Update: 2-3-2020
En realidad existen nueve especies diferentes con el nombre de coronavirus. Seis de ellas son contagiosas para el ser humano. Podemos clasificar los coronavirus humanos en dos grupos: virus poco patógenos y virus muy patógenos. Las formas poco patógenas causan síntomas como los del resfriado común y, por lo demás, son inofensivas. Hasta hoy se conocían dos especies de tipo muy patógeno y, por tanto, peligrosas. Se trata del coronavirus SARS (severe acute respiratory syndrome, síndrome respiratorio agudo grave) y el coronavirus MERS (Middle East respiratory syndrome, síndrome respiratorio de Oriente Medio). Estos coronavirus provocan inflamaciones graves del pulmón y pueden ser mortales. Por la experiencia con los coronavirus SARS y MERS, podemos afirmar que estos virus pueden desencadenar reacciones inmunes disfuncionales desproporcionadas que originan muchos daños.
Las pulmonías graves a consecuencia de un coronavirus muy patógeno están asociadas con una replicación muy rápida del virus, una inmensa filtración en células inmunes y niveles altísimos de citocinas proinflamatorias. Esta reacción inmune masiva deja daños en los pulmones y puede dar lugar a una pulmonía mortal. Una persona sana con un sistema inmune que funcione normalmente podría no tener síntomas con los coronavirus poco patógenos. Las personas mayores y la gente con comorbilidades como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares suelen ser más vulnerables porque son más propensas, incluso para las variantes débiles del virus.
El nuevo coronavirus apareció en una feria de ganadería en Wuhan. Se trata de una variante desconocida hasta ahora y se le llama virus 2019-nCoV. En este momento hay ya casi 89.200 personas contagiadas y unas 3050 han muerto. Aún no existe una vacuna en el mercado. El nuevo coronavirus pertenece a la categoría de virus muy patógenos. Por tanto, es muy importante que nuestro sistema inmune se enfrente a él correctamente. Si nuestro sistema inmune vence al virus de forma efectiva, a partir de ese momento produciremos inmunoglobulinas, también llamadas anticuerpos, gracias a las cuales no podremos volver a contagiarnos en el futuro y, por tanto, nos habremos vuelto inmunes.
Reacción inmune efectiva
Es crucial que nuestro sistema inmune reaccione de manera adecuada cuando un patógeno, como un virus o una bacteria, penetra en nuestro cuerpo. En el caso de un virus como el coronavirus de Wuhan, nuestro sistema inmune opta por poner en marcha una reacción que también se denomina reacción Th1. Utilizando linfocitos T, se crea una inflamación muy fuerte para que mueran las células en las que haya penetrado el virus. Estas reacciones inmunes no son cosa menor. Se trata de una cascada compleja de acontecimientos que, en el caso ideal, conducen a la muerte del patógeno y a la creación de memoria inmunológica para que en adelante estemos protegidos. Dado que el nuevo coronavirus se infiltra en los pulmones, se replica rápidamente y desencadena una reacción inmune masiva, es extremadamente importante que esta última tenga éxito a la hora de vencer al virus y que se detenga (a tiempo). Una reacción inmune excesiva que no termine a tiempo puede causar mucho más daño.
Así pues, es importante que la reacción inmune sea efectiva. ¿Qué puede usar?
La rápida replicación del virus se puede frenar con antivíricos. Uno muy prometedor es el Astragalus membranaceus (900 mg al día). Además, se puede emplear un gran abanico de antivíricos como Allium sativum (ajo, 200-400 mg al día), Sambucus y Cordyceps (2000 mg al día).
Es muy importante tomar suficiente vitamina C (2000 mg al día). La falta de vitamina C puede acarrear que el sistema inmune no funcione adecuadamente. También el cinc es de gran importancia en la regulación de la reacción inmune (30 mg al día). Además, son necesarias cantidades suficientes de vitamina D y ácidos grasos EPA y DHA para cancelar la reacción inmune a tiempo y que no se produzcan daños innecesarios. Es aconsejable comer suficientes pescado azul, marisco o algas y complementar en caso necesario con suplementos (2000 mg diarios). La vitamina D la fabricamos por efecto de la radiación solar sobre nuestra piel. En estos momentos del año, en Europa es imposible producir suficiente vitamina D por esta vía. En consecuencia, se recomienda mucho la suplementación (150 µg).
También el cortisol tiene un papel importante en la reacción inmune y se ocupa, junto con la vitamina D, el EPA y el DHA, de cortar a tiempo la reacción inflamatoria. La producción endógena de cortisol y la sensibilidad a esta sustancia y, por tanto, su efectividad, pueden mejorarse mediante algunos sencillos consejos de estilo de vida:
El nuevo coronavirus nos tiene preocupados a muchos de nosotros. Podemos hacer que nuestro cuerpo sea resistente a un contagio con este virus de forma preventiva, cosa que también es aconsejable para evitar el de la gripe. Con ayuda de un estilo de vida sano, acompañado de algunas sustancias procedentes de la naturaleza que le dan un empujón a nuestro sistema inmune en la dirección correcta, nuestro organismo tendrá una mejor resistencia contra infecciones víricas como la del coronavirus.