Una complicación a la hora de investigar el funcionamiento de la tiroides es que las cantidades de T3, T4 y TSH en la sangre no reflejan por sí solas el efecto de estas hormonas sobre los tejidos del organismo. Sin embargo, los análisis pueden revelar información importante.
Un ejemplo: si los receptores de T3 en un órgano están bloqueados, la T3 deja de poder activarlo para que realice la acción deseada. Aparecen síntomas de hipotiroidismo, pero en la sangre circula suficiente T3, o incluso demasiada. De hecho, en ese caso las células se han vuelto resistentes a la T3. También puede ser que la T4 no se convierta lo suficiente en la activa T3. La TSH y la T4 pueden estar dentro de los valores de referencia normales y aun así haber algún problema con las hormonas tiroideas. Además, solo se miden la T4 y la T3 libres, mientras que la mayor parte de estas hormonas se encuentra en la sangre adherida a proteínas (de transporte). Todo ello hace que no sea fácil diagnosticar problemas de tiroides.
Se obtiene información complementaria al medir los anticuerpos contra los receptores de TSH, TPO y Tg. Los anti-TPO y anti-Tg (tiroglobulina) son más elevados de lo normal en caso de Hashimoto y Graves-Basedow. Eso no quiere decir que sean los causantes de la enfermedad, sino que probablemente sean una reacción del cuerpo ante el daño que ha sufrido la tiroides [1].
Hormona | Normal | Bocio | Graves-Basedow | Hashimoto |
TSH | 0,4 – 4 mU/l | alta | baja | alta |
T4 (total) | 64 – 154 nmol/l | baja | alta | baja |
FT4 (libre) | 8 – 26 pmol/l | baja | alta | baja |
T3 (total) | 1,2 – 3,4 nmol/l | baja | alta | baja |
FT3 (libre) | 3 – 8 pmol/l |
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Los valores de referencia para los resultados hematológicos se establecen por países y se revisan con regularidad. Para más información sobre los valores más recientes, visite la página de la NVKC, la asociación holandesa de química clínica y medicina de laboratorio. A veces, cada laboratorio maneja valores distintos. Aunque haya diferencias personales en los valores, estos están determinados de forma marcadamente individual dentro del eje HPT (léase más adelante sobre el "punto de ajuste individual"), pero aun así dan una primera impresión bastante buena del funcionamiento de la tiroides.
Los médicos de medicina complementaria a veces utilizan una forma sencilla de comprobar el funcionamiento de las hormonas tiroideas: medir la temperatura matutina. Esta indica cómo está el metabolismo basal. Si por las mañanas antes de levantarse la temperatura es más alta de lo normal, el metabolismo basal está elevado (a no ser que se trate de fiebre) y puede ser que haya hipertiroidismo. Si la temperatura es más baja de lo normal, puede haber hipotiroidismo. La temperatura debe medirse en la axila varios días seguidos.
Hay que señalar que la tiroides también reacciona a la oferta de alimento. En caso de malnutrición crónica o dietas prolongadas, la tiroides reduce el metabolismo basal y baja la temperatura corporal: es un intento del cuerpo de ahorrar energía. Por tanto, para diagnosticar hipotiroidismo no basta el método de la temperatura. Hacen falta más datos.
Los médicos de medicina complementaria llevan años machacando con la idea de que aunque los valores de la T3 y la T4 sean "sanos" puede haber problemas de tiroides: el hipotiroidismo subclínico. En este caso, solo la TSH está un poco elevada. Como la T3 y la T4 están dentro de lo normal, el hipotiroidismo subclínico se ha pasado por alto durante años en la consulta médica convencional. Los pacientes (a menudo mujeres) padecen síntomas inespecíficos como fatiga, sentimientos depresivos, mala memoria y desviaciones en el colesterol y otros lípidos en sangre. Tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares. Los síntomas pueden ir acompañados de fibrilación auricular y producen osteoporosis y demencia. En el caso de las mujeres en edad reproductiva, puede haber problemas de ovulación, de desarrollo del bebé y del curso del embarazo [2].
