Ya hemos hablamos de que el intestino y el cerebro se comunican entre sí a través del eje intestino-cerebro. Por desgracia, la comunicación entre ambos no siempre es fluida, lo que puede ser fuente de molestias tanto físicas como psicológicas. Los psicobióticos pueden influir positivamente en esta comunicación.
Todos los sistemas están conectados en nuestro organismo. El intestino está conectado al sistema nervioso central (SNC) mediante el sistema nervioso entérico (SNE) específico del intestino[1]. La conexión entre el SNE y el SNC también se denomina eje intestino-cerebro. Todo indica que el microbioma cumple una función importante en la interacción entre el intestino y el cerebro[2].
A través de los sistemas mencionados, las bacterias intestinales influyen en nuestro estado de ánimo, afectan a nuestro apetito e intervienen en el funcionamiento de nuestro reloj biológico. Además, las bacterias intestinales probióticas tienen un efecto beneficioso, en parte porque producen ácidos grasos de cadena corta. Se ha demostrado que estos ácidos grasos de cadena corta no solo sirven de alimento para la pared intestinal, sino que contribuyen a aliviar la depresión, al menos en pacientes con inflamación intestinal crónica [3].
Por otra parte, un desequilibrio entre habitantes intestinales favorables y desfavorables tiene efectos negativos sobre la salud. Un crecimiento excesivo de las bacterias patógenas también es desfavorable, ya que pueden producir toxinas perjudiciales para la salud e impedir la absorción de los nutrientes [4]. Por ejemplo, el crecimiento excesivo de Clostridia y la disminución concomitante de bifidobacterias podrían estar relacionados con la aparición de trastornos del espectro autista a través de la producción de exotoxinas y ácido propiónico [5].
La ciencia que trata de influir en las interacciones entre el intestino y el cerebro en beneficio de nuestra salud se llama psicobiótica. Entre otras sustancias, los prebióticos y los probióticos participan en estas interacciones. Los prebióticos son fibras fermentables que sirven de alimento a las bacterias intestinales beneficiosas [6].
En la última década se ha demostrado, sobre todo en ratones, que las bacterias del intestino determinan el grado de resistencia al estrés, el funcionamiento del sistema inmunitario e incluso el rendimiento en términos de aprendizaje y memoria. La investigación en ratas muestra que los pre y probióticos pueden aumentar los niveles del factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC) [7]. El FNDC está estrechamente relacionado con los procesos de aprendizaje y memoria en el cerebro. Es de suponer que así funciona también en los seres humanos.
La investigación en humanos está aumentando a buen ritmo. Por ejemplo, los informes redactados por los propios pacientes muestran que tomar probióticos puede mejorar el estado de ánimo [2]. Por otro lado, también hay pruebas fisiológicas de efectos como la reducción de los niveles de cortisol (un marcador de estrés) [8]y de la inflamación (factor en casi todas las enfermedades occidentales modernas), esta última en todos los casos de pacientes con colitis ulcerosa [9].
Tanto el estado de ánimo como la depresión están relacionados con el funcionamiento del microbioma. Un meta-análisis reciente mostró que las personas con depresión tienen un microbioma menos diverso en comparación con un grupo de control sano. El mismo metaanálisis mostró que una actuación con probióticos puede reducir los síntomas [10].
Pero, ¿en qué consiste realmente la interacción entre bacterias, intestino y cerebro? Los principales protagonistas son el sistema nervioso del intestino, el sistema inmunitario, el nervio vago y las hormonas y neurotransmisores del intestino como la serotonina y la dopamina. ¿Qué podemos hacer para influir favorablemente en este sistema?
Los probióticos han mostrado efectos beneficiosos en estudios realizados en humanos. Sin embargo, los psicobióticos son mucho más que probióticos. Los prebióticos (alimento para las bacterias intestinales beneficiosas) son otro canal a través del que podemos influir en las bacterias intestinales, aunque los alimentos (fermentados) y el ejercicio también influyen sobre las bacterias intestinales [6,11].
En resumen, parece muy probable que aún pueda explotarse muchísimo más el potencial de los psicobióticos para la práctica terapéutica. No obstante, se necesitan más investigaciones para dilucidar los mecanismos de acción responsables del efecto.
Llevamos años diciéndolo: el tratamiento nutricional de muchos trastornos occidentales empieza en el intestino. Esto también parece aplicarse al componente mental, como el estado de ánimo, los problemas de aprendizaje y memoria, el estrés y la depresión. También en este caso, el intestino es el punto de partida indiscutible. Además de un programa de tratamiento personalizado con pre y probióticos, la nutrición y el ejercicio físico también cumplen una función importante. Por ello, hay que garantizar siempre un enfoque integral en el que se aborden todos los aspectos del estilo de vida. Solo así obtendremos las mejores posibilidades de reducir los síntomas.
1. Brinkman DJ, ten Hove AS, Vervoordeldonk MJ, Luyer MD, de Jonge WJ. Neuroimmune Interactions in the Gut and Their Significance for Intestinal Immunity. Cells. 2019 Jul 2;8(7):670.
2. Eisenstein M. Microbiome: Bacterial broadband. Nature. 2016 May;533(7603):S104–6.
3. Majeed M, Nagabhushanam K, Arumugam S, Majeed S, Ali F. Bacillus coagulans MTCC 5856 for the management of major depression with irritable bowel syndrome: a randomised, double-blind, placebo controlled, multi-centre, pilot clinical study. Food & Nutrition Research [Internet]. 2018 Jul 4 [cited 2021 May 26];62(0). Available from: http://www.foodandnutritionresearch.net/index.php/fnr/article/view/1218
4. Small intestinal bacterial overgrowth (SIBO) [Internet]. Available from: https://www.mayoclinic.org/diseases-conditions/small-intestinal-bacterial-overgrowth/symptoms-causes/syc-20370168
5. Zhang Y-J, Li S, Gan R-Y, Zhou T, Xu D-P, Li H-B. Impacts of gut bacteria on human health and diseases. Int J Mol Sci. 2015 Apr 2;16(4):7493–519.
6. Monografie Prebiotica [Internet]. 2021. Available from: https://www.naturafoundation.nl/kenniscentrum/monografie/168/prebiotica
7. Savignac HM, Corona G, Mills H, Chen L, Spencer JPE, Tzortzis G, et al. Prebiotic feeding elevates central brain derived neurotrophic factor, N-methyl-D-aspartate receptor subunits and D-serine. Neurochem Int. 2013 Dec;63(8):756–64.
8. Kazemi A, Noorbala AA, Azam K, Djafarian K. Effect of prebiotic and probiotic supplementation on circulating pro-inflammatory cytokines and urinary cortisol levels in patients with major depressive disorder: A double-blind, placebo-controlled randomized clinical trial. Journal of Functional Foods. 2019 Jan;52:596–602.
9. Bjarnason I, Sission G, Hayee B. A randomised, double-blind, placebo-controlled trial of a multi-strain probiotic in patients with asymptomatic ulcerative colitis and Crohn’s disease. Inflammopharmacology. 2019 Jun;27(3):465–73.
10. Sanada K, Nakajima S, Kurokawa S, Barceló-Soler A, Ikuse D, Hirata A, et al. Gut microbiota and major depressive disorder: A systematic review and meta-analysis. J Affect Disord. 2020 Apr 1;266:1–13.
11. Monda V, Villano I, Messina A, Valenzano A, Esposito T, Moscatelli F, et al. Exercise Modifies the Gut Microbiota with Positive Health Effects. Oxid Med Cell Longev. 2017;2017:3831972.