Los pacientes tiroideos debaten mucho en los foros de Internet acerca de los goitrógenos. que son sustancias que inhiben la absorción del yodo en la tiroides, lo que hace que la hipófisis empiece a fabricar más TSH y, en consecuencia, la tiroides se engrose: aparece un bocio.
La mayor parte de las discusiones tratan sobre los tiocianatos presentes de forma natural en las coles (como la col rizada y las coles de Bruselas) y las isoflavonas que están, entre otros, en las habas de soja. También la yuca contiene el goitrógeno cianuro. No obstante, las cantidades de goitrógeno que contienen las plantas son por lo general pequeñas. El cocerlas y ponerlas en remojo elimina la mayor parte de los goitrógenos. Por el contrario, su procesamiento y refinado hacen que, por concentración, suba el contenido de goitrógenos, por ejemplo, al convertir la colza en aceite y al fabricar aceites de otras crucíferas. El aceite de colza está presente en muchos productos precocinados.
También la fermentación puede afectar a la concentración: así, en el chucrut la mayor parte de sustancias inhibidoras de la tiroides se degradan en las primeras dos horas. Como máximo a las dos semanas, los niveles de goitrógenos son mucho más bajos [11].
En estudios con humanos no se han detectado cambios en el equilibrio tiroideo en relación con el consumo de col, soja o yuca [1]. Esto puede ocurrir porque con un consumo normal no aparecen problemas, o bien porque en el estudio no se trabajó con alimentos crudos (y menos aún con yuca cruda, que contiene ácido cianhídrico). En una investigación con conejos (que comían col cruda) sí se descubrió un efecto sobre la tiroides ya en los años 50 [10]. También se sabe que el consumo diario de mijo da problemas en el equilibrio tiroideo [12]. Algunas personas comen mijo como sustituto del pan, lo cual es imprudente a la luz de estos datos.
Una conclusión sensata es que no hace falta evitar por completo estos alimentos, lo cual en el caso del aceite de colza sería bastante complicado. Pero es importante cocer las crucíferas y no comerlas todos los días. En cualquier caso, se desaconseja comer cantidades excesivas de col cruda, sobre todo si ya se tiene deficiencia de yodo.
Dentro de la práctica ortomolecular, además de algunos consejos relativos al estilo de vida, existen algunos suplementos que refuerzan la función de la tiroides.
Yodo
La falta de este elemento puede ser causa de hipotiroidismo, por lo que una cantidad suficiente de yodo es crucial para fabricar suficiente hormona tiroidea. Existe sal yodada, y la mayoría del pan se fabrica con esta. Sin embargo, los holandeses cada vez comen menos pan, por lo que aumenta la necesidad de consumir, por ejemplo, algas marinas y suplementos de yodo.
Por lo que respecta al gluten y las afecciones tiroideas: las personas que padecen una enfermedad autoinmune como la diabetes tipo 1 o la celiaquía (intolerancia al gluten) corren un mayor riesgo de contraer una segunda enfermedad autoinmune como el Hashimoto o el Graves-Basedow. Especialmente la celiaquía y el Hashimoto suelen concurrir. Hay diversas explicaciones para esto: puede ser que el daño de la pared intestinal provocado por la celiaquía reduzca la absorción de nutrientes esenciales para la tiroides como el selenio. Puede ser que los anticuerpos involucrados en la celiaquía también actúen sobre la tiroides, y que ambas enfermedades sean en realidad un solo síndrome que afecte a varios órganos. Por tanto, se debe mirar en el historial de los pacientes con Hashimoto si tienen celiaquía (y viceversa) [3]. Los estudios indican que las personas con Hashimoto (sean o no celíacas) pueden beneficiarse de una dieta sin gluten [3].
Eso no quiere decir que esa dieta sea la forma de tratar o prevenir todas las tiroideopatías. El riesgo de una dieta sin gluten es la falta de yodo (porque se deja de comer pan yodado), lo cual puede causar bocio y cretinismo. En consecuencia, puede ser aconsejable la suplementación si se está siguiendo una dieta sin gluten [3].
