana celular de las células intestinales (enterocitos). La absorción del ácido ascórbico requiere de sodio y mejora en un medio alcalino. El ácido dehidroascórbico se enfrenta a la glucosa a través de los transportadores de glucosa en la célula, inhibiendo así la absorción de ácido dehidroascórbico en presencia de glucosa (revisión de Lykkesfeldt, 2019).
La vitamina C se absorbe en la sangre a través del intestino y se transporta a todas las otras células del cuerpo (Wilson, 2005). Los tejidos absorben la vitamina C a través de varios mecanismos de transporte y algunos continúan circulando en la sangre. El cerebro, en particular, asegura una óptima concentración de vitamina C, incluso cuando la cantidad de vitamina C en el cuerpo es escasa.
Existen diferencias genéticas en los transportadores de vitamina C que regulan los niveles intracelulares de vitamina C. Por ejemplo, el alto consumo de vitamina C puede provocar un bajo nivel de vitamina C en la sangre debido a un polimorfismo específico (Shaghaghi, 2016).
El proceso de absorción de la vitamina C en el intestino depende de la dosis, pero se puede cubrir. Con una dosis más baja, se absorbe más vitamina C en términos porcentuales que con una dosis más alta. Por lo tanto, cuando se aporta la vitamina C con suplementos, es mejor repartir la dosis a lo largo del día. Parece que una ingesta diaria de 200-400 mg de vitamina C provoca la saturación sanguínea en individuos sanos (valor de meseta = 70-80 µM) (Frei, 2012). Un aumento de la actividad o una diferente disposición del cuerpo puede, por supuesto, requerir una mayor ingesta para mantener el valor correcto de meseta (Lykessfeldt, 2019).
La administración intravenosa de vitamina C da como resultado una disponibilidad biológica del 100 % porque evita las deficiencias de absorción del epitelio intestinal (Lykessfeldt, 2019). Recientes investigaciones apuntan a que la vitamina C por vía oral en dosis de hasta 4000 mg puede aportar el mismo grado de aumento de la concentración plasmática que por vía intravenosa. Es posible que la absorción sea muy rápida y que se absorba más vitamina C de lo que se pensaba (Fonorow, 2020).
Excreción de vitamina C
La homeostasis de la vitamina C en la sangre se realiza a través de los siguientes procesos fisiológicos: absorción en el intestino delgado, distribución en los tejidos y recaptación en los riñones.
El ácido ascórbico no metabolizado se excreta a través de la orina. Sin embargo, si la ingesta de vitamina C es baja, las células epiteliales renales pueden reabsorberla en lugar de excretarla (Lykkesfeldt, 2019). La vitamina C también puede salir del cuerpo en grandes cantidades a través del sudor.
Almacenamiento de vitamina C
La vitamina C es soluble en agua y se distribuye por todo el cuerpo. Una alta concentración de vitamina C se encuentra en las glándulas suprarrenales y en la glándula pituitaria, así como en lugares de gran actividad biológica, como los músculos articulares y el hígado.
El europeo come muy poca fruta y verdura para cumplir con sus necesidades diarias de vitaminas y minerales (CBS, 2015). Además, la calidad de lo que se come hoy en día es, a menudo, deficiente. Debido al empobrecimiento del suelo, la selección de cultivos y la recolección de frutos no maduros, el contenido de vitamina C en nuestra dieta ha disminuido en las últimas décadas (Davis, 2004; Mayer, 1997). También, otros factores, como el tabaquismo, la contaminación atmosférica y el estrés, exigen un suplemento de vitamina C con el fin de reducir los daños causados por los radicales libres en las células y los tejidos (Rider, 2019; Shekoohi, 2017). Si la alimentación no puede compensar la mayor necesidad de vitamina C en determinadas circunstancias, existe una clara razón para complementarla.
Deficiencia de vitamina C
Los síntomas de deficiencia están principalmente relacionados con la función de la vitamina C en la producción de colágeno. El desarrollo del escorbuto es un ejemplo de esto. El tiempo de aparición del escorbuto varía, pero sus síntomas pueden manifestarse en el plazo de un mes ingiriendo poca o nula vitamina C (menos de 10 mg/día). Los primeros síntomas pueden ser fatiga, malestar general, irritabilidad, aumento de la susceptibilidad a las infecciones y encías sangrantes. Los signos de deficiencia avanzada de vitamina C son: hemorragias subcutáneas, mala cicatrización de las heridas, pérdida de cabello y dientes y dolor e hinchazón en las articulaciones. El escorbuto sin tratar es mortal (Francescone, 2005, Weinstein, 2001).