En la actualidad, muchos médicos (también los convencionales) se muestran abiertos a aplicar un tratamiento de prueba con tiroxina (T3) durante tres meses en los casos de TSH elevada en combinación con una T4 normal, síntomas de depresión y fatiga y factores de riesgo como mayor probabilidad de enfermedad cardiovascular. Si el paciente reacciona bien, se puede continuar con el tratamiento [2].
Por otra parte, los valores normales dentro del eje HPT dependen mucho de cada individuo. Según un estudio danés, incluso se puede hablar de un punto de ajuste exclusivo de cada uno que diferencia a unas personas de otras. Alguien puede experimentar síntomas ante desviaciones muy pequeñas de su punto de ajuste, aunque sus valores tiroideos estén perfectamente dentro de los valores normales. Ese punto de ajuste individual es desconocido para la mayoría de las personas, porque solo se mide cuando se va al médico con síntomas [3].
Unos niveles de TSH elevados también pueden ser un buen signo. Se han encontrado asociaciones entre una vida más larga y saludable y mayores niveles de TSH en la sangre con niveles normales de hormonas tiroideas. Aún no se sabe por qué existe esta asociación, pero se ha visto que en los hijos de personas centenarias la secreción de TSH es mayor que en los hijos de padres que alcanzan edades normales. Su metabolismo en reposo es similar, por lo que un cambio en el mismo no es el motivo por el que viven más tiempo (gracias a otro estudio con animales sobre restricción calórica se sabe que vivir con una dieta hipocalórica reduce el metabolismo basal y tiene un efecto prolongador de la vida). Los investigadores creen que se trata de un efecto secundario beneficioso "accidental" del gen que codifica niveles de TSH relativamente altos [4].
Una pequeña parte (0,9%) de la T3 fabricada por la tiroides tiene una orientación espacial diferente (es un isómero de la T3). Como a nivel químico son idénticas, pero espacialmente diferentes, se le llama T3 inversa (o rT3). La función de la rT3 en el cuerpo aún no está del todo clara. Hay varias enfermedades que han podido ser relacionadas con niveles elevados de rT3, como la fibrilación auricular, la diabetes tipo 2, la pancreatitis y la anorexia nerviosa [5]. Pero también las personas que alcanzan edades extremadamente altas (centenarias) parecen tener niveles altos de rT3 [6].
¿Pero cuál es la función de la rT3? A día de hoy aún hay pocos estudios. Lo que sí hay son hipótesis interesantes que merece la pena investigar más a fondo. Así, cuando los niveles elevados de rT3 se mantienen en el tiempo, el metabolismo cada vez se frena más: posiblemente se trate de un modo de bajo consumo que haya supuesto ventajas de cara a la supervivencia. La rT3 puede verse como una "hormona de hibernación": una última posibilidad de ahorrar energía en tiempos de peligro y de este modo sobrevivir. A lo largo de nuestra evolución, este mecanismo podría haber salvado las vidas de nuestros ancestros enfrentados al hambre. Ahora que vivimos en la abundancia, ya no existe esa necesidad.
Dentro de dos semanas podrá leer más sobre la tiroides dentro de la práctica ortomolecular en el tercer capítulo de esta serie: "Prevenir y curar".
1. Schildklier.nl, website van Schildklier Organisatie Nederland (SON)
2. Corssmit EPM, Wiersinga WM, Subklinische schildklierfunctiestoornissen, Ned Tijdschrift v Geneeskunde, juni 2003
3. Andersen S, Pedersen KM, Bruun NH, Laurberg P. Narrowindividual variations in serum T(4) and T(3) in normal subjects: a clue tothe understanding of subclinical thyroid disease. J Clin Endocrinol Metab 2002;87:1068-72.
4. Jansen SW, Akintola AA, Roelfsema F, et al, Human longevity is characterised by high thyroid stimulating hormone secretion without altered energy metabolism. Sci Rep. 2015 Jun 19;5:11525.
5. Jakowczuk M1, Zalas D1, Owecki M1. Permanent atrial fibrillation in heart failure patients as another condition with increased reverse triiodothyronine concentration. Neuro Endocrinol Lett. 2016 Sep;37(4):337-342.
6. Magri F, Muzzoni B, Cravello L, Thyroid function in physiological aging and in centenarians: possible relationships with some nutritional markers. Metabolism. 2002 Jan;51(1):105-9.