A mediados del mes de abril, el equipo de I+D de Natura Foundation publicó un artículo de revisión en la revista Cells de la editorial MDPI. En el artículo se describen los posibles mecanismos que podrían explicar por qué las personas con obesidad corren mayor riesgo de sufrir complicaciones al contraer la COVID-19. Estos datos revisten gran importancia para el desarrollo de medidas preventivas y curativas contra la COVID-19. Solo empleando este tipo de datos podemos luchar de manera efectiva contra este virus y contra los futuros brotes de SARS-CoV-2. A continuación, se resumen los puntos más importantes del artículo.
El objetivo del coronavirus es penetrar en las células del organismo, y para ello hace uso de receptores cuya función original es unirse a sustancias del propio organismo. Así, por ejemplo, el coronavirus es capaz de unirse a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2 por sus siglas en inglés), una enzima que desempeña un importante papel en el sistema cardiovascular. Esta enzima es, al mismo tiempo, un receptor. Las dietas ricas en grasas y las sustancias inflamatorias pueden provocar un aumento del número de receptores ACE2 presentes en el tejido adiposo y en los pulmones. Por tanto, el tipo de dieta y la inflamación crónica de las personas con obesidad pueden facilitar la entrada del coronavirus.
Otro receptor que el SARS-CoV-2 puede utilizar para penetrar en el organismo es la proteína 78 regulada por glucosa (GRP78 por sus siglas en inglés). Esta proteína se encuentra presente en todas las células. La GRP78 es necesaria para que la síntesis de proteínas se lleve a cabo de manera correcta en todas las células, lo cual es crucial tanto para la supervivencia de la célula como para la del organismo en su conjunto. Con la obesidad aumenta el número de proteínas GRP78 presentes en la superficie celular, lo que incrementa los posibles puntos de entrada para el virus.
Otro grupo de receptores que puede utilizar el virus son los proteoglicanos de heparán sulfato (HSPG por sus siglas en inglés). Estos se localizan en el espacio intercelular, pero también pueden encontrarse unidos a la superficie de la célula, donde actúan como correceptores para distintas sustancias. Entre otros procesos, los HSPG regulan la formación de nuevos vasos sanguíneos, la coagulación y la homeostasis celular. En personas obesas la inflamación crónica y el crecimiento constante del tejido adiposo pueden aumentar la cantidad de HSPG presentes en distintos tejidos, lo cual, una vez más, incrementa los posibles puntos de entrada del SARS-CoV-2.
En personas obesas, la síntesis de sustancias proinflamatorias por parte de adipocitos y células inmunes del tejido adiposo hace que la sensibilidad a la insulina de muchos órganos disminuya. En última instancia esto provoca un fenómeno llamado "resistencia sistémica a la insulina". Esta resistencia sistémica a la insulina puede tener un efecto negativo considerable sobre el funcionamiento del sistema inmunitario. Como consecuencia, la respuesta inmune normal se ve afectada. En individuos que padecen resistencia sistémica a la insulina, la eliminación de partículas víricas es menos eficiente, lo cual puede alargar o agravar la infección.
La leptina es una proteína producida principalmente por el tejido adiposo blanco y tiene una importante función reguladora sobre la homeostasis energética, el metabolismo y la función inmune. La obesidad se caracteriza por un aumento de la producción de leptina. La leptina tiene propiedades proinflamatorias y además estimula la producción de otras sustancias proinflamatorias, las llamadas citoquinas. Por tanto, una hiperleptinemia crónica como la que se observa en la obesidad puede dar lugar a una respuesta inmune exagerada. A este fenómeno se lo conoce como hiperinflamación.
La ferritina es una forma del hierro que puede usarse como marcador de inflamación, ya que en caso de inflamación sus niveles en sangre siempre aumentan. Además, según varios estudios existe una relación entre la obesidad y el aumento de los niveles de ferritina en sangre. Dado que tanto el SARS-CoV-2 como la obesidad estimulan la liberación de ferritina, si ocurren simultáneamente puede producirse lo que se conoce como tormenta de citoquinas. Las citoquinas en cantidades excesivas pueden resultar muy perjudiciales. Las tormentas de citoquinas tienen un efecto muy nocivo en casos de COVID-19: aumentan el riesgo de morir.
Casi un tercio de los pacientes con COVID-19 ingresados en una Unidad de Cuidados Intensivosdesarrolla "coagulopatías asociadas a COVID-19" (CAC), lo que provoca la aparición de trombos. Los siguientes parámetros pueden contribuir al riesgo de sufrir trombosen casos de obesidad.
La leptina afecta a la coagulación al estimular la formación de trombos e inhibir su eliminación. Dado que la obesidad va acompañada de un aumento de la producción de leptina, incrementa el riesgo de desarrollar problemas de coagulación en casos de COVID-19.
El inhibidor del activador del plasminógeno de tipo 1 (PAI-1, plasminogen-activator inhibitor-1) es el principal inhibidor de la eliminación de los trombos. El aumento de los niveles de PAI-1 en sangre obstaculiza la normal eliminación de los trombos y favorece la trombosis. El PAI-1 es producido fundamentalmente por los adipocitos viscerales y su producción aumenta drásticamente con la obesidad. La estimulación del PAI-1 que se observa en la obesidad aumenta el riesgo de sufrir complicaciones trombóticas en casos de COVID-19.
Disfunción endotelial
La vitamina K es una vitamina liposoluble necesaria para sintetizar ciertos factores de coagulación y ciertas proteínas que participan en el mantenimiento de la homeostasis ósea y en la inhibición de la calcificación, entre otros, de los vasos sanguíneos. En la obesidad se observa con frecuencia un déficit de vitamina K. Dicho déficit no siempre puede atribuirse íntegramente a una ingesta insuficiente a través de la dieta. De ahí que también se haya sugerido que la vitamina K se acumula en el tejido adiposo, lo que disminuye su disponibilidad para ser usada por otros órganos. Esté o no causado por la obesidad, el estatus de vitamina K bajo se asocia con un desenlace adverso de las infecciones por COVID-19.
La conclusión de nuestro estudio de revisión es que la obesidad, a través de distintos mecanismos, aumenta el riesgo de contagiarse de coronavirus y de sufrir complicaciones. La principal lección que debemos extraer de la pandemia de coronavirus es la importancia que tiene el efecto positivo de llevar un estilo de vida saludable sobre el curso de la COVID-19. Comer sano, dormir bastante, hacer ejercicio intenso y evitar el estrés crónico es esencial para mantener una buena función inmune. Este estilo de vida saludable se puede complementar mediante el uso de suplementos útiles que ayuden a reforzar el sistema inmunitario, tales como:
- Metionina de zinc
- Vitamina C
- Vitamina D3
¿Le gustaría leer el artículo de revisión de nuestro equipo de I+D íntegro? Puede hacerlo de forma gratuita en la página web de la revista científica Cells de la editorial MDPI.