Grupos de riesgo
Ciertos grupos de personas presentan un riesgo mayor de sufrir homeostasis de la vitamina C. A continuación ahondamos con más detalle en la situación de varios grupos de riesgo:
Personas con dietas poco variadas
Aunque la fruta y la verdura son, con mucho, las mejores fuentes de vitamina C, otros muchos alimentos contienen pequeñas cantidades de vitamina C. Por lo tanto, es esencial llevar una dieta variada. Las personas con pocas variaciones en su dieta, como, por ejemplo, alcohólicos o drogadictos, ancianos aislados o quienes sigan sistemáticamente dietas estrictas corren el riesgo de sufrir una deficiencia de vitamina C (Stephen, 2001).
Fumadores y fumadores pasivos
Los radicales libres causados por el tabaco desgastan directamente los antioxidantes presentes, como la vitamina C, que el cuerpo usa para neutralizar su efecto (Lykkesfeldt, 2019). El tabaquismo activo reduce el nivel de vitamina C de los fumadores en un 25-50% en comparación con los no fumadores, aunque el tabaquismo pasivo también da lugar a una reducción de los niveles de vitamina C en sangre. Por esta razón, la CDR es 35 mg por día más alta para los fumadores que para los no fumadores. Todavía no se ha establecido una exigencia específica de vitamina C para el tabaquismo pasivo (Schleicher, 2009).
Embarazadas y mujeres en período de lactancia
Varios estudios subrayan la importancia de que la madre ingiera suficiente vitamina C para el desarrollo temprano (cerebral) del feto. Además, estudios realizados con 200 madres sanas y no fumadoras demuestran que el contenido de vitamina C de la leche materna está significativamente correlacionado con la ingesta de vitamina C por parte de la madre (Tawfeek, 2002). Para obtener una cantidad adecuada de vitamina C, se aconseja a embarazadas y lactantes tomar 10-35 mg más de vitamina C al día (Lykkesfeldt, 2019).
Cuando la leche materna se mantiene refrigerada se produce una pérdida de vitamina C. En el caso del ácido ascórbico, la pérdida aumenta hasta el 40 %, y el contenido total de vitamina C puede llegar a desaparecer hasta un 20 % (Buss, 2001).
Enfermos y personas con trastornos de absorción
Existen numerosas enfermedades asociadas con niveles bajos de vitamina C, incluidas las infecciosas, las cardiovasculares y la sepsis (Lykkesfeldt, 2019; Moser, 2016; Marik, 2020). Existe un claro factor causal entre la baja vitamina C y la aparición del escorbuto (Ceglie, 2017). En otros trastornos, los bajos niveles de vitamina C suelen deberse a un incremento de las exigencias del cuerpo debido, por ejemplo, al estrés oxidativo y a la inflamación (Marik, 2020) o a una reducción de la absorción causada, por ejemplo, por una mala absorción intestinal (Cavalcoli, 2017).
Por otro lado, el estrés crónico y la exposición a las toxinas del entorno o a los medicamentos también vacían continuamente nuestras reservas de vitamina C (Rider, 2019).
La cantidad de vitamina C que debemos ingerir a través de la dieta es un tema de debate. Por ejemplo, resulta que la necesidad depende en gran medida del estilo de vida y de las circunstancias, pero también de las diferencias genéticas entre individuos. Existe una mayor necesidad de vitamina C en el cuerpo en situaciones de estrés químico, psicológico y fisiológico (Padayatty, 2016).
Recomendaciones
Las directrices europeas para los complementos alimenticios se centran en la seguridad de las sustancias y prescriben la cantidad máxima segura (el límite superior seguro). Esto significa el nivel más alto de ingesta en el que no se observan efectos indeseables en la salud humana. Estas directrices son más estrictas para una cantidad de vitaminas que las dosis terapéuticas.
La ingesta diaria recomendada (CDR) de vitamina C establecida en Europa para las distintas edades es la siguiente (EFSA 2013):
La ingesta diaria recomendada (mg/día) | ||
Anõs |
Hombres |
Mujer |
7-11 meses |
20 |
20 |
1-3 años |
20 |
20 |
4-6 años |
30 |
30 |
7-10 años |
45 |
45 |
11-14 años |
70 |
70 |
15-17 años |
100 |
90 |
>18 años |
110 |
95 |
Embarazadas |
- |
+10 |
Madres lactantes |
- |
+60 |
La ingesta recomendada para fumadores es de 35 mg por día más alta al sufrir mayor estrés oxidativo debido a las toxinas del humo del cigarrillo (Schleicher, 2009).
