Una de cada siete personas sufre depresión en un determinado momento de su vida. La depresión parece estar ligada a ciertas costumbres alimentarias, pero también se ha relacionado con factores socioambientales. Esto la convierte en un área de estudio compleja.
Científicos de la Universidad James Cook de Australia han investigado la relación entre la depresión y la cantidad ingerida de pescado y comida rápida. Estudiaron a los habitantes de dos islas diferentes del estrecho de Torres, una en la que se puede adquirir comida rápida y una isla más pequeña en la que no se ha establecido ninguna cadena de este tipo de establecimientos.
Se les preguntó a cien habitantes de cada una de estas islas por su dieta, se miró en su historial su nivel de depresión y se analizaron muestras de sangre. Las personas de la isla pequeña, como era de esperar, referían un consumo significativamente mayor de marisco y uno menor de comida rápida.
El estudio reveló que diecinueve participantes tenían síntomas depresivos de moderados a graves: dieciséis de ellos vivían en la isla con cadenas de comida rápida. Los que tenían síntomas depresivos no solo resultaron ser más jóvenes, sino que también referían un mayor consumo de comida rápida.
El análisis de las muestras de sangre reveló que había diferencias entre los niveles de ácidos grasos de las personas que vivían en cada isla, encontrándose una mayor relación omega 6:3 en la sangre de los habitantes de la isla grande. En ambas islas, una mayor relación omega 6:3 estaba asociada a puntuaciones de depresión de moderadas a severas.
Los ácidos grasos poliinsaturados forman parte de los nutrientes esenciales. Están compuestos de ácidos grasos omega 3 (ácido alfa-linoleico del aceite de linaza y colza y metabolitos formados a partir de él, como el EPA y el DHA de la comida procedente del mar) y ácidos omega 6 (ácido linoleico de aceites y grasas vegetales, ácido araquidónico de la carne y GLA). En la dieta occidental actual, la relación entre los ácidos grasos omega 6 y los omega 3 es aproximadamente 15-25:1, mientras que lo deseable es que esté entre 5:1 y 1:1, como en las dietas tradicionales.
Los habitantes de la isla más pequeña, sin cadenas de comida rápida, consumían más pescado y tenían una relación omega 6:3 más baja en sangre. Esto implica una distribución más tradicional de las grasas en la dieta, en la que se consume omega 3 en una cantidad que se acerca más a la del omega 6. Estos participantes tenían considerablemente menos síntomas depresivos que los habitantes de la isla mayor. Estos datos sugieren que una dieta rica en omega 3, proporcionado por marisco, y más pobre en omega 6 puede ser eficaz en la lucha contra la depresión. También puede dar resultado la suplementación con ácidos grasos omega 3 (EPA y/o DHA).
• Berger M, Taylor S, Harriss L, Campbell S, Thompson F, Jones S, Makrides M, Gibson R, Amminger G.P, Sarnyai Z & McDermott R (2018) Cross-sectional association of seafood consumption, polyunsaturated fatty acids and depressive symptoms in two Torres Strait communities, Nutritional Neuroscience, DOI: 10.1080/1028415X.2018.1504429
• Sánchez-Villegas A, Verberne L, De Irala J, Ruíz-Canela M, Toledo E, Serra-Majem L, et al. (2011) Dietary Fat Intake and the Risk of Depression: The SUN Project. PLoS ONE 6(1): e16268. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0016268
• http://www.naturafoundation.nl/monografie/Omega-3_vetzuren_algemeen.html
• https://medicalxpress.com/news/2018-10-firms-diet-depression-link.html