Sin embargo, si hay Hashimoto la suplementación con yodo no es buena idea. Los síntomas pueden empeorar porque el exceso de yodo deprime la producción de hormona tiroidea. A esto se le llama efecto Wolff-Chaikoff (en honor a sus descubridores) [3].
Justo a la inversa, en la enfermedad de Graves-Basedow el yodo se puede emplear para deprimir la producción de hormona tiroidea, por lo que puede ser un suplemento conveniente (siempre bajo estrecha supervisión del paciente). Antiguamente era el tratamiento de primera elección, antes de descubrirse los medicamentos anti-hormona tiroidea propiltiouracilo y tiamazol.
La ingesta diaria admisible (IDA) de yodo para adultos es de 150 μg; para embarazadas y madres lactantes es temporalmente de 250 μg al día. Importantes fuentes de yodo son los alimentos del mar (pescado, algas marinas, marisco), los productos animales, los arándanos rojos y las fresas [3].
Selenio
El selenio es un componente necesario para fabricar varias enzimas importantes para nuestro organismo (selenoproteínas). No pueden funcionar bien sin la presencia de este mineral. Estas selenoproteínas también están implicadas en la conversión de T4 en T3. Las personas con deficiencia de selenio tienen la T4 elevada y una mayor proporción T4/T3, mientras que su TSH es normal. Hay numerosos estudios que demuestran que la suplementación con selenio ayuda a reducir los síntomas del Hashimoto, en especial, las reacciones inflamatorias e inmunitarias [3].
En los últimos tiempos ha aumentado la probabilidad de sufrir deficiencia de selenio. El suelo agrario del que proviene nuestra comida está relativamente agotado en lo que a selenio se refiere. Por eso los vegetales (y el pienso para animales) son cada vez más pobres en este mineral esencial. El cambio climático puede agravar más aún este problema, porque las lluvias copiosas pueden arrastrar y llevarse este elemento del suelo. Se estima que la ingesta media de selenio en los Países Bajos es de 40 μg al día [4]. La IDA de selenio va desde un mínimo de 50 hasta los 150 μg al día, pero algunos expertos opinan que lo óptimo son 200 μg diarios. Más de la mitad de hombres y mujeres toma muy poco selenio [4].
Una forma de complementar un consumo demasiado bajo es utilizar un suplemento. La levadura de selenio orgánica se absorbe bien. También el consumo diario de una o dos nueces de Brasil puede satisfacer las necesidades de selenio. Otras fuentes de selenio son las ostras, el atún, el pan integral, las pipas de girasol, la carne, el centeno y las setas [3].
Zinc
Otro mineral del cual no obtenemos suficiente cantidad es el zinc. Y el zinc también influye en el funcionamiento de la tiroides. En un pequeño estudio se vio que los niveles bajos de zinc van aparejados a bajos niveles de hormonas tiroideas. La suplementación con sulfato de zinc tuvo como resultado un incremento de las hormonas tiroideas y una mejor eficiencia (conversión de T4 en T3) [5, 6].
Vitamina A y retinoides
Los retinoides afectan al equilibrio de yodo en la tiroides. La carencia de vitamina A empeora los problemas tiroideos y agrava las tiroideopatías que sean consecuencia de la falta de yodo, como el bocio [7].
Vitamina D
La vitamina D cada vez se considera más una hormona o, en cualquier caso, una vitamina con función hormonal. Ciertas variaciones genéticas del metabolismo de la vitamina D se han relacionado con la incidencia de enfermedades autoinmunes. La tiroides dispone de receptores de vitamina D, lo que significa que esta influye en su funcionamiento. No obstante, poco se sabe sobre la relación entre el nivel de vitamina D y la función tiroidea. Lo que sí se sabe es que la vitamina D es crucial para el sistema inmune. Por ello, probablemente merezca la pena usarla como refuerzo del tratamiento, sobre todo si hay un bajo nivel de vitamina D [8].