De acuerdo con la directiva europea y la situación local, cada país elabora sus propias normas alimentarias. Consulte el sitio web de la autoridad local competente en materia de productos alimenticios para conocer las normas aplicables en su país.
Formas de la vitamina C
En la alimentación, la vitamina C se presenta en las dos formas siguientes: ácido ascórbico y ácido dehidroascórbico (la forma oxidada del ácido ascórbico). El nombre de ácido ascórbico se utiliza a menudo como sinónimo de vitamina C natural, pero también puede fabricarse sintéticamente. El ácido ascórbico natural y el sintético son químicamente idénticos y no se observan diferencias respecto de la actividad biológica o la disponibilidad biológica (Carr, 2013).
Los ascorbatos minerales como el ascorbato de zinc, el ascorbato de potasio, el ascorbato de calcio y el ascorbato de magnesio se utilizan a menudo en los suplementos. Las sales derivadas del ácido ascórbico, son también conocidas como formas "desacidificadas" de vitamina C. Debido a que el mineral ácido ascórbico (100 % en el caso del ácido ascórbico mineral "totalmente reactivo") está libre de ácido ascórbico, son más suaves para la pared del estómago y los dientes, más fáciles de absorber y de administrar en caso de altas dosis de vitamina C. Además, los estudios realizados en ratas muestran que, tras la administración de un ascorbato de calcio, se logra una mayor concentración plasmática de ácido ascórbico que tras su administración solo en forma de ácido ascórbico (dosis única de 100 mg/kg) (Lee, 2018).
Cuando se administran altas dosis de ascorbatos minerales, debe tenerse en cuenta también la dosis del mineral. Por ejemplo, el contenido de zinc puede ser alto, sin que ello sea conveniente (Instituto Linus Pauling). Los suplementos suelen contener combinaciones de ascorbatos minerales.
Muchas frutas y verduras ricas en vitamina C contienen bioflavonoides. Los bioflavonoides son polifenoles y están asociados con diversos efectos sobre la salud. Poseen actividad antioxidante y protegen contra el estrés por oxidación (Kumar, 2013). Debido a que, a menudo, se producen de forma natural en la alimentación, existe una firme sospecha de que se influyen mutuamente en sus efectos. Los bioflavonoides también se añaden a los suplementos de vitamina C, pero se necesitan investigaciones más extensas para confirmar su interacción (Carr, 2013).
Formas de suplemento
El suplemento de vitamina C se puede administrar en varias formas: con comprimidos, comprimidos masticables o en polvo. No hay diferencia alguna en la disponibilidad biológica mutua (Instituto Linus Pauling). El empleo de polvo facilita la dosificación en la concentración deseada.
Los suplementos de vitamina C también pueden diferir en composición. Por ejemplo, pueden contener ácido ascórbico, ascorbatos minerales, fórmulas patentadas o vitamina C liposómica. El ácido ascórbico es la forma de vitamina C más estudiada por los investigadores y se encuentra de forma natural en nuestra dieta. El ácido ascórbico, como su nombre indica, es un ácido y, por lo tanto, puede causar problemas en los dientes y en el estómago en dosis elevadas. Con el uso intensivo (dosis altas o uso prolongado), se aconseja elegir una forma desacidificada de la vitamina C.
Un complejo de ascorbato es un enlace de ácido ascórbico con un mineral. Estos complejos de ascorbato mineral también se conocen como vitamina C tamponada, pues el enlace se desacidifica. Esto hace que los ascorbatos minerales sean más suaves con el estómago y los dientes. Además, los ascorbatos minerales también proporcionan una pequeña cantidad de minerales que trabajan de forma sinérgica con la vitamina C.
Una fórmula patentada de vitamina C es Ester-C®. Ester-C® contiene un ascorbato mineral de calcio con vitamina C y metabolitos de vitamina C. Durante el desarrollo de esta fórmula, se realizó una investigación sobre la absorción que mostró que la absorción de Ester-C® es mejor que la del ácido ascórbico. Sin embargo, la retención más prolongada en el cuerpo y la mejor absorción no han sido comprobadas adecuadamente, y las diferencias son pequeñas.
La vitamina C liposomal es una fórmula muy interesante de vitamina C. Puede proporcionar niveles de vitamina C en sangre temporalmente más altos a través de un mecanismo de absorción alternativo. Los fabricantes están desarrollando suplementos, pero hasta ahora no se ha logrado una materia prima estable.
