La población de hongos en nuestro intestino ha recibido menos atención en los estudios que la población bacteriana. Pero últimamente las técnicas de investigación se han perfeccionado tanto que se han hecho visibles otros microorganismos además de las bacterias, entre ellos, hongos y levaduras. Ello ha dejado claro que el micobioma, como parte del microbioma, tiene un papel integral en la fisiología y la patología del ser humano. Así, al parecer influye en la modulación de la respuesta inmune del hospedante, en la progresión de la enfermedad, en la conservación de las estructuras poblacionales microbianas y en el funcionamiento metabólico del huésped.
Los estudios moleculares del micobioma intestinal han demostrado que las deposiciones sanas contienen hongos genéricos pertenecientes sobre todo a los ascomicetos o a los basidiomicetos. Además, estos estudios dan cuenta de una comunidad fúngica rica y diversa dentro del tracto gastrointestinal de los individuos sanos, en la que predominan Candida, Saccharomyces, Trichosporon y Cladosporium. En 2016 se investigó el papel del micobioma intestinal en la obesidad y se demostró que su composición específica es distinta en las personas obesas y no obesas. Anteriormente ya se habían encontrado interacciones entre la dieta y el micobioma intestinal. Resultó que un micobioma intestinal sano está dominado por Candida y Saccharomyces. Especialmente importantes fueron las asociaciones positivas de Candida con una dieta rica en carbohidratos y su aparición simultánea con ciertos géneros bacterianos (Prevotella y Rumminococcus) y arqueanos (Methanobrevibacter). Por tanto, hay indicios del papel de las interacciones entre hongos y bacterias en el metabolismo del hospedante. Además, inversamente, el metabolismo del huésped también ejerce una influencia en la homeostasis de hongos y bacterias, entre otros, a través de la producción de metabolitos.
Al igual que con la flora bacteriana, la existencia de poblaciones fúngicas en el ser humano no se limita al intestino. En 2010, un grupo de investigación introdujo el concepto de "micobioma nuclear oral sano". Primero se estudió el micobioma oral de veinte adultos. Aunque el número exacto de especies de hongos en la cavidad bucal de los participantes variaba entre 5 y 39 especies, se identificó un conjunto básico de géneros que aparecía en más del 20% de los sujetos de ensayo: Candida (75%); Cladiosporium (60%); Aureobasidium (50%); Aspergillus (35%); Fusarium (30%) y Cryptococcus (20%). Aunque está claro que existe algo así como un núcleo sano de la micobioma oral, la existencia específica y la diversidad de los taxones fúngicos tienen un fuerte componente individual.
Las partes bacteriana y micobiótica del microbioma no viven aisladas la una de la otra. Los hongos y las bacterias pueden interactuar a varios niveles. Estas interacciones pueden ser agonistas o antagonistas. Las interacciones de este tipo más estudiadas son las que hay entre C. albicans y Pseudomonas aeruginosa debido a su aparición simultánea y a su relevancia médica para la fibrosis quística y las quemaduras. En este sistema, estos dos patógenos oportunistas muestran una relación antagonista. Las interacciones agonistas entre hongos y bacterias mejor documentadas aparecen en la cavidad bucal durante la formación de la placa dental, cuando los estreptococos se unen a C. albicans y forman así una biopelícula. Por otra parte, los hongos interactúan también entre sí.
Las interacciones entre el hospedante y el hongo son de dos tipos: inmunes y no inmunes. La reacción inmune se produce a raíz de la exposición de tejido epitelial mucoso a hongos patógenos. Las células epiteliales han desarrollado varios mecanismos para defenderse de la colonización e invasión por parte de especies de hongos como Candida.
El conjunto de tejidos epiteliales mucosos y células inmunes es la clave para controlar y solucionar infecciones fúngicas. Aquí desempeñan un papel, por ejemplo, los linfocitos T innatos, los neutrófilos y otros fagocitos. Durante una invasión de cándidas, los tejidos epiteliales liberan citocinas, defensinas y alarminas que cooperan para limitar la proliferación de los hongos y reclutar células inmunitarias efectoras. Los linfocitos T innatos/el eje IL-17 y el reclutamiento de neutrófilos son de vital importancia a la hora de controlar infecciones fúngicas de la mucosa.
Además de reacciones inmunes, los hongos también desencadenan reacciones que activan directamente el sistema inmune. Y para ello se "entrena" el sistema inmune innato. Son de relevancia especialmente los betaglucanos, fibras complejas procedentes, entre otros, de setas medicinales. Aumentan, por ejemplo, la producción de IFN-?, que tiene un importante papel en la inmunidad ante las infecciones víricas y bacterianas.
Además del IFN-?, también se estimulan macrófagos y neutrófilos, células que pertenecen a la primera línea de defensa del sistema inmune. Pueden neutralizar a bacterias, virus y otros patógenos mediante fagocitosis. Además, producen citocinas importantes, como IL-1, IL-6 y TNF-a, que están en la base de una reacción en cadena que puede poner en marcha también el sistema inmune humoral. La exposición de los macrófagos a los betaglucanos finalmente da como resultado cambios epigenéticos que provocan una reacción más fuerte en una infección posterior con hongos vivos. Por tanto, la presencia de un micobioma "entrenado" puede dar lugar a una reacción protectora más potente frente a los microbios.
El micobioma y la microbiota se influyen mutuamente e influyen en el sistema inmune. Surge así un ciclo de influencias recíprocas en el que todas las partes cumplen un papel esencial y juntas tienen un impacto en la salud y la enfermedad del hospedante. Además, todas las partes del microbioma se ven influidas por el propio huésped. De esta forma se crea un sistema muy complejo de interacciones con enormes implicaciones para el hospedante, cuya investigación está aún dando sus primeros pasos. ¡Por supuesto, seguiremos de cerca estos fascinantes avances científicos para usted!
Witherden E.A., The Human Mucosal Mycobiome and Fungal Community InteractionsVerma A., Gaffen S.L., Swidergall M. Innate Immunity to Mucosal Candida Infections. J Fungi (Basel). 2017 Oct 31;3(4)