Tirosina
El aminoácido tirosina conforma el esqueleto de la hormona tiroidea tiroxina. Además, es el componente necesario para la fabricación de dopamina, adrenalina y noradrenalina. También se utiliza para hacer melanina, el pigmento responsable del color del pelo y la piel. Aproximadamente el 4% de todas las proteínas se componen de tirosina [9]. Por otra parte, el organismo es capaz de convertir en tirosina el aminoácido esencial fenilalanina. La carencia de tirosina puede ser consecuencia de enfermedades hereditarias (como la fenilcetonuria). En estos casos es esencial suplementar con tirosina. También las personas con mucho estrés, una vida muy ajetreada o sobrecarga tóxica tienen mayores necesidades de tirosina [13, 14, 15].
Como ha podido leer en el curso de las últimas semanas, la tiroides es un órgano extraordinariamente importante e interesante con el que podemos trabajar bien a nivel ortomolecular, tanto en el terreno de la dieta y la suplementación como en el del ejercicio y otras intervenciones relacionadas con el estilo de vida.
También los análisis de sangre pueden aportarnos mucha información, siempre y cuando se sepa cómo hay que interpretarlos y cuáles son sus limitaciones: a fin de cuentas, cada persona tiene valores particulares dentro del eje HPT que no pueden considerarse objetivamente saludables o no sin disponer de más datos.
1. Dolan LC, Matulka RA, Burdock GA, Naturally Occurring Food Toxins, Toxins (Basel). 2010 Sep; 2(9): 2289–2332.
2. Huybrechts I, Lioret S, Mouratidou T, Using reduced rank regression methods to identify dietary patterns associated with obesity: a cross-country study among European and Australian adolescents. Br J Nutr. 2017 Jan;117(2):295-305.
3. Liontiris MI, Mazokopakis EE. A concise review of Hashimoto thyroiditis (HT) and the importance of iodine, selenium, vitamin D and gluten on the autoimmunity and dietary management of HT patients. Points that need more investigation. Hell J Nucl Med. 2017 Jan-Apr;20(1):51-56.
4. Loon JW van , Ooik A van , Ritsema R, 24-hours total diet study 1994 - intake of selenium, RIVM Report 515004002, 30-06-1996
5. Hartoma TR, Sotaniemi EA, Määttänen J., Effect of zinc on some biochemical indices of metabolism. Nutr Metab. 1979;23(4):294-300.
6. Ambooken B, Binitha MP, Sarita S, Zinc Deficiency Associated with Hypothyroidism: An Overlooked Cause of Severe Alopecia, Int J Trichology. 2013 Jan-Mar; 5(1): 40–42.
7. Brossaud J1, Pallet V2, Corcuff JB3. Vitamin A, endocrine tissues and hormones: interplay and interactions. Endocr Connect. 2017 Jul 18. pii: EC-17-0101.
8. Nettore IC, Albano L, Ungaro P et al, Sunshine vitamin and thyroid, Rev Endocr Metab Disord. 2017; 18(3): 347–354.
9. USDA\'s National Nutrient Database for Standard Reference, 23rd edition
10. Steinegger, E., Hänsel R., Lehrbuch der allgemeinen Pharmakognosie, D. 549, Springer, Berlin/Heidelberg/New York (1963)
11. Tolonen M, Taipale M, Viander B, Pihlava JM, Korhonen H, Ryhänen EL., Plant-derived biomolecules in fermented cabbage, J Agric Food Chem. 2002 Nov 6;50(23):6798-803.
12. https://thepaleodiet.com/millet-gluten-free-grain-avoid/
13. Food and Nutrition Board, Institute of Medicine. The Role of Protein and Amino Acids in Sustaining and Enhancing Performance. Washington, DC: National Academy Press, 1999. Available at: http://www.nap.edu/books/0309063469/html/.
14. Rasmussen, D. D., Ishizuka, B., Quigley, M. E., and Yen, S. S. Effects of tyrosine and tryptophan ingestion on plasma catecholamine and 3,4-dihydroxyphenylacetic acid concentrations. J.Clin.Endocrinol.Metab 1983;57(4):760-763.
15. Reinstein, D. K., Lehnert, H., and Wurtman, R. J. Dietary tyrosine suppresses the rise in plasma corticosterone following acute stress in rats. Life Sci. 12-9-1985;37(23):2157-2163.