La vitamina C es una vitamina esencial que desempeña un papel crucial en muchas enfermedades. A continuación figura una lista no exhaustiva de algunas esferas importantes de aplicación de la vitamina C en las que puede revelarse importante el considerar la administración de suplementos de vitamina C.
La vitamina C contribuye a la formación normal de colágeno para el funcionamiento normal:
· de los vasos sanguíneos,
· de los huesos,
· de los cartílagos,
· de las encías,
· de los dientes,
· de la piel.
Adenás la vitamina C contribuye entre otras cosas al metabolismo energético normal, al funcionamiento normal del sistema nervioso y a la función psicológica normal. Finalmente, la vitamina C contribuye funcionamiento normal del sistema inmunitario durante el ejercicio físico intenso y después de este.
Fundamento científico
Enfermedades infecciosas y respiratorias
La vitamina C ayuda a combatir las infecciones (Chambial, 2013). Actúa como antioxidante y sus efectos son más notables en épocas de estrés oxidativo. Las infecciones a menudo llevan a la activación de fagocitos que detectan bacterias y otros intrusos no deseados y luego rompen sus paredes celulares utilizando radicales de oxígeno, haciendo que la bacteria muera. La cuestión es que estos radicales de oxígeno perjudican el entorno que les rodea. La vitamina C, al ser un antioxidante, protege a otras células contra estos radicales de oxígeno que producen los fagocitos. El aumento de la producción de radicales de oxígeno durante la infección puede reducir los niveles de vitamina C en el plasma. Se han realizado muchas investigaciones sobre el efecto de la vitamina C en los resfriados causados por virus o bacterias o, por ejemplo, en las alergias. Un metaanálisis, realizado en 2013, compuesto por 53 estudios controlados por placebo, estudió el efecto de administrar suplementos de vitamina C en la incidencia, duración y gravedad de los resfriados (Hemilä, 2013). La administración de suplementos de vitamina C (0,25 a 2 g/día) no hizo disminuir la incidencia en la población general, pero sí redujo a la mitad la incidencia en grupos específicos expuestos a un mayor estrés físico (por ejemplo, atletas). La duración del resfriado se redujo con el uso de la vitamina C (Hemilä, 2017). Otro metaestudio demostró que dosis de 200 mg o más por día eran eficaces a la hora de reducir la gravedad y la duración de la infección (Carr, 2017).
La neumonía es la infección grave más común. Diversos estudios muestran que la vitamina C puede reducir la aparición de neumonía (resumido en Hemilä, 2017). Un estudio publicado en 1994 demostró que incluso una dosis oral de 200 mg de vitamina C por día, aunque fuera pequeña, permitía reducir en un 80 % la tasa de mortalidad de las personas de edad avanzada que padecían enfermedades respiratorias (bronquitis y bronconeumonía) y estaban hospitalizadas (Hunt, 1994). Según una investigación reciente en niños pequeños (menores de 5 años de edad) ingresados en el hospital con neumonía, la misma dosis baja de vitamina C administrada por vía oral también resultó ser eficaz para acortar la duración de la enfermedad (Khan, 2014).
Altas dosis de vitamina C parecen ser eficaces en pacientes con sepsis (Marik, 2020) y también en pacientes con COVID-19, la enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2 descubierto en 2019 (Cheng, 2020). La sepsis se caracteriza por una infección sistémica con alto estrés oxidativo. La vitamina C fue capaz de disminuir los marcadores pro-inflamatorios y la PCR y mejorar la función endotelial. Un estudio reciente (Fowler, 2019) revela que la administración intravenosa de una dosis elevada de vitamina C (50 mg/kg de peso corporal cada 6 horas durante un período de 96 horas) en pacientes con sepsis (intoxicación sanguínea) y síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) se tradujo en una menor tasa de mortalidad (17 % menos que en el grupo placebo) y en una reducción de los tiempos de permanencia en la UCI (3 días). No se observó ningún efecto en la concentración de PCR y la trombomodulina, posiblemente debido a la avanzada etapa de sepsis en la que se encontraban los pacientes . Una dosis tan alta de vitamina C también es recomendable para pacientes con SDRA por infección del coronavirus (Matthay, 2020). La dosis recomendada varía entre 50 y 200 mg por kg de peso corporal al día. La administración intravenosa resulta muy importante, ya que es por lo menos 10 veces más potente que la ingesta oral (Saul, 2020). También en China y Corea del Sur se han utilizado altas dosis de vitamina C (hasta 24 g/día por vía intravenosa durante 7 días) para el tratamiento de COVID-19 (Saul, 2020).
