Déficit de magnesio, ¿cómo detectarlo?

martes 7-enero-2020

Una ingesta insuficiente de magnesio puede originar problemas de salud, pero a menudo sucede que esta carencia pasa desapercibida. Uno de los motivos es que no hay unas características típicas de un solo déficit determinado. Además, un análisis de suero sanguíneo puede no identificar bien una falta de magnesio. En este artículo podrá leer más sobre cómo detectar un déficit a pesar de estas dificultades.

Si se piensa en los alimentos que contienen magnesio, resulta extraño que se pueda contraer con rapidez un déficit. El magnesio se encuentra, por ejemplo, en los derivados de cereales, las verduras (de hoja) verdes, los frutos secos , la leche y la carne. La carne y los lácteos contienen menos magnesio que las verduras de hoja verdes, entre otros motivos, porque este mineral es un componente central de la clorofila. El agua del grifo también es una fuente de magnesio. Cuanto más dura es el agua, mayor cantidad de sales de magnesio tiene disueltas (máx. 50 mg/l). A pesar de estar en muchos alimentos, la ingesta de este mineral ha disminuido mucho desde principios de este siglo. 
En el pasado se han publicado varios estudios que demuestran que las cantidades de magnesio en los alimentos han bajado considerablemente. En las verduras, por ejemplo, se ha constatado una reducción del 24-90% (Thomas 2007, Workinger 2018). Desde 1968, los niveles de magnesio en las plantas, como el trigo, han menguado casi un 20%. Esto es achacable, entre otros, al agotamiento de los terrenos, los sustratos ácidos, la reducción de las cosechas y la composición del abono de los cultivos (pobre en magnesio y con altos niveles de nitrógeno, fósforo y potasio que pueden influir en la absorción del magnesio en las plantas) (Guo 2016). Asimismo, mucho magnesio se pierde en los procesos de producción (Marier 1986). 

 

Malas opciones alimentarias

También las malas opciones alimentarias tienen un papel fundamental. DiNicolantonio et al. (2018) afirman que las costumbres alimentarias occidentales nos hacen propensos a sufrir deficiencia de magnesio. Nuestro patrón alimenticio ha cambiado tanto, que cada vez ingerimos más nutrientes que aumentan la demanda de magnesio. Una mayor ingesta de calcio y fósforo incrementa también las necesidades de magnesio. Los refrescos, que en estas últimas décadas se consumen con frecuencia, contienen mucho ácido fosfórico. Las malas opciones alimentarias pueden agravar o acelerar una deficiencia de magnesio. También puede ser inhibida su absorción por una alta ingesta de zinc (Spencer 1994). 

 

Mayor necesidad

También existen diferentes factores biológicos que pueden dar lugar a una carencia de magnesio. Así, puede ser que el cuerpo excrete demasiado magnesio. Esta excreción excesiva puede aparecer a edad avanzada, en caso de estrés prolongado, síndrome metabólico, diabetes tipo 2 e hipertiroidismo. Asimismo, se supone que una mala absorción de magnesio debida, por ejemplo, a diarrea prolongada, vómitos, alto consumo de alcohol, enfermedad de Crohn, celiaquía, resección intestinal o microbioma intestinal alterado puede contribuir a un déficit de magnesio en el organismo. Además, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas que hacen deporte tienen mayores necesidades (Gezondheidsraad 2018). 

 

Interacciones con medicamentos

El uso prolongado de ciertas medicinas puede afectar al estado del magnesio, por ejemplo, los antiácidos, a causa del aumento del pH en el tubo digestivo, pero también los antibióticos, los anticonceptivos orales y los diuréticos, que provocan una mayor excreción renal (Workinger 2018). 

 

Desde anomalías neurológicas hasta enfermedades cardiovasculares

Una ingesta insuficiente de magnesio con la dieta puede originar problemas de salud. Según DiNicolantonio et al. (2018), es incluso una de las principales causas de las enfermedades cardiovasculares, y constituye una amenaza para la salud pública. También otros investigadores han vinculado la carencia de magnesio con un gran abanico de enfermedades como las enfermedades cardiovasculares y metabólicas, las afecciones del esqueleto, las enfermedades respiratorias y las alteraciones neurológicas (estrés, depresión y ansiedad) (Razzaque 2018). 

 

¿Hay o no características tipificadoras?

A menudo sucede que la carencia de magnesio pasa desapercibida. Uno de los motivos es que no hay unos síntomas típicos que estén asociados a un solo déficit determinado. Por ejemplo, la falta de magnesio se suele manifestar mediante calambres en los músculos y fatiga, pero otros síntomas tempranos incluyen mareo, pérdida de apetito, vómitos, debilidad, hormigueos, insensibilidad, ataques de epilepsia, cambios en la personalidad, ritmo cardiaco anormal y espasmos coronarios. Es probable que estos síntomas no sean vinculados directamente con una falta de magnesio (Workinger 2018). 

