Según el Centraal Bureau voor Statistiek (el centro nacional de estadística holandés), el 2,5% de los niños holandeses entre 4 y 12 años padece alguna forma de autismo (CBS 2018). El autismo es un problema en el sistema de procesamiento de la información en el cerebro, y se suele caracterizar por alteraciones en la interacción social, desviación en las estrategias de comunicación y el desarrollo del habla y patrones repetitivos de comportamiento (Hersenstichting 2018). Sin embargo, además de estas características, se ha visto que las personas con autismo por lo general sufren molestias gastrointestinales (Holingue et al. 2018).
Ya hay estudios que sugieren que posiblemente se pueda influir en la conducta mediante cambios en la flora intestinal (Vuong 2017). Pero ahora hay un equipo de investigación americano que profundiza en el mecanismo subyacente a través de un estudio con animales (Sgritta et al. 2018). Anteriormente ya habían demostrado que si se le daba una alimentación rica en grasas a una madre ratona, el resultado eran fallos sociales y una menor cantidad de la bacteria intestinal Lactobacillus reuteri (L. reuteri) en su descendencia. Además, vieron que administrar L. reuteri reparaba las limitaciones sociales (Buffington et al. 2016). Este estudio ha sido completado recientemente con los resultados de su investigación de seguimiento en la que han intentado averiguar las posibles causas de este fenómeno.
Lo primero que hallaron es que esta cepa bacteriana también es capaz de mejorar las limitaciones sociales en otros modelos con ratones. Los ratones fueron divididos en función de la causa de su comportamiento autista: genética, ambiental o desconocida. Descubrieron que la conducta social mejoraba con el tratamiento con L. reuteri en los tres grupos (Sgritta et al. 2018).
También encontraron que en los ratones este efecto está regulado a través del nervio vago. Este nervio conecta el intestino con el cerebro. Vieron, además, que la estimulación del nervio vago posiblemente influya en la producción de la hormona oxitocina. Esta hormona está implicada en el comportamiento social, cuyos valores subían tras el tratamiento con L. reuteri en varios modelos con ratones (Sgritta et al. 2018).
Este estudio y similares podrían ser un comienzo en la búsqueda de un posible tratamiento del autismo que incluya probióticos. El siguiente paso es hacer una investigación profunda con cepas bacterianas en personas con autismo. Se ha demostrado que el uso de L. reuteri con seres humanos es seguro y ahora se aplica, por ejemplo, para infecciones (Mu et al., 2018).
CBS (2018, 22 juni). Ervaren gezondheid, zorggebruik en leefstijl bij kinderen tot 12 jaar. [websitepagina]. Geraadpleegd van https://statline.cbs.nl/Statweb/publication/?VW=T&DM=SLNL&PA=83716ned&D1=12&D2=a&D3=0&D4=0&D5=0-3&HD=180627-1313&HDR=T&STB=G1,G2,G3,G4
Hersenstichting (2018). Klassiek autisme [websitepagina]. Geraadpleegd van https://www.hersenstichting.nl/alles-over-hersenen/hersenaandoeningen/klassiek-autisme
Holingue, C., Newill, C., Lee, L.C., Pasricha, P.J., Fallin, D.M. (2018). Gastrointestinal symptoms in autism spectrum disorder: A review of the literature on ascertainment and prevalence. Autism Res. 11(1), 24-36. doi: 10.1002/aur.1854.
Mu, Q., Tavella, V.J., Luo, X.M. (2018). Role of Lactobacillus reuteri in Human Health and Diseases. Front Microbiol. 9,757. doi: 10.3389/fmicb.2018.00757
Sgritta, M., Dooling, S.W., Buffington, S.A., Momin, E.N., Francis, M.B., Britton, R.A., Costa-Mattioli, M. (2018). Mechanisms Underlying Microbial-Mediated Changes in Social Behavior in Mouse Models of Autism Spectrum Disorder. Neuron. 101(2),246-259.e6. doi: 10.1016/j.neuron.2018.11.018.
Vuong, H.E. & Hsiao, E.Y. (2017). Emerging Roles for the Gut Microbiome in Autism Spectrum Disorder. Biol Psychiatry. 81(5),411-423. doi: 10.1016/j.biopsych.2016.08.024.