El asma se caracteriza principalmente por la inflamación respiratoria y el estrés oxidativo. La administración de pequeñas dosis de vitamina C en combinación con calcitriol (la forma activa de la vitamina D) reduce el estrés oxidativo y la inflamación (dosis de 39 mg/kg de peso corporal de ácido ascórbico con 1,5 µg/kg de peso corporal de calcitriol) (Kianian, 2019, Kianian, 2020).
Sistema inmunitario
Como antioxidante, la vitamina C protege a las células del sistema inmunológico contra el daño oxidativo. Un suplemento de vitamina C permite observar un aumento de la actividad de las células antimicrobianas y NK, así como la proliferación de los diferentes subconjuntos de células T y B. Influye en la producción de citoquinas y prostaglandinas y, por lo tanto, es una pieza importante para una buena respuesta inmunológica. Como cofactor, la vitamina C también contribuye a mantener una buena acción de las barreras (barreras epiteliales y endoteliales y la piel) (Chambial, 2013).
Enfermedades cardiovasculares
La causa y la evolución de las enfermedades cardiovasculares están estrechamente relacionadas con la salud de la pared vascular interna. Cualquier deterioro del endotelio vascular (revestimiento de la pared vascular) puede provocar una disfunción endotelial a través de la cual los lípidos y las toxinas pasan a través de la pared de los vasos sanguíneos. Este daño oxidativo e inflamatorio se considera un primer paso para el desarrollo de la aterosclerosis y, por lo tanto, una causa subyacente de todas las enfermedades vasculares. En un análisis de 44 estudios aleatorios, el suplemento de vitamina C (dosis diarias superiores a 500 mg) estaba asociado con una mejora de la función endotelial, especialmente en personas con insuficiencia cardíaca, aterosclerosis o diabetes mellitus (Ashor, 2014). Los efectos positivos de la vitamina C en los niveles de colesterol en sangre (reduciendo el LDL y aumentando el HDL) y la síntesis de colágeno a nivel de la pared vascular también contribuyen a fortalecer la pared de los vasos sanguíneos (Chambial, 2013).
Varios estudios muestran que la vitamina C puede prevenir el riesgo de fibrilación auricular postoperatoria. Además, la vitamina C puede acortar el tiempo de estancia en el hospital y en la UCI de los pacientes que se someten a una cirugía cardíaca (Ali-Hassan-Sayegh, 2014, Hemilä, 2017).
Afecciones oculares
El ojo contiene entre 15 y 20 veces más vitamina C que el plasma sanguíneo, lo que indica que tiene una función importante en él. Un reciente análisis de ocho ensayos clínicos aleatorios y 12 estudios de cohorte muestra que cada aumento de la ingesta de vitamina C de 500 mg por día se asociaba con un menor riesgo (18 %) de desarrollar cataratas, también conocidas tela de araña (Jiang, 2019). En los pacientes con degeneración macular, la enfermedad se asoció con una baja ingesta de vitamina C (Gopinath, 2017).
Alergia
La histamina desempeña un papel determinante en el desarrollo de las reacciones alérgicas. Las investigaciones sugieren que un suplemento de vitamina C se asocia con niveles más bajos de histamina (Vollbracht, 2018). En un estudio, se observó que la administración intravenosa de ácido ascórbico reducía claramente la histamina en el suero. Esto significa que una dosis alta de vitamina C (7,5 g administrada por vía intravenosa) reduce los síntomas relacionados con la alergia, como las molestias respiratorias y cutáneas (Vollbracht, 2018, Hagel, 2013).
Consumo de tabaco y alcohol
Existen varias razones de peso para aumentar la ingesta de vitamina C cuando se fuma. El incremento del estrés oxidativo provoca que el fumar agote las reservas de vitamina C. Por lo tanto, la CDR aumenta en 35 mg por día para los fumadores en comparación con los no fumadores (Lykkesfeldt, 2000, Schleicher, 2009). Además, la vitamina C reduce los niveles de plomo en sangre. En un estudio, 75 hombres adultos (de 20 a 30 años de edad), que fumaban al menos un paquete de cigarrillos al día y no presentaban signos clínicos de deficiencia de ácido ascórbico o envenenamiento por plomo, se dividieron en tres grupos: placebo, 200 mg de ácido ascórbico al día o 1000 mg de ácido ascórbico al día. En el grupo de placebo y en el grupo que tomó 200 mg de vitamina C por día, no hubo efecto sobre los niveles de plomo en la sangre o la orina. Sin embargo, en el grupo que tomó 1000 mg al día, después de una semana de tomar un suplemento, hubo una caída del 81 % en los niveles de plomo en sangre (Dawson, 1999). Se desconoce el mecanismo. Es posible que la vitamina C inhiba la absorción del plomo o aumente la excreción en la orina.