 

No todo se puede saber midiendo

Además, un análisis de suero sanguíneo puede no identificar bien una falta de magnesio. que no siempre va acompañada de unos bajos niveles de magnesio en sangre, ya que, cuando estos se dan, puede ser que se libere magnesio de los huesos y otros tejidos. Si los valores séricos han bajado por debajo de los 0,7 mmol/l, sí es probable que hablemos de un déficit de magnesio. 
Los niveles de magnesio también se pueden medir en los glóbulos rojos y en la orina. Los eritrocitos tienen en general una mayor concentración de magnesio que el suero sanguíneo, por lo que son considerados mejores indicadores que los niveles séricos. Los análisis de orina no siempre aportan información sobre la ingesta o el nivel de magnesio en el organismo, porque los riñones filtran la orina y después el magnesio es excretado o reabsorbido. Así regulan la homeostasis de magnesio en el organismo (De Baaij 2015, Workinger 2018). 

 

Una prueba onerosa

Un método más complicado pero que quizá sea mejor para determinar los niveles de este mineral es la prueba de sobrecarga intravenosa de magnesio. En ella, el estado del magnesio se determina con una carga intravenosa del elemento, seguida por una recogida de orina pasadas 24 horas. Este método se suele usar mucho en los estudios científicos, y no siempre es viable por el tiempo y el coste que requiere (Workinger 2018). La prueba oral de sobrecarga de magnesio también puede ser eficaz y, en comparación con las inyecciones, es un método no invasivo y más barato para detectar la carencia de magnesio. Cabe advertir que esta prueba exige de su cliente un seguimiento estricto y no está estandarizada para uso clínico (Traininger 2002). 

 

En la consulta

Para el marco clínico es relevante tanto analizar la ingesta como fijarse en los síntomas. Además, para un terapeuta es crucial detectar en su cliente una mala absorción o un bajo consumo de magnesio y, en consecuencia, un posible déficit del mineral. Esto es algo que puede hacer planteando las preguntas adecuadas. Por ejemplo, pregúntele en qué medida consume bebidas alcohólicas y refrescos, pero también si come muchos cereales y pocas verduras (de hoja) verdes y si lleva una dieta rica en vitamina B6. Asimismo, le aconsejamos preguntar en consulta por el uso de medicinas como antiácidos o diuréticos y por posibles trastornos intestinales. El estrés, el sueño y el esfuerzo físico también son temas que se tienen que tocar antes de poder establecer un diagnóstico. 

 

Doscientos gramos de espinacas no bastan

Cuando los niveles de magnesio son bajos, en primer lugar es importante mejorar el patrón alimenticio y comer más alimentos ricos en magnesio. El magnesio se encuentra principalmente en las verduras (de hoja) verdes, los plátanos, los albaricoques, las ciruelas, el aguacate, los frutos secos y las semillas, pero también en pescados como el salmón, la caballa y el fletán. Las legumbres y los cereales integrales no refinados (¡cuidado con los antinutrientes!) también contienen magnesio.
Sin embargo, con 200 gr de espinacas no se tiene suficiente, ya que estas contienen aproximadamente 160 mg de magnesio, cuando las recomendaciones actuales son el doble y el ser humano primitivo obtenía cuatro veces más. 
Sobre todo si hay déficit, es aconsejable utilizar (temporalmente) un suplemento de magnesio. También se suele recomendar la suplementación a modo preventivo, por ejemplo, a los deportistas. Es fundamental determinar con su cliente las adecuadas dosis y frecuencias de toma, porque pueden influir en la absorción y aprovechamiento del magnesio. Hay suplementos en diversas formas. Las formas orgánicas como el citrato de magnesio o el magnesio ligado a aminoácidos, como el bisglicinato de magnesio, tienen mejor biodisponibilidad. 

 

Fuentes:

[1] De Baaij et al. (2015). Magnesium in man: implications for health and disease. Physiol Rev. 95(1):1-46. doi: 10.1152/physrev.00012.2014.[2] Gezondheidsraad (2018). Kernadvies Voedingsnormen voor vitamines en mineralen voor volwassenen. Consultado en: https://www.gezondheidsraad.nl/documenten/adviezen/2018/09/18/gezondheidsraad-herziet-voedingsnormen-voor-volwassenen[3] Guo et al. (2016). Magnesium deficiency in plants: An urgent problem. The Crop Journal. (4)2, 83-91 https://doi.org/10.1016/j.cj.2015.11.003[4] Marier (1986). Magnesium content of the food supply in the modern-day world. Magnesium. 1986;5(1):1-8. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/3515057[5] Razzaque et al. (2018). Magnesium: Are We Consuming Enough? Nutrients. 10(12): 1863. Doi: 10.3390/nu10121863[6] Spencer H et al. (1991). Inhibitory effects of zinc on magnesium balance and magnesium absorption in man. J Am Coll Nutr. 1994;13(5):479-484.[7] Thomas (2007). The mineral depletion of foods available to us as a nation (1940-2002)--a review of the 6th Edition of McCance and Widdowson. Nutr Health. 2007;19(1-2):21-55. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18309763/[8] Trauninger (2002). Oral magnesium load test in patients with migraine. Headache. 42(2):114-9.[9] Van Rossum et al. (2011). Dutch National Food Consumption Survey 2007-2010. [Rapport]. Consultado en: https://www.rivm.nl/bibliotheek/rapporten/350050006.pdf[10] Vormann et al. (2002). Magnesium: nutrition and metabolism. Molecular Aspects of Medicine. (24)1–3, 27-37. https://doi.org/10.1016/S0098-2997(02)00089-4[11] Workinger (2018). Challenges in the Diagnosis of Magnesium Status. Nutrients. 10(9): 1202. Doi: 10.3390/nu10091202