Los niños que viven en granjas desarrollan un sistema de defensa más resistente al estrés y tienen de adultos menos riesgo de padecer trastornos psíquicos que los niños que crecen en la ciudad, según un estudio holandés publicado hace poco en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Crecer entre cerdos, pollos y cabras expone al niño con frecuencia a una gran variedad de microorganismos, lo cual es bueno para desarrollar un sistema defensivo a prueba de estrés. Es posible que incluso baje el riesgo de padecer afecciones psíquicas a edad tardía.
El estudio confirma la preexistente "hipótesis de la higiene". Esta teoría establece que el contacto regular con microorganismos o partes de ellos en los primeros años de vida es necesario para el desarrollo sano del sistema inmune y que, por tanto, reduce la sensibilidad a las alergias, el asma o las enfermedades autoinmunes.
Lo nuevo es que se ha descubierto un vínculo entre la exposición microbiana en la infancia y el desarrollo y programación del sistema inmune. Una exposición insuficiente a (determinados) microorganismos es en parte responsable de inflamaciones crónicas de bajo grado y problemas de salud mental más adelante en la vida, posiblemente por el funcionamiento del sistema inmune.
En el estudio participaron cuarenta hombres alemanes sanos con edades comprendidas entre los 20 y los 40 años. La mitad del grupo había crecido en una granja con animales, mientras que la otra se había criado en una ciudad grande sin mascotas. Todos los participantes del estudio fueron sometidos después a un test de estrés psicológico (test de estrés social de Trier, TSST por sus siglas en inglés). El día del test se les pidió a todos dar una conferencia ante un grupo de observadores imperturbables. Y la cosa no quedó ahí, porque después todos los participantes tuvieron que resolver un problema matemático difícil en muy poco tiempo.
Se tomaron muestras de sangre y saliva 5 minutos antes de la prueba y 5, 15, 60, 90 y 120 minutos después. En los hombres que habían crecido en la ciudad, tras la experiencia estresante estaba afectado un número significativamente mayor de células mononucleares de sangre periférica (PBMC). También eran mayores los parámetros de inflamación como la interleucina-6. Por el contrario, era más baja la interleucina-10, un antiinflamatorio. Las personas que se habían criado en un entorno urbano mostraron durante el test de estrés una excesiva reacción defensiva inflamatoria que duró dos horas. La fuerte reacción de inflamación entre los urbanitas que experimentan más estrés social parece una bomba de relojería de la cual no es consciente la gente que vive en las ciudades.
Curiosamente, este grupo con alta sensibilidad al estrés refirió sufrir poco estrés. Por el contrario, los hombres que crecieron en el campo vivieron el test como estresante. Un estudio anterior ya había demostrado que las personas con una reacción inflamatoria excesiva tienen mayor riesgo de depresión y/o trastorno de estrés postraumático (TEPT) más adelante en la vida. También se ha descubierto que el efecto inmunorregulador como reacción al estrés se desarrolla a edades tempranas, y está influido en su mayor parte por el entorno microbiano.
En la actualidad, más del 50% de la población vive en zonas urbanas. Esto significa que mucha más gente con un estilo de vida moderno está expuesta a menos microorganismos de los que acompañaron al ser humano en su evolución. Esta exposición ha sido de vital importancia en el desarrollo evolutivo de nuestro sistema inmune. La presencia insuficiente de microorganismos provoca un desequilibrio entre los factores inflamatorios y antiinflamatorios, según el razonamiento de los investigadores. Esto puede dar lugar a la aparición de inflamaciones crónicas de bajo grado y a una reacción defensiva exagerada que aumenta la vulnerabilidad a las alergias, las enfermedades autoinmunes y quizá también los problemas mentales.
El objetivo ahora es ampliar la investigación con más participantes e incluir mujeres. Además, es importante estudiar otros lugares y averiguar de dónde proceden los efectos beneficiosos. ¿Se trata tan solo de la exposición temprana a los animales, o también desempeña un papel importante el entorno rural? En este momento, los investigadores siguen apuntando al uso de alimentos ricos en bacterias probióticas. También puede ser beneficioso pasar tiempo en la naturaleza y tener contacto con una mascota. Aún queda mucha investigación por hacer a raíz de este estudio, pero lo que sí está claro es que la exposición a una amplia gama de microorganismos a edad temprana es buena para la salud.
Less immune activation following social stress in rural vs. urban participants raised with regular or no animal contact, respectively
Till S. Böbel, Sascha B. Hackl, Dominik Langgartner, Marc N. Jarczok, Nicolas Rohleder, Graham A. Rook, Christopher A. Lowry, Harald Gündel, Christiane Waller, Stefan O. Reber
Proceedings of the National Academy of Sciences Apr 2018, 201719866; DOI: 10.1073/pnas.1719866115