Las investigaciones demuestran que el alcohol aumenta la excreción de ácido ascórbico en la orina en un 47 %. Por lo tanto, el consumo sistemático de alcohol podría causar una deficiencia de vitamina C. Un suplemento de 500 a 1 000 mg por día durante al menos 3 meses reduce los síntomas de la deficiencia de vitamina C (fatiga, debilidad, dolores musculares y dolores en las piernas) (Faizallah, 1986, Marik, 2019, Lux-Battistelli, 2017).
Estrés
Las investigaciones realizadas en animales muestran que la producción de vitamina C aumenta cuando estos experimentan estrés (Lahiri, 1962). Esto sugiere que la vitamina C es, en realidad, parte de la reacción al estrés. Puesto que las personas han perdido la capacidad de producir vitamina C por sí mismas, pueden experimentar un mayor riesgo de estrés psicológico y fisiológico (Marik, 2020). En un estudio aleatorio y controlado con placebo en voluntarios sanos, la administración oral de vitamina C mostró un efecto beneficioso con respecto al cortisol, la presión sanguínea y la reacción al estrés psicológico (Brody, 2002).
Enfermedades neurodegenerativas y psíquicas
La vitamina C es indispensable para el buen funcionamiento del sistema nervioso. Un nivel anormal de vitamina C en el tejido nervioso parece estar asociado con enfermedades neurológicas, tanto neurodegenerativas como psiquiátricas (Kocot, 2017). Los estudios sugieren que la vitamina C, en combinación con la vitamina E, reducen el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer (Li, 2012, Harrison, 2012). El mantenimiento de un valor adecuado de vitamina C parece ofrecer protección, tanto contra el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, como contra el deterioro cognitivo general relacionado con la edad (Masaki, 2000). Además, la vitamina C puede tener efectos beneficiosos en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple (EM). Los estudios muestran que un suplemento de vitamina C puede ser de ayuda en trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia (Han, 2018). La vitamina C tiene un efecto positivo en el tratamiento de la esquizofrenia, en la que el aumento de la producción de radicales libres en el cerebro puede desempeñar un papel en la patogénesis de la enfermedad (Dakhale, 2005).
Cicatrización de heridas
La vitamina C estimula la síntesis y la estabilidad del colágeno y estimula la reticulación de las fibras (Palmieri, 2019). Por ejemplo, acelera la regeneración de los huesos después de una fractura y contribuye positivamente a la recuperación después de una cirugía (Jain, 2019). Además, la vitamina C también puede tener un efecto reparador cuando se realiza ejercicio y así evitar daños en los músculos articulares, entre otras cosas (Shaw, 2017). En las quemaduras se puede reducir el edema de las heridas y acelerar la curación de las mismas tras la administración de vitamina C (Pielesz, 2017).
Piel
La vitamina C proporciona una protección significativa frente a los cambios y el envejecimiento de la piel. El envejecimiento de la piel se puede diferenciar en dos procesos: el envejecimiento debido al paso del tiempo y el envejecimiento ambiental, como el tabaquismo, la radiación UV y los contaminantes ambientales. Los estudios sugieren que la vitamina C puede favorecer la salud de la piel en ambos procesos debido a su actividad antioxidante. El efecto más obvio y beneficioso de la vitamina C en la piel es el de la cicatrización de las heridas y la reducción de las cicatrices, tanto después de una administración local como oral (Pullar, 2017). Asimismo, se ha demostrado que la vitamina C es beneficiosa como agente antiarrugas (Lee, 2016) y también como agente protector contra la pigmentación de la piel causada por la luz ultravioleta del día (De Dormael, 2019).
Diabetes mellitus
Los pacientes de diabetes suelen tener niveles bajos de vitamina C en el plasma debido a su mayor consumo. Las investigaciones demuestran que un suplemento de vitamina C mejora la sensibilidad a la insulina y aumenta la capacidad de los transportadores de vitamina C. Tomar 500 mg de vitamina C a diario durante 4 meses mejoró la homeostasis de la glucosa y la presión arterial en pacientes con diabetes de tipo 2 que participaron en un estudio cruzado aleatorio (Mason, 2019).
La carencia de vitamina C puede ser la causa de la endotoxemia y del desarrollo del síndrome metabólico, que puede provocar diabetes mellitus (Traber, 2019).
Asimismo, pueden presentarse bajas concentraciones de vitamina C en pacientes con enfermedad renal terminal que se someten a hemodiálisis crónica (Deicher, 2003).
Eliminar los metales pesados
La vitamina C ayuda al cuerpo a deshacerse de metales pesados como el plomo, el mercurio, el cadmio y el níquel (Chambial, 2013).
Favorecer la absorción del hierro
La mejor absorción del hierro por parte de la vitamina C ayuda a prevenir y combatir la anemia (Chambial, 2013). Estudios clínicos demuestran que en el tratamiento de pacientes adultos sometidos a hemodiálisis y con anemia, una dosis de 200-300 mg de vitamina C tres veces por semana durante 3-6 meses incrementa significativamente el valor de la hemoglobina (Einerson, 2011; Deved, 2009). Otros estudios también revelan que la vitamina C asegura una mejor distribución del hierro por el cuerpo, una mejor administración del hierro a la médula ósea y ayuda a obtener un nivel normal de hemoglobina (Seibert, 2017, Finkelstein, 2011).
Problemas articulares
El suministro de suplementos de vitamina C parece reducir el riesgo de pérdida de cartílago y el avance de la enfermedad en los pacientes con osteoartritis (McAlindon, 1996; Chiu, 2016; Peregoy, 2011). Estudios clínicos también apuntan a que una dosis diaria de 1mg de ascorbato de calcio durante dos semanas reduce el dolor y la gravedad de la artrosis, aunque los efectos son menores que con los AINE (Jensen, 2003).
Fertilidad
Según un estudio, la deficiencia de vitamina C fue considerada un factor de riesgo en la rotura prematura de membranas (Casanueva, 2005). También, se ha descrito un efecto positivo en la calidad del esperma que aumentaría el nivel de progesterona en las mujeres infértiles (Chambial, 2013), pero los resultados no son unívocos.
No se recomienda el uso en dosis elevadas de vitamina C durante el embarazo y la lactancia, ni en personas con un mayor riesgo de formación de cálculos renales.
Dosis terapéutica
La dosis terapéutica para la prevención y el tratamiento de enfermedades es muchas veces mayor que la CDR, en torno a unos pocos gramos por día. Una persona bajo ciertas circunstancias puede tener una necesidad mayor. Una persona enferma puede tener necesidades mucho mayores de ciertas vitaminas que las personas sanas. A dosis más altas o en periodos más largos, es aconsejable usar ascorbatos minerales, ya que son menos ácidos para los dientes y el estómago. En términos terapéuticos, las dosis pueden llegar a ser de más de 20 g/día (mega-dosis), incluyendo la sepsis y el COVID-19.
Es importante distribuir la ingesta de vitamina C, tanto como sea posible, a lo largo del día para obtener una absorción equilibrada. El polvo de ascorbato de vitamina C es muy adecuado para este propósito.
Comparación de dosis recomendadas
Tradicionalmente, la cantidad diaria recomendada (CDR) de vitamina C ha estado basada en la prevención de la deficiencia de vitamina C, siendo el ejemplo clásico la enfermedad del escorbuto, que ya puede prevenirse con una ingesta diaria de 10 mg. Para prevenir enfermedades crónicas y obtener un buen efecto antioxidante con la vitamina C, se necesita algo más (ver sección "Recomendaciones"). Las investigaciones demuestran que tomar una dosis de 200 mg/día de vitamina C, como mínimo, beneficia a la salud de la mayoría de la población adulta y no presenta ningún inconveniente (Frei, 2012). El Instituto Linus Pauling recomienda una ingesta diaria de vitamina C de 400 mg para adultos sanos con el fin de prevenir enfermedades. Las personas mayores, enfermas o estresadas pueden necesitar más vitamina C para alcanzar concentraciones terapéuticas óptimas en los tejidos (Instituto Linus Pauling). Aunque una dosis más alta (hasta unos pocos gramos por día) puede tener beneficios adicionales para la salud, las recomendaciones formuladas no se han modificado todavía en este sentido. Los ascorbatos minerales son ideales para dosis más altas y periodos (terapéuticos) más largos.
La vitamina C es también una vitamina segura en dosis altas. La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) afirma que la vitamina C presenta una baja toxicidad aguda y no establece ningún límite superior de consumo seguro de vitamina C (The EFSA Journal (2004). Estudios clínicos demuestran que una dosis de hasta 10 gramos por día es segura para los adultos (Bendich, 1995; Instituto Linus Pauling).
Se han realizado muchas investigaciones sobre la formación de cálculos renales (que a menudo consisten en compuestos de oxalato de calcio) y vitamina C. El oxalato, como metabolito de la vitamina C, podría dar lugar a la formación de cálculos renales, en caso de una dosis elevada de vitamina C. Algunos estudios clínicos han demostrado que el suplemento de vitamina C puede producir niveles elevados de oxalato en la orina, pero no se ha demostrado de manera concluyente si un aumento del oxalato en la orina aumenta el riesgo de que se produzcan cálculos renales. Dos grandes estudios prospectivos realizados durante un período de seguimiento de 6 y 14 años respectivamente no encontraron diferencias en la formación de cálculos renales después del uso diario de =1500 mg frente a <250 mg de vitamina C (Curhan, 1996; Curhan 1999). Sin embargo, otros dos estudios demostraron que las personas que tomaban un suplemento de vitamina C tenían un mayor riesgo de formación de cálculos renales (Taylor, 2004; Thomas, 1999). Por lo tanto, se recomienda a las personas propensas a la formación de cálculos renales que eviten las altas dosis de suplementos de vitamina C (=1 g por día) (Instituto Linus Pauling).
Si las dosis de vitamina C son más altas de lo que el cuerpo necesita, las cantidades de vitamina C no absorbida presentes en el colon pueden atraer agua y causar diarrea (osmótica). También pueden presentarse otras dolencias gastrointestinales como calambres abdominales, náuseas y gases. Deja de absorberse la vitamina C y se alcanza la tolerancia intestinal. Cuando se rebaja la dosis, este fenómeno desaparece.
La vitamina C puede favorecer o dificultar la absorción de los minerales. Asimismo, es posible que se produzcan diversas interacciones con medicamentos habituales o naturales.
El uso de la aspirina al mismo tiempo que la vitamina C puede reducir el nivel de vitamina C. Según un estudio con voluntarios sanos, el consumo de 2400 mg de aspirina durante 6 días reduce las concentraciones de vitamina C en la orina, el plasma y, específicamente, en la mucosa gástrica. Cabe la posibilidad de que se reduzca la cantidad que se produce en la mucosa gástrica debido al aumento de la demanda de la capacidad antioxidante de la vitamina C como consecuencia de los daños a la mucosa ocasionados por la aspirina (Schulz, 2004; Mohn, 2018).
Existen pruebas, aunque controvertidas, de que la vitamina C tiene un efecto inhibidor de la acción de los medicamentos anticoagulantes, como la warfarina. En un estudio se demostró que, en un hombre de 65 años con enfermedades crónicas del corazón y los pulmones, la warfarina comenzó a hacer efecto solo después de suspender el uso del ácido ascórbico (Sattar, 2013).
El uso simultáneo de una combinación de simvastatina y niacina en 160 pacientes a los que se les había diagnosticado una enfermedad cardiovascular para prevenir síntomas progresivos y un complejo con antioxidantes, incluida la vitamina C, mostró una reducción de los efectos beneficiosos de la combinación de simvastatina y niacina. Se desconoce si la causa fue la vitamina C. Es necesario realizar más investigaciones para evaluar la interacción entre la vitamina C y las estatinas (reductoras del colesterol) (Natural Medicines).
Por otra parte, la vitamina C puede aumentar los niveles de estrógeno en plasma hasta un 55 % en las mujeres que utilizan anticonceptivos orales o que siguen un tratamiento de sustitución hormonal (Natural Medicines).
La vitamina C tiene la capacidad de fijar el aluminio al intestino y así aumentar la absorción de los compuestos de aluminio. En personas con una función renal normal, es poco probable que se produzca una intoxicación, pero en pacientes con insuficiencia renal y que también toman compuestos que contienen aluminio, como los aglutinantes de fosfato, es importante evitar administrar suplementos con altas dosis de vitamina C (Natural Medicines).
La vitamina C puede reforzar la absorción del hierro, del zinc y del cromo. Sin embargo, reduce la absorción de cobre, vitamina B12 y selenito de sodio.
La vitamina C también puede proteger al cuerpo contra las nitrosaminas nocivas, que se producen al ingerir alimentos ricos en nitritos de origen animal. Según un estudio, la elevada ingestión de nitrito es un factor de riesgo para el desarrollo de la diabetes de tipo II en personas con un bajo nivel de vitamina C (Bahadoran, 2017).
Los bioflavonoides son antioxidantes y parece que favorecen la acción de la vitamina C (Carr, 2013, Kumar, 2013). Con frecuencia, se presentan conjuntamente en la naturaleza. A la hora de elegir un suplemento, es aconsejable optar por un producto que también contenga bioflavonoides.
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